30 de julio de 2019

Un símbolo en un gesto

Vasilij Kandinskij


Ser es unas de las tareas más difíciles que enfrenta el ser humano una vez que es arrojado al mundo. No se es porque se nació sino porque somos esperados por un mundo simbólico al que nos introduce un ser que ya es porque nos ama. Oscilamos desde ese precario momento entre dos opciones, se es sujeto o se permanece siendo objeto. Objeto de una madre castradora que nos impide devenir en sujetos distintos y particulares. Podemos tomarnos como objetos y maltratarnos con fuertes calificaciones denigrantes para despreciarnos. También podemos haber sido reducidos por otros a objetos de sus perversiones sin permiso o consentimiento. En un mundo hostil y lleno de peligros a un ser humano puede matarse de muy diversas maneras o puede matarnos nuestro propio yo guiado por la culpa, la paranoia que nos quiebra como seres frágiles que somos. La batalla por ganar la partida por la vida de un sujeto no acaba nunca. De allí nuestra responsabilidad por defender una vida buena, deber ético que señalaron los filósofos griegos.

Viene a la mente la conmovedora película de David Heyman “El niño de pijama de rayas” Bruno es hijo de un oficial nazi que se muda a regentar un campo de concentración sin que su familia conociera de su verdadero oficio y con todo el drama que sobrecoge la película va mostrando las diferentes reacciones de la familia cuando comienzan a sospechar de la oscuridad perversa que los envuelve. La madre se hace la que no ve hasta que pierde a su propio hijo Bruno, la hermana se enamora de otro oficial nazi y empapela su habitación con propaganda de Hitler. Bruno un niño de ocho años es el único que no cesa de buscar su propia verdad desafiando las órdenes maternas y se arriesga por un amigo que está preso en el campo de exterminio. Le cuesta la vida pero no cesa de obedecer a su propio deseo, la lealtad con el amigo y su idea de encontrar un “judío bueno” que desenmascare la ideología a la que obedece su padre. A veces ser protagonista de nuestra historia puede llevarnos a la muerte cuando se enfrenta las perversiones de un padre. Un niño inocente que no puede vivir con un engaño que lo hubiese matado de todas formas, da la pelea y encara a la familia con su terrible oscuridad.

Hay otros mecanismos que emprende un yo más acomodaticio como las de esta madre y la hermana de Bruno. Puede hacerse el ignorante y engañado, la víctima o puede devenir en otro perverso igual a su victimario. Bruno escoge el suyo propio, el más difícil. Somos esencialmente un vacío a la que nuestros actos le darán contenido. Martin Heidegger lo ejemplifica tomando como imagen una vasija, “el vacío, esta nada de la vasija es lo que la vasija es como recipiente que acoge”. Este vacío debe acoger bellas formas si queremos una vida buena por más adversas que sean las circunstancias o, mejor dicho, especialmente cuando debemos debatir seres perversos que ya no engañan. No es aconsejable hacerse los locos ni devenir un miembro más en las filas de la monstruosidad. No es posible permanecer como seres pusilánimes, dubitativos, temerosos en una eterna queja vacía sin contenido. No sé cuánto tiempo dure nuestra lucha por la libertad pero si sé que estamos en un momento delicado en el que debemos ser especialmente cuidadosos con nosotros y con los otros que buscan su propia verdad.

Sufrimos de muchas ausencias, un país que no reconocemos, los hijos y nietos que se fueron, las costumbres que quedaron reducidas y la precariedad e indefensión como acompañantes diarios. Ausencias que nos debilitan a extremos peligrosos para la vida, por lo que en nuestro auxilio solo podemos encontrar ese mundo simbólico que nos permita seguir viviendo como seres humanos, es decir con capacidad de representación de uno mismo conservando nuestra identidad. Simbolizarse a sí mismo a través de lo que se ha perdido. Este es el peligro que estamos corriendo, estamos dando signos de una pérdida de identidad. Ya no sabemos quiénes somos y a qué pertenecemos. No podemos permitir que sea lo inhumano lo que nos piense como metástasis que se van propagando. Seres que transitaron tiempos de horror y vivieron para dejarnos sus testimonios de sobrevivencias son espejos donde podríamos reflejarnos. Primo Levi nos relata el salvavidas que le ayudó hasta que no pudo seguir más soportando la existencia “la voluntad, que conservé tenazmente, de reconocer siempre, aun en los días más negros, tanto en mis camaradas como en mí mismo, a hombres y no a cosas, sustrayéndome de esta manera a aquella total humillación y desmoralización que condujo a muchos al naufragio espiritual”.

Somos seres humanos no cosas, así debemos tratarnos a nosotros mismos y a los que batallan tan duramente o más que nosotros. Permíteme verte a los ojos y saber qué están pensando aunque tus labios tiemblen de miedo. Allí me voy a volver a encontrar, allí está el símbolo que me confiere identidad. Es el gesto humano que contactan mis símbolos, que me contactan a mí.

23 de julio de 2019

Sin pensamientos somos sometidos

Rafael Olbinski


En su libro “Contra el fascismo” Umberto Eco exhorta a estar pendientes de las señales del fascismo. Considera Eco que es un tipo de pensamiento que acecha al mundo constantemente y de fácil penetración en procesos sociales en los cuales se observan características fanáticas. Describe dichas características en 14 puntos que parecieran estar describiendo el talante actual del venezolano. Sobrecoge y asusta vernos en tales peligros que pudieran ser peores del que nos oprime. Quiero destacar solo uno se ellos porque quizás es el que más me tiene inquieta y preocupada. “Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality-show”.

Es muy preocupante observar como se ha degradado el nivel de argumentación y debate. Todo pareciera plano, sorteamos nuestras angustias y maltratos con palabras soeces, rechazo visceral o discursos altisonantes llamados a mover emociones pero no propicios para la reflexión. No hay ideas, solo invitaciones a una acción sin finalidad y estrategia. Por supuesto no hablo a los que se apoderaron del poder con pretensiones abiertas y claras de un totalitarismo. Sabemos que mienten, sabemos que implantan leyes sin una moral que las sustenten, sabemos que no obedecen a una constitución acordada, sabemos cómo reprimen y matan impunemente, sabemos que roban y destruyen. A ellos los conocemos y adversamos. Por ello luchamos y padecemos. La vida se nos complicó enormemente y nos vemos obligados a rescatar lo nuestro. Pero aquí está el problema en el cómo y lo que estamos haciendo. El problema que preocupa es precisamente la oposición.

Acciones más o menos épicas que terminan en tragedias, agotamientos y desencantos. Pero ideas a debatir, pensamientos originales, razonamientos estructurados que conduzcan las acciones, no hay. Nada en lo que uno pueda detenerse y decirse “vaya qué interesante, no lo había pensado o visto así”. Esta consecuencia del constante asedio a la cultura se percibe con todo sus efectos desbastadores y ha mantenido a la oposición repitiendo el mismo libreto desde hace años. Otra característica señalada por Umberto Eco del eterno fascismo o el  Ur-fascismo como lo denominó. “Culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. (Es decir: mirar con sospecha todo acto de no acción, el rechazo a la teoría, en algún punto)”.

Permanecen sectores culturales y pensadores de alta valía en nuestro medio, no se han ido y perseveran en sus pensamientos críticos y exposición de razonamientos y saberes con sus escritos semanalmente o actividades públicas. El aporte que le están dando al país es enorme pero parecieran no llegar a las clases dirigentes, los cuales dan la impresión que no se detienen, no piensan y no observan asesoramientos. Llenos de imprudencias, de juegos adelantados, y de enormes errores siguen impávidos sus caminos interminables y se van desgastando para abrir nuevos boquetes anímicos a ciudadanos desesperados. No lo ven o así parece.

Acostumbrados a formarnos nuestros propios pensamientos de lo que vamos recogiendo de la realidad, lo hacemos. Hay diferencias como debe haberlo, pero de la realidad solo podemos recoger confusión, desorden, falta absoluta de lógica, vacío, muy poco sobre lo cual reflexionar con criterio y altura conceptual. Nos encerramos en los libros en la medida que podemos porque la intranquilidad y angustia no ayudan. Nos perdemos en fantasías o en hipótesis que justifiquen tanto desatino. Abundan las fakenews que refuerzan las ideas de movimientos oscuros y otros simplemente creen en milagros y rezan. A veces me digo no será que así sin entender nada puedo quedar sorprendida un día de madrugada. Total nosotros no hemos sido nunca ni muy racionales ni ordenados, y de tanto disparate sostenido de repente nos acompañe un golpe de suerte. Eso sí sin estar preparados para emprender un camino razonablemente político, otro golpe de mala suerte lo puede revertir. Lo hemos visto.

Hay personas formadas con pensamientos propios y libres que son los más peligrosos para estos regímenes, son los verdaderos subversivos pero no están precisamente dentro de las filas de nuestros políticos, en otros tiempos los tuvimos y nos condujeron a la democracia. Tenemos políticos no formados, reactivos, propensos a la acción pero sin ideas y reflexión y ello a mí me explica esta “compulsión a la repetición” y tanto error sostenido sin enmienda. En el mundo público hay un uso elemental del lenguaje sobre el que no se puede cimentar un pensamiento complejo y crítico, indispensable para la política.  Savater invita a elegir la política como un paso personal que cada uno podemos dar para juntos buscar lo mejor de lo posible frente a tanta fatalidad. Mientras no se entienda que de tanto improvisar quedamos sin pensamientos y sometidos, no podremos alcanzar la libertad que anhelamos.

16 de julio de 2019

Lo grotesco predomina

Giusepe Arcimboldo

A lo grotesco se le han dedicado muchas páginas en la literatura, en el teatro y en la pintura, se lo ha representado por lo general de forma caricaturesca. Kant en su tratado sobre la estética entendió esta atracción que tiene el ser humano por lo terrorífico, lo doloroso y la muerte, como lo sublime. Introduce, de esta forma, en la estética la categoría de lo sublime y  se abren nuevas puertas en la profundización de los enigmáticos gustos del hombre y sus complejidades. La belleza se puede transformar en una imagen repugnante si se devela las intenciones de maldad que puede encerrar lo seductor de lo  bello, reduciendo de esa forma la frágil frontera que separa lo sublime de lo grotesco.  Veamos por ejemplo las representaciones magistrales que nos ofrecen los actores. En la reciente interpretación que nos hace Héctor Manrique de Chirinos podemos sobrecogernos y reírnos por lo grotesco que es presentado este perverso que logró seducir con sus manejos a muchos sectores de la población caraqueña. El que conoció a Chirinos y contempla la actuación de Manrique termina por concluir que es una muy buena representación. Igualito, se dice, pero descubierto. Es que Chirinos era absolutamente grotesco.

A esta manifestación repugnante del ser humano se le abren muchas interpretaciones y se incluye en una estética de lo feo. Baudelaire, por ejemplo, publica “Las flores del mal” que es considerado un manifiesto de esta estética y así se le va dando nombre a distintas categorías estéticas como: lo patético, pintoresco, lo interesante, siniestro, lo grotesco. Conceptos y fenómenos difíciles de captar precisamente por el rechazo que causan pero que no podemos quitarle los ojos de encima. El horror que es visto de reojo o colocando la mano delante de los ojos pero con los dedos abiertos. Ahora para no salir espantados, porque sin duda sensibilidad tenemos muchos, se suele acompañar estas representaciones con humor que invitan a la risa, que evita quedar paralizados de repulsión. Porque al fin y al cabo lo grotesco es realmente una deviación de la belleza y una inversión de lo sublime.

Qué nos pasa, entonces, cuando en una sociedad se comienza a representar de forma descarnada lo grotesco, lo ridículo, lo feo a diario y sin descanso. Que vamos perdiendo inexorablemente lo bello y el éxtasis que provoca lo sublime de las ceremonias y el sobrecogimiento por los símbolos de lo sagrado, de lo imposible de trasgredir. Nos perdemos en una deshumanización donde las bellas formas comienzan a desdibujarse. Surgen las figuras carentes de sentido, lo que traspasa lo posible para el entendimiento. Uno se dice a diario ¿Y esto qué es? Después de semejante aberración ya mi capacidad de asombro llegó a su límite. No es verdad, en seguida surgen nuevas expresiones y actos que hacen temblar. Esto sin ningún revestimiento posible de humor. Una vida descarnada, fea, imposible de digerir y que va dejando profunda heridas.

Tratamos de hacer humor de ciertos espectáculos grotesco pero a veces suenan como una caricatura, mal humor que solo desprenden muecas de rechazo e indignación. Una realidad que no se puede deformar más porque ya nos viene deformada de origen. Todo esto representado con desparpajo, sin vergüenza, más bien con arrogancia. Las voces públicas cada vez se tornan más desafinadas, estridentes, patéticas. No es necesario  acentuar nada, el teatro del absurdo es la realidad misma. Nos está tragando la acidez, la amargura, el resentimiento, la monstruosidad. Es que ya no sé si entendemos como grotesco lo mismo, a lo mejor ya hay una parte de la población que considera esta chabacanería como la verdadera manifestación de lo popular. Al fin “el pueblo empoderado” y expresándonos de la forma que nos  entendemos; desterrada la sofisticación, la educación, el buen trato. Que esta manifestación de la vulgaridad tenga todavía tan alto apoyo lo hace pensar a uno. Y no es cierto que lo chabacano es lo popular, es muy apreciada la estética de la artesanía popular hoy prácticamente desaparecida y en general toda la manifestación artística de nuestros pueblos: bailes, música, teatro, rituales, creencias y fiestas. Hoy las recordamos los que tuvimos la dicha de vivirlas.

Todo ya nos resulta extraño y comenzamos a dejar de identificarnos, esto no se parece a lo que somos o mejor dicho a lo que fuimos. Ya este mundo deformado ni nos comprende ni lo comprendemos, estamos presenciando un quiebre moral profundo bajo nuestra mirada perpleja y desconcertada. Hay que comenzar a rescatar la verdad y la libertad pero para ello hay que abandonar lo grotesco que implica vociferar por un cambio seguro sin que ninguna acción razonable se despliegue en una estrategia posible. De intentar representaciones épicas ridículas porque de lo contrario no saldremos de esta banda de malhechores e iremos muriendo por falta de una vida que merezca ser catalogada como tal. Con sus revestimientos éticos y estéticos.

A veces pienso que Chirinos reencarnó en cientos de nefastos personajes, porque para donde uno voltee lo grotesco predomina.

9 de julio de 2019

Aquí chismeando

Norman Rockwell


Asumir un deseo requiere valentía y dejar los miedos de lado. Son decisiones constantes que siempre ponen en riesgo a quienes las toman. El deseo no es amigo de la comodidad implica un reacomodo constante de la cotidianidad. El ser humano siempre insatisfecho porque lo que le falta nunca alcanza su completud. Somos irremediablemente equívocos y en búsquedas de tesoros perdidos. Acontecimientos en nuestras vidas marcan irreversiblemente nuestro destino, más cuando las decisiones que nos afectan no dependen de nosotros y de nuestra voluntad. Es por esta paradoja que pareciera vano todo intento de vivir plenos y satisfacernos con nuestros pequeños o grandes logros, cesamos el intento y nos quedamos en la trampa de la imposibilidad o de la insatisfacción, resignados, vencidos. Eso sí haciendo peso por destruir y cuestionar cualquier ventana que se abra. Señalamos sin parar los errores pero cuando se trata de éxitos sentenciamos de inmediato “no es suficiente” y las argumentaciones y peros son de una gran creatividad e interminables.

En un mundo de conexiones fáciles y en constante movimiento nos esforzamos por hacer grupos cohesionados que nos refuercen en cualquier postura que asumamos partiendo de un descreimiento generalizado. Mas cuando se trata de una sociedad fuertemente golpeada como lo está la nuestra. ¿En qué vamos a creer? Si lo esencial se encuentra desprestigiado por falta de resultados. El deseo no obedece al principio de la realidad, lo que quiere lo quiere más rápido que el logro que la realidad impone bajo un grado muy alto de complejidad. Mientras más abusos más rechazo, mientras menos resultados más grande es la insatisfacción con su ingrediente infaltable de la incredulidad. Lo bueno que pasa, y pasa, queda diluido porque no colma en su totalidad la satisfacción social. Una espiral indetenible porque mientras más presión pongamos para salir de este atolladero más se acrecienta el abuso y la represión.

En este ínterin y mientras reventamos de desesperación aparece el mayor conector de grupos, el infaltable y siempre bienvenido “chisme”. Pues si este conector tan importante se le ha restado importancia e incluso catalogado de prácticas triviales,  costumbre de mujeres ociosas en la peluquería. Que los hay y suelen ser muy divertidos. No hay actividad más anti estresante y anti depresiva que ir a una peluquería a enterarse quién es el peluquero de Cilia y como logró pasar de ser roja a catira. Un buen peluquero puede ser muy divertido contando la técnica de tal transformación. Momento distendido y de divertimiento fácil, eso sí costoso porque ya ir a una peluquería es un lujo, pero los psicotrópicos no están baratos tampoco. Cada ambiente tiene su nivel en cuanto a chismes se refieren. Los psicoanalistas hacíamos grupos de amigos para después de oír atentamente las teorías pesadas y a veces ininteligibles salir por unos tragos y chismear sobre los otros que no eran amigos, igual los filósofos. Chismes muy buenos porque eran mezclas de cultura con humor.

Somos seres humanos y estamos bajo un constante escrutinio, así comienza la comunicación entre los seres parlanchines con el chisme, es la forma más ingeniosa y divertida del uso del lenguaje y si viene presidida de un misterio mejor. “Tengo una noticia bomba pero aun no la puedo revelar” listo para que todas las antenas se dirijan en esa dirección, no importa si se trata de una conversación entre ingenieros nucleares responsable de evitar la destrucción planetaria. Robin Dunbar le dio su lugar que merecía al chisme en la evolución de la especie humana. No era un humorista sino antropólogo, psicólogo y biólogo evolucionista británico. Según Dunbar nuestros ancestros primates establecían lazos mediante el aseo; el rascarse unos a otros la espalda aseguraba una mutua autodefensa en caso de un ataque de depredadores. Pero conforme los homínidos se volvieron más inteligentes y sociales, sus grupos crecieron demasiado como para que solo el aseo los enlazara. Es allí donde el chisme hace su entrada que permitió a los humanos compartir una identidad.

Así que dejemos esa moralina de censurar el chisme y creer que es terreno de mujeres necias. Desde que el hombre habla, chismea. Epícteto, filósofo griego, aconsejaba sabiamente "Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti, no te empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios, y que de conocerlos, hubiera hablado mucho más". Así que sigamos chismeando, pero solo me digo a mí y no lo doy como sabio consejo, Dios me libre, que es solo eso chisme para divertirme pero que también tengo que estar pendiente de los hechos, de la realidad y de hacer lo que me corresponde… lamentablemente.