28 de abril de 2021

Arrebatando a lo Jalisco

Frank Frazetta


Llegamos a niveles inconcebibles y seguimos impertérritos tratando de sortear las balas, los virus y los asaltos a mano armada. Esa tierra de nadie en la que se ha convertido la cuota 905 representa un símbolo de la corrupción y degradación extrema en que ha devenido este pedazo de tierra en la que, en tiempos más afortunados, fundamos nuestras ciudades. Cadáveres de personas atravesadas por balas tirados en las calles sin que nadie los pueda recoger porque los organismos pertinentes no tienen autorización de entrar y llevarse a los caídos de esa (nuestra) guerra. La gente les pasa por al lado, los esquiva hasta que un carro cualquiera, un particular, los recoge y deposita en un sitio donde los forenses puedan retirarlos. ¿Quiénes son? ¿Quién los asesinó? Te contestan el Coqui y su banda, esta es una lucha de mafiosos involucrados al narcotráfico. Por un lado, los locales y por otros los usurpadores pertenecientes a los órganos de seguridad del Estado. “Este territorio es nuestro y aquí mandamos nosotros” contestan los malandros.

Convencidos y sin titubeos pensamos que la vida y los territorios se arrebatan, es inconcebible creer que se pueda argumentar con el Coqui o con un agente del CICPC, imposible. No se puede argumentar con la mayoría de los funcionarios que tengan un uniforme y se les haya otorgado alguna autoridad. Se acostumbraron a dar órdenes, no atender razones. O se les entrega “su vacuna” o se resuelve la situación a tiros. La banda del Coqui decidió resolver la situación a tiros como veíamos en los westerns. Esa sensación de euforia que provoca el triunfo del mas fuerte, de un hombre indómito siempre bajo la amenaza de un extraño. Ciudades sin ley tomadas por un justiciero que representa el bien para los suyos que aspiran establecerse algún día y vivir en paz, siempre protegidos por un invencible. Unos eran los buenos y otros eran los malos que se aprovechaban de los indefensos para hacer su propia vida mas fácil. Así se concibe lo que está pasando en este territorio sin ley.

Los bandidos que implementaron la cleptocracia y nos arrebataron el país, cada vez actúan con mayor desparpajo. Acaso esta acción contra unos de los periódicos de mayor tradición en la nación El Nacional, no se trata de un arrebato de uno de los capos mayores que tiene la desfachatez de anunciarle al país como será el reparto del botín. Provocan la ira y juegan con fuego porque el día que les aparezca el Coqui nacional saldrán volados a esconderse en sus madrigueras. Peligrosas acciones permitidas en un país que duerme y se despierta sin ley. Los westerns además de divertir dejaron lecciones de la justicia en épocas salvajes. Peligroso porque hay una parte muy turbia en el ser humano que es atraído por la potencia que produce un arma. Pérez Reverte en una entrevista resalta como advertencia esta característica oscura humana que ha puesto de relieve las redes sociales “Hay algo turbio en el ser humano que quiere destruir lo que no comprende. El impulso de destruir ha crecido con las redes sociales para acallar a los que no piensan como tú. Pasearte con la tea y las cerillas en la mano es algo muy actual. Las hogueras atraen mucho a la gente”.

Mientras no cultivemos los jardines y alimentemos el diálogo, si no aprendemos a argumentar y respetarnos seguiremos con las armas como medio de persuasión. Arrebatando a lo jalisco lo que somos incapaces de construir y conservar.

 

21 de abril de 2021

La importancia del discurso

Zdislaw Belksinski


En su libro “Confesiones de un Burgués” Sándor Márai escribe la siguiente pregunta “¿Por qué se levantan de repente unos grupos, unas clases, sociedades enteras, por qué abandonan el idilio pacífico y ordenados de los tiempos de paz y se lanzan sin pensar en los brazos de la perdición? ¿Por qué no encuentra el hombre su lugar en la tierra?” Dice que es una pregunta que siempre lo acompañó, aunque estuviera pensando y escribiendo sobre otra cosa. El ser humano es muy difícil de conocer en sus oscuridades, a lo que se le ha ganado terreno, pero no todo. Así como puede ser creativo y hacer avances loables así mismo puede ser muy destructivo. Hay épocas que se distinguen por el florecimiento de las artes y el pensamiento y hay épocas en las que el ser humano se dedica a la destrucción de lo construidos. Este mismo fenómeno puede observarse en la vida de un individuo.

En la consulta uno puede quedar realmente sorprendido de la creatividad que tiene el Neurótico para hacer de su vida una tragedia constante. Como puede ir desvalorizando cada uno de sus logros y hacerse de una desvalorización personal absoluta. Nada lo satisface, nada tiene importancia. Al quedar sin lugar porque va arrasando como un depredador su entorno es cuando su vacío existencial queda en carne viva, momento en el que busca ayuda u opta por terminar de destruirse. Ante un suicidio decidido muchas veces el terapeuta queda anulado, no siempre es posible infundir las fuerzas para continuar con la vida. En este punto límite se decide o no por la vida. Recomiendo la película “Land” donde queda ilustrado el punto que estamos describiendo. El amor es la única fuerza humana capaz de mantener a otro deseando vivir.

Una sociedad estructurada, con instituciones sólidas capaz de canalizar los discursos que circulan, capaz de conferirle contenido a las emociones está en mejor capacidad de defender con pasión sus logros de libertad y bienestar. En estos grupos humanos sólidos que unen a los seres humanos por los intereses compartidos se vive con la sensación de ser querido y valorado. Son fundamentales en la estructuración del carácter cuando se está en formación (la familia) y mas tarde como soporte de vida. Cuando los seres humanos se dedican a destruir, cuando destruyen todos los lugares de recreación y de formación, cuando se destruye la familia y las creencias fundamentales, cuando esto se logra se destruye la sociedad y con ella al ser humano. Yo viví ese momento angustioso en mi país, vi como los seres humanos a mi alrededor y sin titubeos se fueron arrojando a lo peor. Vi como esto sucedió con la mayor banalidad y débil argumentación. Pero también me di cuenta que no había nada que hacer. ¿Qué somos hoy? una masa informe totalmente desestructurada.

Las democracias amenazadas en nuestro mundo occidental están mostrando que ya no tenemos un discurso compartido. Eso es la democracia, un discurso como bien señaló Julio Hubard, de ahí que el pervertir la palabra es tan destructivo como las armas. Vemos como a diario se pervierten las palabras en nuestro entorno. “Dialogar” ya posee la connotación de “traicionar” “votar” posee la connotación de “vendido”. Lo que otrora fue el vocabulario propio del sistema democrático hoy hay que utilizarlo con mucho cuidado para no levantar sospechas. Los atenienses basaban su sistema democrático en el espacio público. Tenían como obligación hablar y hacerlo claramente, las ambigüedades eran consideradas un defecto moral. Los ciudadanos poseían voz.

Nos quedamos sin voz, sin vocabulario preciso, sin instituciones, sin sociedad y sin lugar. No extraña la cantidad de suicidios que estamos presenciando que ya podrían ser catalogados como un problema de salud pública. Cuando todo eso se pierde, se pierde la esperanza y quedamos solo con el miedo. Damos todo por perdido y de ello no dudamos. Ya lo decía Spinoza “El miedo se constituye entonces en una fuerza que dramatiza las pasiones y que opera tanto en lo público como en lo privado. Se convierte en una pasión triste que obstaculiza nuestra potencia de actuar y nos entrega a los fantasmas, a las supersticiones y a las mistificaciones del tirano”.

 

14 de abril de 2021

Los sádicos actuando

Zdislaw Belkinski


Nunca habíamos sentido con tanta intensidad la amenaza de muerte que se cierne constantemente sobre nosotros. No es nueva la noticia de la precariedad en la que se encuentra todo nuestro sistema de salud. Los hospitales que otrora fueron hasta referencia internacional, como lo fue El Algodonal para las enfermedades del pulmón, se encuentra en cierre técnico. Las clínicas privadas abarrotadas y sumamente costosas, no todos tenemos acceso para cubrir esos gastos. En mi edificio varias familias se contagiaron. Entre ellas un señor mayor y la persona que lo cuida. Ella fue llevada al hipódromo donde parece que colocaron unas carpas y él a una clínica donde está siendo atendido. Es terrible observar estos destinos con una misma afección de salud en un gobierno que se vendió como socialista.

Nuestras vidas en sus manos y ellos jugando a ser dioses. Nosotros rogando para que acaben de traer las vacunas, que no se avizoran por ninguno de las fronteras que nos sirven de prisión. Venezuela es un gran campo de concentración solo falta la construcción de muros físicos que hagan mas visible la impotencia para remediar la hambruna y la enfermedad. Estamos separados de toda posibilidad y trascender esas fronteras que nos unirían a la vida nuevamente requeriría de un gesto heroico. Un gesto como el que nos ilustra la tragedia de Sófocles, Antígona. No se implora, al poder asesino se emplaza a riesgo de igualmente morir. Nunca tan evidente el carácter gansteril de los usurpadores.

Freud vio con claridad los mecanismos de la psique humana para poder preservar la vida y no terminar matándonos. Observar la ley, única vía para poder vivir en sociedad y organizarnos. La ley que fijan los convenios colectivos acordados, pero también las leyes éticas. Unas leyes que nos son impuestas desde afuera y las otras que introyectamos como guías de nuestras conductas. Quedar atravesado por las leyes provoca un vacío existencial con el cual tenemos que vivir siempre y que nos condena a la tragedia. Pero cuando no aceptamos el monto de malestar intrínseco e inevitable, taponeamos ese agujero y nos creemos completos, nos creemos dioses. Dioses para decidir quien vive y quien no y dioses para sentirnos superhéroes con capas y estrellarnos en la primera barrera atravesada.

Este horror que hoy vivenciamos en toda su crueldad es nada menos que el “goce” que teorizó Lacan. Pero la salida que estamos viendo con mayor claridad es el escape a través de las creencias sin ninguna evidencia en realidades: “ten fe” claro deténgase ahí y no esté preguntando ¿fe en qué? porque será catalogado como pájaro del mal agüero. Estas creencias poseen la función de taponear el tremendo agujero del que padecemos y aminorar el malestar hasta que su vecino se enferma junto a la señora que lo cuida porque su familia está fuera del país. Taponeamos el malestar y corremos a las falsas iglesias a rogar con rezos susurrantes. Recuerdo cuando chiquita acompañaba a mi mamá a la iglesia y escuchaba el susurro de los rezos de mujeres arrodilladas y vestidas de negro. Causaban una especie de fascinación malsana en mí, no podía dejar de contemplarlas y hacerme toda clase de cuentos en mi cabeza. Así veo hoy a mi país, de luto y susurrando oraciones por nuestras vidas.

Me decía si tanto perdón tienen que pedir es porque han pecado y me hacía todo tipo de cuentos. Saben que imaginar no es pecado o si, ya no sé. Si hay que poner límites, si hay que sancionar es porque el crimen existe. Ser irreverente, saltar las leyes, burlarlas que ha sido uno de nuestros hobbies predilectos, es haber vivido siempre retando el peligro hasta que se hace evidente y asalta. Es impensable concebir una vida en sociedad sin leyes que se respeten y sin valores. Estamos sin ley y sin Dios como una vez escribí. El Goce lacaniano es sufrimiento. No hay leyes absolutas sino la ley del exceso, la imposición de lo inaceptable, la propia ley que trasgrede la condición humana como queda tan bien ilustrado en Antígona. Esas tragedias griegas, primeras reveladoras del infierno inconsciente. El sádico actuando en el sacrificio colectivo a su goce. Nos falta esa voz clara, firme, sin titubeos ni retrocesos que tuvo Antígona para oponerse al poder déspota de Creonte.