31 de enero de 2024

Hora de decidir nuevamente

 

Georgi Petrov


Lo que ya se sabía sobre la inhabilitación de María Corina nos golpeó como si fuera la primera vez que lo escuchamos. Con la decepción e interrogantes de quienes se están enterando de un accidente nos enfrentamos con desazón a las ilusiones de un futuro que nos entrampó. ¿Ahora qué hacer? Allí se nos acaba la imaginación, solo atinamos a repetir lo que es nuestra propia emboscada “lucharemos” “juntos podemos” “para la calle” y otras repeticiones viciosas. Nos hicimos una promesa y seremos fiel a ella hasta “el final”. En el fondo creemos que podemos doblegar la voluntad arbitraria de un tirano. Promesas que sabemos de antemano que son vacías, pero creemos posible concretarlas.

Cuando somos jóvenes y llenos de ilusiones. Cuando todavía la vida no nos ha golpeado con duras realidades, nos ilusionamos y entusiasmamos con esas promesas de amor eterno y proyectos en común. No tardamos mucho en enfrentar la ruptura del encanto y ver el futuro planificado estallar en mil pedazos. La primera vez que nos sucede es esperable vernos destruidos y con el dolor y la decepción obnubilando la razón. Pero después ya no somos tan ingenuos, tan creídos, al menos eso se espera. Pero ya vemos que no es así. Colectivamente hemos llegado a la edad adultas creyendo en gurús y en promesas de políticos. “Eso será, como lo diga yo” cuando el tiempo se viene encima, entonces corren. Y nosotros quedamos incrédulos mirando estupefactos y pagando consecuencias. Razón tiene Marina Garces, “Vivimos tiempos descreídos, pero somos muy crédulos”.

Nuestro presente viene con anuncios de tempestad si no lo vemos de frente sin locas fantasías nos esperan los mismos resultados. Los techos de la esperanza volaran en la borrasca quedando nuevamente en la intemperie. Banalizamos la palabra y el enemigo de enfrente. Banalizamos la fuerza de los vientos que arrasan y nos entregamos al seductor de turno con promesas muy poco creíbles a estas alturas. En tiempos descreídos creemos a ciegas lo que complace nuestras ilusiones y fantasías. En realidad, ya estamos saturados de promesas vacías en el espacio político, social y mediático. María Corina no será habilitada esa es la verdad y ¿ahora? No, nosotros tampoco podremos habilitarla. ¿Nos iremos a quedar pegados en este tema que no requiere análisis ni vueltas que darle? ¿O seremos capaces de configurar salidas que nos conduzcan a una nueva elección con otro candidato único?

Ya sé cual es la respuesta a dicha interrogante: hicimos una promesa y hay que hacerla cumplir. Al mismo tiempo le pedimos a un poder malandro que respete y sea justo con la decisión que tomamos. Es todo un absurdo. Alguien nos salvará de la desazón que sentimos. No nos diferenciamos mucho de lo que sucede a nivel mundial, un caos nos arropa y nos metemos a tratar de identificar el sentido, aunque sabemos que no es posible encontrar ninguna base sólida. Basta que el candidato se monte en una tarima y comience a pregonar los milagros que ocurrirán, para que comencemos a alucinar con calles repletas y un triunfo asegurado.

La pérdida de libertad que sufrimos se evidencia por nuestra incapacidad de reorientar e intervenir adecuadamente el rumbo de la vida colectiva. Estamos en tiempos descreídos, no podemos entramparnos con creencias de horóscopos.

Es oportuno recordar lo que dijo Fernando Mires en el 2023 “Convertir la lucha electoral (donde el gobierno puede perder) en la lucha por la habilitación de MCM (donde el gobierno puede ganar) es lo que el gobierno espera” En ese dilema nos entramparon, hora de decidir nuevamente.

24 de enero de 2024

La locura como estrategia

 

Yves Tanguy


Para ser un portador de creencias fálicas, creerse lo que no se es o lo que no se tiene, es inevitable exhibir un grado de locura porque se deja de vivir la realidad y se sumerge en la fantasía. Ahora hay seres que poseen gran creatividad para vivir su locura y ponerla a favor de sus intereses. Hacer creer al otro indefenso que todo lo pueden, que todo lo logran, utilizan su propio delirio como estrategia política. Muchos están aplicando ese truco y nosotros asombrados con tantos locos en el poder. Hay, sin embargo, también seres más escasos intelectualmente sin los dotes histriónicos, que resultan caricaturas en su asalto al poder. Los primeros causan miedo los segundos, hilaridad con precaución.

Al ser incompletos por esencia estamos constantemente deseando lo que nos falta. El hombre es una máquina de deseos al cesar esa máquina existencial estamos muertos. Así nos quieren, al amenazar con “Plan furia Bolivariana” ante los reclamos que hacemos por lo que nos falta y nos llevaría a la muerte. No es falacia ni retórica alarmista, nos falta lo esencial en las necesidades biológicas humanas. Los locos sin creatividad enredados en lo pavoroso y siniestro por quedar desnudos sin poder alcanzar otro discurso ordenador que los inserte en la cultura. Ya es tarde para el que sin su falo poderoso pueda salir airoso de la trampa que se construyó. Esa “furia” nos causa desprecio sin dejar de cuidarnos porque salvajes son.  Animales salvajes entrampados en la cacería que están provocando.

Pues bien, los seres que no se culturizan, que no domestican sus pulsiones, que no se resignan a posponer satisfacciones, que no internalizan que no todo está permitido, que se quedan apegados a la obviedad de la representación carnal de sus goces sexuales, que cargan sus penes y los exhiben de formas grotescas provocando escándalos en la cultura, son los seres que muestran una mayor impotencia. Impotencia para salir de la trampa más banal en la que puede caer un ser humano, mostrando, de esta forma, una fenomenología tan gastada y repetitiva sin ningún rasgo de creatividad. Grotesco porque carecen de lo sublime y hermoso del amor cultivado, porque la vida se les va esculpiendo pedazos de carne (partes del cuerpo) que no puede escapar a la corrupción y en una fanfarronería exhibicionista de lo que no tienen y no son. La adoración de una imagen.

Las joyas, el dinero, el poder junto con esta actitud burlesca e irrespetuosa hacia otros seres humanos, son las constantes que se observan en algunos hombres y mujeres que ocupan puestos de poder (el cual siempre será transitorio) y por sus carencias espirituales, confunden un lugar temporal con lo que son o tienen. Nos reímos de los disfraces porque son calcados de unos a otros, uniformados con patrones que los identifican. Sin el menor gusto estético, máscaras mal elaboradas y pintarrajeadas de colores que se chorrearán en las primeras lagrimeadas. No se detienen a pensar, no tienen tiempo porque lo invierten frente al espejo que les devuelve la imagen del engaño narcisista. Hicieron una apuesta suicida, renunciaron a la libertad al ser impotentes para haber cultivado un relato propio.

Estamos acercándonos a la hora de la verdad y se impondrá la sensatez si no nos desviamos y pervertimos la gramática de la democracia y rescatamos la justicia y al país. En este sentido los maestros imparten sus clases de la conjugación de los verbos, oigamos con atención.

 

 

17 de enero de 2024

Se oyen propuestas

 

Leonora Carrington

Al hablar de pueblo nos podemos estar refiriendo a sujetos distintos. “Pueblo” puede referirse a una clase social de trabajadores que conservan lazos de unión pre-políticos determinados por creencias, mitos, oficios y otros rasgos culturales. “Pueblo” también puede connotar al sujeto político colectivo, facultados para participar en la toma de decisiones sobre el destino del país. En este caso se suele hablar de “ciudadanos”. Yo evito la utilización del vocablo “pueblo” porque se generalizó en el país para referirse a una masa de gente obediente y no pensante. La democracia pretende contar con individuos formados y pensantes que, en un momento determinado, compartan una visión de país.

El mundo populista (cuyo vocablo proviene de pueblo) refiere a un conglomerado de personas que conforman un todo unitario, por ello desprecian la educación y la cultura porque mientras mas ignorantes sean los individuos y más aislados se encuentren y menos criterios propios sostengan, son más fáciles de manipular. A estas maniobras posibles sobre pueblos ignorantes se avocaron los populistas suramericanos y les fue fácil tomar nuestros países para saquearlos. Encontraron las minas propicias. Ricos en recursos naturales y pobres en discernimientos, aunque les puede salir el espíritu guerrero heredado de nuestros aborígenes. Entonces surgen las guerras de bárbaros contra bárbaros. Aplaude una autoridad universitaria y adversamos los demócratas a  bárbaros que combaten a otros bárbaros.

Una de las importantes dicotomías de hoy en días, el Holismo contra el individualismo. Son dos formas diametralmente opuestas de concebir a la sociedad y la relación del estado con sus ciudadanos. El Holismo prioriza el todo y anula las partes (instituciones) y el individualismo respeta la autonomía del individuo y las instituciones. Por ello las democracias luchan por preservar el voto y escuchar las opiniones. Un individuo un voto, un individuo una voz. Los dirigentes que se dicen ser demócratas deben actuar y sentir como demócratas. Ser voceros de la opinión de una mayoría requiere saber quienes son esas mayorías y qué quieren. Requiere respetar las costumbres y la educación. No vemos con simpatía ir golpeando a delincuentes porque no existe justicia. Vemos con simpatía la lucha por la justicia.

Ahora no es menos cierto la afirmación de Lacau “todas las singularidades sociales tienden a agruparse alrededor de alguno de los polos de la dicotomía” la dicotomía postulada por Schmitt “eres mi amigo o eres mi enemigo”. El populismo, por vía emocional, nos conduce a concebir la realidad en esos términos que es una idea deformante. Implica una reducción de la esfera pública.

Las ideas políticas no surgen de las masas uniformes, surgen de los individuos pensantes que acuerdan una vía común. El dirigente político debe oír y proponer, no imponer. Estamos atentos y ávidos por oír propuestas y ser tratados nuevamente como ciudadanos. Se acercan unas elecciones (o al menos eso se ha dicho) es el tiempo de oír y debatir.

Somos ciudadanos por lo tanto exigimos ser tratados como tales.