24 de febrero de 2021

El fin de una Utopía

Vista de Marte


La Ciencia y la tecnología se empeñan en poner fin a las ilusiones que la gente en general alberga. Están estrechando los límites de la imaginación y de los cuentos que por impresionantes y hasta aterradores los niños se empeñan en oír incansablemente. Inventaron la luz eléctrica y prácticamente acabaron con los fantasmas que eran habitués de nuestro entorno. Llegaron a la luna y algunos quedaron tan lunáticos que aun sostienen que eso observado en las pantallas de la televisión fue todo un engaño. Ahora no se les ocurrió nada mejor que mandar un robot, con nombre y todo “Perseverance”,  a Marte para que nos enviara fotografías de sus paisajes. Para tal odisea en el espacio tuvo que viajar siete largos meses y nosotros cómodamente sentados observamos un planeta vacío muy parecido a como está quedando nuestra tierra. Quedará siempre la pregunta sobre si será que esos enanitos verdes arrasaron con todo como lo estamos haciendo tan bien nosotros.

Existen sectas cuyos integrantes tienen años sentados en la cima de una montaña esperando que un platillo volador los venga a buscar. Han visto de todo e incluso fotografiado objetos luminosos volando con trayectorias que son irrealizables por nuestras rudimentarias naves. Danzan en el cielo como luciérnagas y se ha determinado que no se trata de ningún animal perteneciente a nuestro reino ni tampoco de ningún dron rebelde e insurrecto. Las personas que los han visto no pueden reponerse mas nunca de un ensimismamiento embelesado que los transporta fuera de los limites de la aburrida racionalidad con la que la Ciencia pretende limitarnos. Quiero que sepan que está hoy comprobado que el ser humano puede entregar su libertad corporal con cierta facilidad, pero la de su imaginación es inaprensible porque vuela a tal velocidad que es imposible alcanzarla. No se les ocurra concluir que no hay vida en Marte porque nosotros encontraremos coartadas lógicas para desmentir semejante opacidad y continuar esperando a los queridos visitantes verdes.

Ya tenemos suficientes angustias que hemos multiplicado y expandido por el mundo como las epidemias para venir a agregar la insoportable soledad del hombre. ¿Solos en este basto, inmenso e inexplorado Universo? Sencillamente impensable. Si por casualidad existiera alguna organización o persona capaz de hacer semejante sentencia será aplastada con los perfeccionados argumentos conspiranoicos que han demostrado tener más capacidad tranquilizadora que los psicofármacos. Es un evento complejo y angustiante esta osadía que fue planificada por la NASA; el verdadero creyente, ese que fue alcanzado por una verdadera fe sabrá que esas herejías solo son producto de demonios culpables de todos los males. No vayan a recoger sus esterillas a estas alturas y unirse a una civilización cada vez mas incivil. Sigan con sus implementos muy atentos retratando cada objeto brillante haciendo zigzag en el cielo, escriban largos e interesantes cuentos que otros leeremos maravillados. Se seguirán filmando escenas dando paso y abrazando a los extravagantes seres que imaginamos cordiales y bonachones. Ahora eso sí, si les descubrimos alguna mala maña parecida a las que acostumbramos ejercer por esto paisajes tendrán que recoger sus macundales y largarse para siempre.

A estas alturas no podemos predecir que resultará de esta expedición, pero no es para nada muy loco pensar que en esa nave se coló una bacteria, un virus, hongos, microbios o cualquier protozoo que decida quedarse en ese desierto y dentro de millones de años de evolución veamos dinosauros. Seremos nosotros los nuevos dioses para esos habitantes, el origen de todo origen. Se cumplirá lo que Yuval Noah Harari señaló como nuestro deseo, de hombres a dioses. Vamos seres humanos nos acercamos al cumplimiento de nuestro deseo que parecía una Utopía. El fin de una Utopía y el comienzo de una Distopía se acerca. Como ya no estaremos los de ahora esos humanos mitad marrones y mitad verdes tendrán un mundo muy distinto a este conocido y quizás mas divertido, no lo sé ni lo sabremos. Mientras tanto expandamos nuestro limitado y aburrido mundo con nuevos cuentos que nos contaremos.

17 de febrero de 2021

Honrar la libertad

Zdislaw Belksinski


Esta semana tuvimos el horror de contemplar el estado deplorable en que se encuentran las Universidades en el país. Hieren las imágenes por muchos motivos. Una Universidad es una segunda casa para todo aquel que una vez transitó por sus aulas. Allí se aprenden las destrezas y conceptos de lo que será un oficio para toda la vida, se termina de moldear el carácter, se entiende sobre las primeras posiciones políticas y la importancia de ser ciudadano, se cultivan las mejores amistades y sobre todo se ama al conocimiento y los libros. Sin Universidades no hay cultura, ni arte, ni debate de ideas ni raciocinio. Sus bellas instalaciones, sus jardines, teatros, anfiteatros e instalaciones deportivas invitaban a permanecer por largas horas del día. Siempre había algo en qué participar, siempre estaban los libros y los profesores para consultar y resolver inquietudes del pensamiento. La belleza y la armonía producen gran placer, así como la destrucción y la basura producen repulsión, vacío y dolor.

Plantea Freud en su profunda obra sobre los procesos anímicos, dos principios: el principio del placer y el principio de realidad, los cuales se conjugan de diferentes maneras según las edades y disposición psíquica para dominar las acciones y pensamientos de las personas. Sin placer el joven no quedará seducido por el conocimiento. Enfatiza Freud que el placer al manifestarse en el conocimiento conduce a la libertad frente a la dogmática impuesta por normas sociales. Sin placer no hay conocimiento, no hay libertad, no hay evolución ni progreso. Solo tropezaremos con la repetición y la aceptación irreflexiva de consignas. Para ir en contra de la vacuidad y el hedonismo que nos mantiene perplejos, desarmados y vacíos es primordial dedicar largas horas de nuestra existencia al conocimiento. Sin Universidades y sus espacios placenteros desaparece de la Nación la posibilidad de cualquier evolución.

Los que pasamos gran parte de nuestra juventud en los ambientes universitarios conocemos y recordamos el placer que causaban cada una de las actividades que emprendíamos con nuestros amigos dentro de sus recintos. Desde el simple acto de sentarse en un pupitre a escuchar y debatir con los profesores a quienes respetábamos y admirábamos, hasta el actuar en una obra de teatro o nadar en una piscina. Algunos tardamos mucho en poder abandonar esos enganches, así que fuimos de postgrado en postgrado, no solo para aprender, sino para mantenernos embriagados de una apasionante aventura juvenil en total libertad. Un placer que hace gozosa cada una de nuestras acciones, une con los otros, perfecciona la vida que tenemos que emprender con autonomía y entusiasmo. Lección que ya nos había dejado explícita Aristóteles. Una juventud sin posibilidades de estas experiencias, es una juventud truncada en su existencia. Un régimen totalitario conducido por seres ignorantes y crueles destrozan lo mas preciado de las personas desde sus cortas edades. Eso si no dejan vivir, pero se hacen cruces de espanto cuando se habla de control de la natalidad o del aborto. Moralina hipócrita, desatino histórico. 

Los que disfrutamos de los ambientes bellos cálidos tenemos que rechazar profundamente a todas aquellas orientaciones políticas, sociales, culturales y económicas que son contrarias al devenir vital conquistado por la civilización. No importa el ropaje con el que se disfrazan ni el enjambre conceptual con el que se justifican, si coartan la libertad no son ni éticos ni estéticos y nos resultan repulsivos. Nuestras Universidades eran obras de artes, expresión de lo mas avanzado de nuestra civilización, maneras de contemplar nuestra realidad con visión poética, apuestas por el porvenir y el bienestar. Nuestra mejor forma de honrar la libertad. Duele como nos duele el país.

 

10 de febrero de 2021

Volver a empezar

Z.Z. Wei


Es muy desagradable tener que botar gente de la casa, no sería necesario si la otra persona se percatara que está molestando o torpedeando el buen desempeño y la armonía del hogar. Pero no, es asombroso como no ven o se hacen los locos. Será que también juegan con la prudencia, con la tolerancia y con aquello de que hay que ser bueno en toda circunstancia. Uno aguanta un poquito, después un pocote, hasta que se llena el tanque de resistencia y estalla como una caldera con un fuerte e irreversible “fuera” para además tener que soportar la cara de asombro del abusador y oír su siempre trillada frase, ¡qué mal carácter! ¡qué mal agradecido!

Sinceramente no es necesario llegar a esos extremos, pero nos obligan. Se ha ido perdiendo el respeto, la vergüenza, todos esos sentimientos indispensables para hacer posible la convivencia humana, para no exasperar a los otros, por aquello de que si tenemos que sortear dificultades juntos es mejor llevarnos bien y entendernos. ¿Serán las nuevas características del “hombre nuevo”? el desparpajo, la absoluta falta del sentido de convivencia social, por lo que estamos viendo tanto desatino y comportamientos inadecuados.  Ya nuestra vida pública da vergüenza a los ciudadanos que todavía observamos la decencia y el recato. Si ya perdiste tu lugar, si tu tiempo de promesas y esperanzas infundadas pasó por inoperante, por favor no hagas el ridículo llamando a movimientos que no se van a producir, porque ya nadie te está oyendo. ¿Era necesario decirlo? No creo.

Nosotros aun reímos porque aprendimos que el humor ayuda en tiempos crueles como el que transitamos, pero ahora más que reír se asoman muecas de vergüenza, el espectáculo es grotesco e hiriente. Falta el humor y sobran las payasadas. Cuando tenemos sentido del ridículo evitamos exponemos a la risa de los otros o evitarles molestias, pero este es un sentido un tanto escaso en un tiempo de total desfachatez, tiempos sin pudor. Ya no causan lástima, causan vergüenza. ¿Qué presencia o entereza ofrecen para asegurar un poder respetable que sepa manejar con decencia el dinero y el prestigio que una figura pública debería administrar con responsabilidad? Se exhiben como seres inadecuados, se irrespetan. Se terminó, hagan el favor y dejen el espacio que ocuparon con tanto desatino a nuevas referencias, ya no molesten. Necesitamos pasar a valorar puntos de vistas alternativos, plantearnos estrategias adecuadas para enfrentar a quienes nos destruyen. Es mucha la tarea que tenemos por delante, requerimos que dejen de hacer ruidos con sus epopeyas y aventuras ridículas. ¿No les da pena?

Si no conseguimos unirnos en torno a una tarea concreta no podremos emprender las acciones pertinentes para asumir la enorme responsabilidad que tenemos con nuestro futuro. Atomizados no estamos ni entendiéndonos ni queriéndonos. Así con tanto desprecio que han generado no se producen movilizaciones comunitarias. Creyendo que estábamos bajo la conducción de personas rectas y conocedoras de la política nos tropezamos, nuevamente, con la codicia, la desvergüenza y la ignorancia. Quieren ahora pasar agachaditos, cambiar sin que se note, irse amoldando a las demandas colectivas y seguir figurando en la palestra pública. Pura vanidad y arrogancia, porque no es producto de un mito que esas cuotas de poder vienen acompañadas de oportunidad de acceso a las arcas del Estado, donde se mete la mano con impudicia.

Era difícil imaginar que esta camada de improvisados políticos un buen día decidieran suicidarse en grupo, tal como sucede en las sectas dirigidas por locos paranoicos. Hoy destruidos por sus propias habilidades actúan como si gozaran de buena salud, ofreciendo un espectáculo ominoso.

Nos toca volver a empezar con algunos grados menos de inocencia. Y por supuesto sin ellos.