25 de agosto de 2020

¿Unidad en torno a qué?

 

 William Turner

Se llama nuevamente a una unidad. Guaidó convoca a su grupo más afín a unirse junto a él para lograr el “cese de la usurpación” Es decir convoca a Henrique Capriles, María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Manuel Rosales, Henry Ramos Allup entre otros a cerrar filas en torno a…. eso es lo que no sabemos y tengo la impresión que ellos tampoco. Algunos dicen que apoyan esta iniciativa a ojos cerrados porque se trata de un objetivo que todos deseamos. Es decir emiten un cheque en blanco. Otros opinan que para eso se convoca para plantearse en conjunto la vía a seguir, una estrategia común acordada por voceros de la oposición cada vez más distanciados entre sí. Me imagino y creo que acierto que no se convoca a cerrar fila en torno a Guaidó y ser conducidos por un líder que viene de incurrir en los peores errores de los últimos tiempos. De todos los desaciertos que ha tenido esta errática oposición, Guaidó sin duda se lleva el premio.

Para mi buscan una reactivación porque al fin se dieron cuenta de que están estancados. Pero, otra vez, arrancan mal. Lo primero es aclarar sobre qué bases se actuaría ya que sabemos no será decantándose por las elecciones que ya rechazaron 27 partidos de la oposición. Henrique Capriles se dirigió al país a través de un sensato comunicado donde llama a poner los pies en la tierra y tomar en cuenta la opinión de la ciudadanía, no solo a encerrarse las mismas caras con las mismas ideas en un salón contra ruidos. Titubean, quieren liderazgos y no saben cómo, temen a eso que se llama “opinión pública” con muy poco sentido común y conocimiento pero eso si con mucha emotividad. Líderes temerosos en momentos decisivos y peligrosos. Se pide unidad y estrategia y esta es la forma como se comienza un llamado que por lo menos de forma pública no fue el adecuado. Solo Capriles pareciera destacarse de lo común y trillado y volver a encender una lucecita, veremos.

La afirmación dura que hago se desprende de ese vago y frío discurso de Guaidó haciendo el llamado que no va más allá de palabras imprecisas y acciones muy vagas. Por ejemplo qué es eso “lograr la actuación de la FAN y de la CI” cuál es la actuación que esperan, ¿un golpe militar o una invasión de marines? Como decían las viejas antes a una niña alebrestada “no sabe en qué palo ahorcarse”. Si es eso entiendo porque no lo pueden decir en voz clara y cristalina sin terminar con sus huesos en una cárcel para siempre. Pero esto no es todo lo que acontece en nuestro mundo político mientras nos encontramos encerrados en casa y más temerosos que antes debido a la ola de contagios que está acabando con nuestros médicos. No he oído una estrategia de todos unidos para proteger a nuestro personal de salud que día día se están enfrentando con la muerte y se encuentran abandonados tanto por oposición como por el régimen.

Al mismo tiempo se convoca a una consulta, por supuesto solo para la participación de la oposición. Sin carácter vinculante, sin ninguna capacidad para organizarlas en tan poco tiempo y sin capacidad de defender los resultados hasta sus últimas consecuencias. Aún recuerdo, como una pesadilla, todo lo que tuvimos que hacer recogiendo firmas en 2017 para que no tuviera a la larga ninguna consecuencia sino una profunda decepción y escepticismo sobre cualquier convocatoria para medir voluntades. Levantar nuevamente la calle no es cuestión de convocatoria sino de credibilidad en una ruta.

También presenciamos como se desmorona el PSUV, nueve partidos se apartan de sus filas después de haber soportado por 21 años la pérdida de autonomía y criterio propio. Nueve partidos de izquierda salen dando chillidos y denunciando a quienes por 21 años prometieron fidelidad e hicieron voto de obediencia. Cuelgan los hábitos y salen al mundo con los ojos desorbitados pidiendo clemencia y denunciando lo que era obvio. ¿Despertaron de su largo letargo? No lo sabemos porque conocemos casos en que vuelven a caer en un profundo sueño de conveniencias. Se mueven de manera torpe produciendo tristes espectáculos unos y otros, lamentablemente para los que sufrimos el horror de tan desacertadas conducciones. Llegaremos a diciembre con un solo cambio, el país cada vez más deteriorado y una población cada vez más desmoralizada, maltratada y hambrienta. Ojala me equivoque por el bien de todos.

18 de agosto de 2020

Tierra y cielo se pueden encontrar

 

 Zdislaw Belksimski

Es interesante la polémica que suscitó el comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana por las múltiples y diferentes interpretaciones que tuvo. Por supuesto uno enseguida se pregunta por las causas de tan disimiles versiones. Lo primero fu leer el comunicado y comprobar la claridad de su contenido, no había lugar a dudas, el comunicado expresa su llamado a votar en los comicios de diciembre aun reconociendo todos los vicios del proceso. Entonces sigue vigente la pregunta, ¿Qué factores intervienen para que tengamos tan disímiles percepciones? Parto de la base que todos por igual entendemos el idioma y sabemos leer. Compartimos una inteligencia media aceptable, allí no radican las diferencias. Se me ocurre entonces que los prejuicios, el deseo, la duda son factores fundamentales en personas que vivimos constantemente ansiando encontrar respuestas que se acomoden a nuestras creencias liberadoras.

Por lo demás no es inusitado esta Torre de Babel en un mundo que no solo fue atravesado por la duda cartesiana sino, como nos explica Hannah Arendt, por el crecimiento de la duda junto con el desarrollo de la ciencia. Estos factores fueron contribuyendo al individualismo, la introspección y la pérdida del sentido común. Mientras más aislados y alejados de la acción creativa, -que nos obliga a contribuir con otros seres humanos- más perdidos estaremos en un mundo interno con sus propias reglas y dinámicas. Perdidos en cuanto al mundo externo y el acceso a la verdad interpretativa. Considera Arendt que las relaciones humanas han sido afectadas por el individualismo como estilo de vida que predomina en nuestra época. Un hombre tragado por el trabajo rutinario y por labores la mayoría domésticas.

El mejor camino para acceder a la verdad consiste en eliminar prejuicios por lo que dudar para Descartes era fundamental en un ser que se arriesga a toparse con verdades. Una crisis como la terrible que sufrimos los venezolanos nos obliga a vivir en un constante planteamiento de preguntas para las que requerimos nuevas respuestas. Las respuestas encontradas, esas que provienen de otros llamados a responder, hace tiempo no  ofrecen novedades y por ello esa necesidad compulsiva de inventarnos haber oído lo que el otro no dijo sino lo que yo hubiese querido que dijera. Ese mundo fantasioso me permite descansar por breve tiempo en fantasías, pero pronto la realidad impertinente me despertara con un manotazo, porque delicada no es. Mientras las crisis se ahondan cuando respondemos a ella con prejuicios, perdemos la posibilidad de la reflexión y el aprendizaje.

El hombre faber, capaz de fabricar todo un mundo tecnológico admirable con sus manos se encuentra lento y perezoso con su mundo interactivo que ya no se conforma solo con la especulación religiosa o dogmática sino que requiere experimentación. Poco arriesgado sus respuestas son tímidas y obedecen, por lo general, a respuestas dadas en un pasado, lo nuevo al salirse de sus esquemas es despachado como equivocado y si no su emisor acusado de cualquier lindura que a Ud. se le ocurra. Pero lo cierto es que nadamos en la duda de creencias tradicionales.

El hombre es sin embargo artífice de todos sus actos, es él quien plantea hipótesis y realiza los experimentos, el deseo del experimentador que interviene en los resultados es una variable no controlada siempre presente. Así que no busquemos purezas, perfecciones en un mundo cuya verdad ultima nos es inaccesible. Pero tanta confusión tampoco, aunque sea artificiosa. La cosa es que no queríamos pero se dijo. Los Obispos llaman a votar contra viento y marea mientras los laicos recogen firmas en un llamado a corregir irregularidades anticonstitucionales y posponer los comicios. No hay contradicciones tierra y cielo pueden encontrarse.

 

 

11 de agosto de 2020

Sin políticos no hay política

 

 Gaetano Cellini

 Se confunde con frecuencia dos planos en la comprensión de los conceptos y realidades. Un plano es el del lenguaje con el que podemos expresarnos y entendernos y otro muy distinto es el de la existencia. Que neguemos la existencia de algo no implica que no exista, bien podría ser que esté en espera de ser constituido o puede ser que se encuentre en espera de ser implementado, en estado latente. Todo lo existente puede ser nominado y sin embargo se puede nombrar algo que se intuye y esté próximo a ser definido y conocido. Algo muy distinto son realidades que ya se han definido, que se conocen y son indispensables para el funcionamiento de una sociedad, como son los Derechos Humanos. Que se encuentren vulnerados por un poder que los irrespeta es otra realidad que podemos rebatir con el lenguaje pero lo que no podemos es negar su existencia. En ese caso no podemos nunca decir que no existen sino que se encuentran vulnerados y toda lucha por rescatarlos es una lucha válida y moralmente loable.

Sin ánimo de ser precisa con un tema sumamente complicado en el que se ha interesado la filosofía en toda su historia, solo hago una superficial distinción para abordar un tema que me parece la esencia del debate político actual en nuestro país. Distingo dos tendencias aunque hay también una tercera que tocaré al final. La primera es aquella que sostiene que se debe ir a votar en diciembre con las condiciones y en los términos planteados por el régimen. Los argumentos no son descartables de antemano, son dignos de consideración y análisis: Las elecciones son una oportunidad para organizar una lucha por el reclamo de los derechos, por un sufragio transparente y libre. La función de los partidos políticos es precisamente organizar elecciones y son la base de todo sistema democrático. Estamos en un sistema que vulnera los derechos humanos y las elecciones nos dan una oportunidad para cambiar esta tragedia que la mayoría de la población rechaza. Unidos podríamos mantener una Asamblea Nacional legítima, bastión para la resistencia y luchas organizadas y estratégicas de la oposición. Como en realidad sucedió hace 5 años.

Otra de las tendencias es la que revierte las prioridades de la lucha, la exigencia de condiciones y legalidad sin la cual no se iría a elecciones. El reclamo por unas elecciones justas antes de ir a los comicios. No se deben aceptar estas elecciones en esas condiciones en el que se vulnera aspectos que son inaceptables: La negación al derecho del voto a los indígenas. El aumento de los curules de 167 a 277 lo que dificultaría enormemente el acuerdo por mayoría calificada en cualquier aspecto que se debata. Además de que serían “48 diputados por los que nadie vota, sino que los elige el CNE con un algoritmo que nadie conoce” declara Caleca. Se introdujo un recurso de Amparo en el TSJ en un llamado a la justicia como “representación de la voluntad reprimida de los venezolanos que no aceptan cómo fue convocado este proceso”, alegando que la intensión del llamado a estos comicios es terminar de destruir la institución del voto. El principal vocero es Andrés Caleca exrector del consejo Nacional Electoral o sea un experto que conoce al monstruo por dentro. Los que se inclinan por posponer la fecha de las elecciones hasta que se corrijan los aspectos anticonstitucionales.

Esta polémica ha producido las mayores tensiones dentro del seno de la oposición y un antagonismo rabioso entre sus defensores. Insultos de la peor ralea lanzados sin ningún pudor ni contemplación en un espectáculo publico lamentable que no pareciera tener vuelta atrás y más cuando 27 partidos se manifestaron públicamente que no irán a los comicios.

La última posición de menor contemplación pero con igual importancia y validez es la sostenida por el Profesor José Rafael Herrera quien mantiene que nuestro enfrentamiento no es político sino judicial: Estamos secuestrados por unos gánster que deben ser abatidos por fuerzas policiales bien sean nacionales o extranjeras. Deben ser sacados de Miraflores esposados como hampones. Hasta que no se entienda que se trata de una banda delincuencial la que nos oprime no vamos a encontrar la forma de combatirlos. Las realidades hay que llamarlas por su nombre. Me encantaría ver esta culminación pero la verdad es que no tenemos las armas, ni la policía, ni la justicia que condene. La verdad es que no tenemos con qué.

Retomo entonces al principio de este artículo, que no tengamos con qué, que no reine un Estado de Derecho en nuestro país no es lo mismo a decir que no existe y es por ello que se libran luchas por rescatar lo que nos pertenece y nos fue arrebatado. Es la forma de la lucha el verdadero debate, si es dentro de términos políticos hay que contemplar el diálogo por mas agrio e injusto que este sea, con políticos formados y serios que aparentemente no tenemos. En caso contrario iremos a una confrontación y destrucción como ya estamos haciendo. Estamos más lejos, hoy en día, de entendernos entre las distintas fuerzas de la oposición que con los hampones que nos maltratan que al fin y al cabo ya se han entendido algunos pseudo opositores bajo cuerda y a media noche.

Yo aún no veo con claridad hacia qué camino me inclino, solo leo con respeto las argumentaciones que esgrimen los firmes creyentes de las diferentes opciones en debate. Nuestra situación es desesperante porque hemos llegado demasiado lejos en el dominio del despotismo y en mi opinión por la mala conducción de políticos improvisados. Sin políticos no hay política y es esta realidad nuestro principal y trágico problema. Cualquiera de los caminos que tomemos si no está estratégicamente conducidos y mayoritariamente apoyados se sumará a nuestro próximo y doloroso fracaso.

4 de agosto de 2020

Los mitos y nosotros



Nuestros clásicos mitos dejaron de arrastrar a la mayoría en esta nación. Se han diluido poco a poco, ya no nos convence ese talante épico, heroico de nuestros ancestros, ya los comenzamos a cuestionar o por lo menos ya no nos atrae la idea de imitarlos. Se puede observar este desencanto en pequeños gestos. Implementan una nueva medida, arbitraria que nos hace la vida aún más trabada y en seguida se oyen planes de como acomodarse para no trasgredir el mandato. Antes, como nos convencía el poder de la rebeldía, hubiésemos hecho planes para no obedecer al desacertado con poder de intervenir en nuestras rutinas. Las masas que parecieran caracterizan nuestro tiempo digital, como nos explica Fernando Mires, se inclinan por el acatamiento. Estamos vencidos, pensaran algunos, puede ser pero con el cansancio desaparece también un ideal con el que antaño nos identificamos. El venezolano no es ese súper poderoso que una vez creyó ser, se acomodó en la impotencia.

Desapareció también esa idea de un pueblo acogedor, simpático cálido que una vez fuimos o creímos ser. Aislados y comunicándonos con los otros por las redes sociales, sin presencia física y la mayoría amparados en un anonimato dejamos exhibir la mala educación, los caracteres agrios, desagradables. El tiempo y nuestras circunstancias amargaron nuestros tratos, dirán algunos, lo cierto es que desapareció de nuestros valores apreciados la suavidad y el entusiasmo por la bienvenida al otro. El otro es una carga porque está necesitado y no tengo como ayudarlo o no sé cómo hacerlo o me fastidia. La muestra más patente la tenemos con el abandono de las personas mayores y de las mascotas. Ya no convence o al menos cuestionamos esa figura del venezolano bondadoso. Otro mito que había perdurado por largo tiempo.

Desaparecen el mito de no ser discriminadores, ni racistas, ni xenófobos. Comienzan a aparecer los rasgos de exclusión al diferente, se oyen expresiones que antes jamás se oían. “Ud. es extranjero, váyase para su país” (oído en la cola en un automercado). El desprecio por el viejo al que se pretende dejar de lado, se le ofende y desvaloriza por su edad. Ante el maltrato que personas han infligido a los venezolanos en otros países se arremete directamente contra el país. Es que los peruanos, los cubanos, los colombianos son… y se invita al concurso de insultos a ver quién insulta con mayor odio y desprecio. El venezolano aquí es reconocido por sus mañas tramposas pero basta que se les señale afuera para que sea un ciudadano intocable. Muchos dirán que somos invadidos por otros pueblos y maltratados pero lo cierto que hemos desplegado todo un catálogo de desprecios despreciables. Ya el venezolano no es ese anfitrión ejemplar que creímos ser.

Hay mitos que perduran principalmente entre las personas menos instruidas, las brujerías y creencias populares basadas casi todas en una tragedia que mantiene a una persona penando y haciendo estragos entre los incautos. Cuentos que perduran a través del tiempo y en lo que una gran porción de la población cree. Creencias con las cuales se facilita el manejo de la voluntad del rebelde indoblegable. Ese borrachín que no se puede retener y que es amenazado con la Sayona que si se aparece le puede causar un daño irremediable. El daño profundo que causaron y causan los prometedores de paraísos en la tierra, ese libertador por el que suspiramos, no espantaron tanto al venezolano que se creía un superhéroe. Es muy revelador la sentencia de Mires cuando afirma “La mitomanía cumple en América Latina el papel que en Europa corresponde a las ideologías y a las religiones” las cuales también podrían ser entendidas como mitos. En definitiva son cuentos, relatos, que permean el imaginario colectivo y definen las historias de la gente y las sociedades.

Ya no sabemos mucho en qué cree el venezolano, hoy ha cambiado y es difícil decirlo. Estamos descreídos, todos los cuentos se nos cayeron; sin embargo yo me reconozco muy parecida porque he cambiado junto con todos, comparto esta historia triste y de despojos, padezco las mismas angustias y albergo las mismas ganas, deseos e ilusiones. Quiero a mi país y me gusta su gente y sus costumbres. Mucha historia e historias que me formaron. Pero ya no sé cuáles son los mitos que se ajustarían más a nuestro tiempo, ya no sé cuál es mi mito. Quizás tuvimos a Bolívar como inspiración para vivir un presente sin ajustarlo a la realidad. “Por eso tenemos a Bolívar metido en todo” Afirmaba Mario Briceño Iragorry en 1954.

Quizás estemos vacíos para comenzar a producir nuevas ideas, quizás pero aún no se pronuncian o no se producen. Quizás como sostiene José Joaquín Brunner estemos en la puerta de un cambio cultural después de una larga y desbastadora crisis, quizás nos arrope un nuevo relato, un nuevo mito. Solo quizás.