8 de octubre de 2025

El debate publico

 

Martiros Saryan


La política debería requerir a la poli como el espacio público libre y plural apto para la interacción de los seres humanos capaces de hablar y de actuar conjuntamente y entre sí. La historia, lamentablemente nos ha mostrado que no siempre es así, el ascenso del nacionalsocialismo en la Alemania de 1933 y la Revolución bolchevique en Rusia de 1917 nos mostraron cómo es posible disolverse estas sociedades y ser dominadas por dictaduras y tiranías. La realidad política cambia y se impone el terror. Las sociedades pierden la función primordial de hablar e intercambiar opiniones. Esa realidad es la que nos está dominando. Se pierde una condición fundamental para la aceptación y respeto de la pluralidad.

De esta forma se rompe la cadena argumentativa que hace posible el razonamiento necesario para poder elegir, decidir y actuar. Nuestro relato se rompió y carecemos de los significantes con sus significados entendibles para tener un argumento que ofrecerles a los otros. Ese gran Otro impecable que le es posible aplastar, imponer, cambiar nuestras costumbres nos arrebató el sentido y nos impuso su voluntad. Es un gran Otro que no permite disidencias, que no permite ser emplazado, que no negocia, que no dialoga. Gusta del uniforme y no admite distingos ni diferencias, lo que hace innecesario el discurso ni la acción para entendernos. Es más no quiere entendernos.

En estos vacíos discursivos se puede deslizar el sentido sin freno por lo que hacen falta la utilización de neologismos para detener el deslizamiento infinito del sentido. Su función es darle un significado a una cadena de significantes que se ha vuelto inoperante o fragmentada. Ante la aparición de un movimiento que puede cambiar el relato, ponemos un término inventado y le damos significado, así creemos explicar, desacreditar y detener lo que en otro caso pondría a una línea discursiva en aprietos o al menos con la necesidad de explicarse o rectificar. El neologismo es propio de la psicosis que como estructura perdió contacto con la realidad e intenta con el delirio y sus neologismos construirse su propia realidad.

La cadena de significantes es una serie de significantes interconectados que generan sentido y en la política esos significantes podrían dar lugar a ideologías, términos que movilizan a los sujetos. Un agente que sostenga una línea discursiva y proponga acciones acordes con ella lo conocemos como el líder que dirige un proceso. Por lo tanto, para argumentar o rebatir una política dada es necesario conocer y dirigirse a esta línea discursiva no a la persona que lo porta. No interesan sus características personales, lo que interesa es su discurso y su proyecto. Es este un gran vacío que hoy tenemos en nuestro país, estamos más interesados en los protagonistas y sus vidas privadas. Abordamos la política como se abordad las telenovelas, la hacemos espectáculo con el agravante que tiene incidencia en nuestras vidas.

Es lamentable leer u oír a dirigentes políticos utilizar los neologismos de moda para degradar y restar importancia a las opiniones de miembros de la poli que tienen todo su derecho a opinar. Deberían saber que la fortaleza de la política está en las diferencias de los sujetos. Deberían saber que una política sin oposición no es, simplemente política, sería en todo caso una ideología tiránica. Todo intento por reencauzar a los sujetos y establecer un nuevo orden en la cadena discursiva debe pasar por el acuerdo, intercambio y acción conjunta. Si se trata de democracia, claro.

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