17 de enero de 2024

Se oyen propuestas

 

Leonora Carrington

Al hablar de pueblo nos podemos estar refiriendo a sujetos distintos. “Pueblo” puede referirse a una clase social de trabajadores que conservan lazos de unión pre-políticos determinados por creencias, mitos, oficios y otros rasgos culturales. “Pueblo” también puede connotar al sujeto político colectivo, facultados para participar en la toma de decisiones sobre el destino del país. En este caso se suele hablar de “ciudadanos”. Yo evito la utilización del vocablo “pueblo” porque se generalizó en el país para referirse a una masa de gente obediente y no pensante. La democracia pretende contar con individuos formados y pensantes que, en un momento determinado, compartan una visión de país.

El mundo populista (cuyo vocablo proviene de pueblo) refiere a un conglomerado de personas que conforman un todo unitario, por ello desprecian la educación y la cultura porque mientras mas ignorantes sean los individuos y más aislados se encuentren y menos criterios propios sostengan, son más fáciles de manipular. A estas maniobras posibles sobre pueblos ignorantes se avocaron los populistas suramericanos y les fue fácil tomar nuestros países para saquearlos. Encontraron las minas propicias. Ricos en recursos naturales y pobres en discernimientos, aunque les puede salir el espíritu guerrero heredado de nuestros aborígenes. Entonces surgen las guerras de bárbaros contra bárbaros. Aplaude una autoridad universitaria y adversamos los demócratas a  bárbaros que combaten a otros bárbaros.

Una de las importantes dicotomías de hoy en días, el Holismo contra el individualismo. Son dos formas diametralmente opuestas de concebir a la sociedad y la relación del estado con sus ciudadanos. El Holismo prioriza el todo y anula las partes (instituciones) y el individualismo respeta la autonomía del individuo y las instituciones. Por ello las democracias luchan por preservar el voto y escuchar las opiniones. Un individuo un voto, un individuo una voz. Los dirigentes que se dicen ser demócratas deben actuar y sentir como demócratas. Ser voceros de la opinión de una mayoría requiere saber quienes son esas mayorías y qué quieren. Requiere respetar las costumbres y la educación. No vemos con simpatía ir golpeando a delincuentes porque no existe justicia. Vemos con simpatía la lucha por la justicia.

Ahora no es menos cierto la afirmación de Lacau “todas las singularidades sociales tienden a agruparse alrededor de alguno de los polos de la dicotomía” la dicotomía postulada por Schmitt “eres mi amigo o eres mi enemigo”. El populismo, por vía emocional, nos conduce a concebir la realidad en esos términos que es una idea deformante. Implica una reducción de la esfera pública.

Las ideas políticas no surgen de las masas uniformes, surgen de los individuos pensantes que acuerdan una vía común. El dirigente político debe oír y proponer, no imponer. Estamos atentos y ávidos por oír propuestas y ser tratados nuevamente como ciudadanos. Se acercan unas elecciones (o al menos eso se ha dicho) es el tiempo de oír y debatir.

Somos ciudadanos por lo tanto exigimos ser tratados como tales.

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