29 de agosto de 2019

El Lector





Una película de Stephen Daldry rodada en el año 2008 y basada en el libro del escritor Alemán Bernard Schlink; nos narra de manera conmovedora un cruce de deseos entre un joven de 15 años y una mujer de 35. Historia que transcurre durante la segunda guerra mundial y la terrible experiencia de persecución y asesinato perpetrados por los Nazis que tuvieron que sufrir los alemanes, especialmente los judíos. Porque por supuesto las principales víctimas fueron esos seres a quienes se persiguió y asesinó, pero no hay que despreciar el sufrimiento que padeció el pueblo Alemán. Aspecto que se puede ver en la película con una cruenta puesta en escena. Michael es interpretado en su juventud por David Kross, joven desconocido hasta ese momento y que muestra cualidades extraordinarias como actor. En su edad adulta es interpretado por Ralph Fiennes que como sabemos es un actor consagrado y que nos ha tenido acostumbrados a magníficas interpretaciones. Hanna es la protagonista principal con una sorprendente e inmejorable actuación de Kate Winslet quien resulta ganadora de un Oscar otorgado en 2009 como la mejor actriz.

Una historia contada en tres tiempos. Un primer tiempo cuando se conocieron en una circunstancia casual. Michael enferma de repente y va caminando por la calle con apenas fuerzas para sostenerse en sus pies y vomitando. Hanna lo observa, lo socorre y lo invita a su casa para asearlo. Michael siente vergüenza le pide privacidad y al reponerse un poco se va a su casa. Un segundo tiempo transcurre años más tarde con Michael estudiante de leyes y Hanna en juicio por crímenes de guerra y un tercer tiempo cuando ya Hanna está vieja y Michael es un hombre maduro y abogado. En su juventud se desencadena entre ellos un deseo sexual intenso que termina por marcar el destino de ambos y por sellar lo que inevitablemente se convierte en tragedia. No pueden escapar a la realidad de una diferencia muy grande de edad, ni a los infiernos del nazismo y su voluntad de destrucción. No hay duda fue un amor, un amor que los transforma. En Hanna se despierta un deseo por el conocimiento y para Michael significó su despertar sexual. Michael entonces se dedica a leerle, Hanna era analfabeta. De allí el nombre de la película y del libro, El lector.

De esta manera los dos se encuentran despertando a un nuevo mudo. Un día ella desaparece y Michael la vuelve a ver en el tribunal. Allí ella miente y se declara culpable de haber redactado un informe por no delatar su condición de analfabeta y Michael sabe que no es cierto. No se atreve a defenderla, calla pero arrastra de allí en adelante una deuda con esta mujer que conserva un gran significado aun para él. Le manda libros a la cárcel y cintas grabadas con su voz, su lectura y con estos instrumentos ella aprende a leer. Después de 20 años cuando ya va a salir de la prisión se suicida.  No demos más detalles porque la idea es que el lector la vea y disfrute de una gran película, por su trama, por actuaciones que sobrecogen, por una ambientación que lo introduce a uno en ese clima oscuro y rígido de la postguerra, donde las personas están sosteniendo aun sus pesadas cargas y van arrastrando sus resentimientos y dolores.

La película tiene un gran valor también por el testimonio, una vez más, de la banalidad del mal que tan bien describió Hannah Arendt después de ser testigo de las declaraciones de Eichmann en el juicio en Jerusalén. Hanna declara como defensa que ella era carcelera y que estaba allí para implantar el orden, no podía hacer otra cosa. La clásica respuesta, seguía órdenes. Claro, después que se instruye ya no puede seguir viviendo con la culpa de no haber evitado muchas muertes o por lo menos tratado. Michael tampoco vive bien, está solo y amargado. Tampoco puede superar la culpa de no haber aliviado a esta mujer de tanto sufrimiento, habiéndolo podido hacer. Es una historia de amor, de culpas, secretos y mentiras. Es una historia donde la vergüenza predomina. La vergüenza de haber contribuido con los Nazis de parte de Hanna y Michael por los prejuicios de la época. Un ayer que marca el hoy y que la dirección los muestra magistralmente con la transposición de los tiempos.

Exposición magistral del deseo humano. Lo que les falta a estos seres y que no dejan de buscar, ella quiere entender, pero entenderse ella. Él quiere entenderla a ella. ¿Quién es realmente esta mujer? ¿Qué quiere? ¿Qué tiene para haberlo dejado prendado de esa manera toda su vida? Lo que lo interroga a él, a ella la tiene sin cuidado, no es precisamente el sexo lo que la perturba, lo vive y goza con naturalidad. Él calla porque no quiere que se sepa de su relación. Si no hubiese sido por las circunstancias terribles de la guerra y su participación con los Nazis, Hanna estaba mucho más preparada para vivir una vida a su manera. En cambio Michael quedó fijado a su infancia, dependiente de la rigidez de las apariencias y de su propio conflicto. Un niño como en realidad lo llamaba Hanna. Ella decide por si misma aprender, ya no lo espera a él y emprende su camino en solitario. Cuando se da cuenta que ya no lo tiene a él, cuando comprende su decisión y concientiza que no tiene perdón se suicida. Ella también eligió su momento.

Nosotros sabemos, a estas alturas, como los totalitarismos y sus aberrantes formas acaban con los seres humanos, con sus deseos y sus vidas. Como empujan a la muerte de diferentes maneras. El suicidio, sin duda, es una de ellas.

La película está disponible en Netflix con el nombre de  “Secretos de una pasión”.