29 de octubre de 2019

Tareas imposibles

Cyril Edward Power


Según Platón la democracia se instaura como idea en la humanidad a partir de la búsqueda de la igualdad. El ser humano comienza a desear adquirir los mismos bienes, comodidades y privilegios que gozan los oligarcas. Tocqueville concibe esta tendencia irrefrenable como una pasión, la cual tiene grado y fuerza mayor que cualquier gusto. Afirma que más que la libertad el ser humano persigue la igualdad pero con tal pasión y determinación que se muestra dispuesto a renunciar a su libertad con tal de asegurar la igualdad. Si un tirano ofrece igualdad,  arrebatarles a unos sus bienes para entregárselos a otros que lo desean, no titubea el beneficiario en renunciar a su libertad y entregarse a la esclavitud. Esa afirmación podemos hacerla sin temor a equivocarnos al observar el comportamiento de los pueblos en su visión mayoritaria. ¿Podríamos afirmar que este comportamiento es propio de la naturaleza humana? ¿El ser humano es caprichoso e envidioso por naturaleza? Así lo sostuvo Platón, “El ser humano pasa cada uno de sus días satisfaciendo el primer deseo que se le presenta”.

Muy difícil llegar a tal aseveración determinista sin sostener una visión tremendamente derrotista y negativa del porvenir de nuestras culturas. Marshall Sahlins, antropólogo estadounidense cuestiona la idea de que haya realmente tal cosa como “naturaleza humana” fija y para siempre que obligaría a los seres humanos a estar en una constante alerta para evitar las guerras. Si el motor principal de los deseos humanos es la igualdad, el arrebato estaría siempre al asecho y habría que evitarlo por la fuerza o llegando a acuerdos negociados. Siempre en un precario equilibrio y siempre siendo enemigos, viendo enemigos, esperando enemigos, soñando con enemigos, temiendo al enemigo. Nunca hemos podido observar al ser humano en estado puro natural para conocer su naturaleza; eso que conocemos como seres humanos siempre ha estado moldeados por culturas, atravesados por un lenguaje, sujetos a mitos y símbolos que les preceden. Somos producto de todo un complicado tramado de ideas, valores, creencias e impulsos complejos.

Observando el espectáculo que está ofreciendo el mundo en nuestros días se hace muy difícil no sostener con Nietzsche que nos encontramos observando “al último hombre” “cuya característica principal es la igualdad, todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio”. La ostentación de las más grandes conquistas: el bienestar, la comodidad, la seguridad y el goce de los pequeños placeres. Y ¿Quién no? Dudo de encontrarme a un ser humano que hoy en día no desee poseer estos bienes, pero donde sí encontramos diferencias es en las vías escogidas para adquirirlos. Esa es la gran diferencia entre la barbarie y la civilización. Al parecer estamos presenciando el final de este “último hombre” lo que se mantiene es una absoluta incógnita de que es lo que está apareciendo, no me pareciera vislumbrar “Superhombres” llamados a vivir en tiranías. Seres humanos que se creen capaces de ser todo y de poder realizarlo todo, “charlatanes, pobres de voluntad y extraordinariamente adaptables, que necesitan del señor, del que manda como el pan de cada día”.

Por estas características que describe Nietzsche podemos decir que al menos conocimos un espécimen de esta naturaleza. Operaba vesículas, manejaba topos para abrir túneles, dictaba clases de ortografía, sabia de economía, en fin no había ningún rubro que no creyera dominar. Eso sí hablaba sin parar y sin sentido del tacto, hasta tal punto que un rey lo tuvo que encrespar con un “por qué no te callas”, murió joven sin haber podido desempeñar con destreza y responsabilidad la única función que se le recomendó, conducir un país por vías democráticas. Pero fue un esclavo de su mal entendida ideología y de sus pasiones. Este “superhombre” se prestó para ser el tirano de los “últimos hombres” que vendieron su libertad en búsqueda de una igualdad prometida con una advertencia inicial “ser rico es malo”. Según Platón cuando la libertad comienza a invadir todos los ámbitos de existencia, públicos y privados, se tiende a establecer un trato estrictamente igualitario “entre el padre y el hijo, el ciudadano y el meteco, el maestro y el discípulo, el joven y el viejo, incluso entre esclavos y hombres libres, la opulencia de libertad hace sentir la necesidad de la tiranía” “todo exceso suele conducir al exceso contrario”. “Siglo XX problemático y febril”, esta vez el tango no se equivocó.

Uniformados y queriendo lo mismo juzgamos los procesos políticos de otros países con las mismas estrechas y limitadas categorías como nos miramos a nosotros mismos. Nos equivocamos, ni somos iguales ni llegaremos nunca a serlo. Lo que necesitamos es libertad para poder conquistar lo que particularmente queremos sin que nos sea permitido arrebatarlo a otro. Pareciera que hay un desgaste de modelo político para la convivencia humana, los pueblos luchan por sus conquistas pero a veces no es transparente lo que quieren. Como tampoco es transparente lo que persiguen los gobernantes que parecieran permanecer alejados del sentir de sus ciudadanos para quedar sorprendidos con los estallidos que suceden. ¿Estallan los pueblos por las mismas razones que estallan los seres humanos? ¿Se trata de procesos emocionales desbordados y sin límites las luchas intestinas que han librado el ser humano a lo largo de la historia? Son procesos que se escapan a las posibilidades de la política, como las pulsiones se les escapan a la educación. Ya lo decía Freud son tareas imposibles: educar y gobernar.

22 de octubre de 2019

La aventura interior

Tatyana Markovtsev


La mejor y más emocionante aventura es la que realizamos con nosotros mismos. Esa capacidad de abstraernos y perdernos en fantasías y encuentros sin temporalidad es la que nos proporciona, con mayor intensidad, diferentes estados de ánimos. Crucial para el contacto con el mundo exterior y su apreciación es el estado de ánimo con el que contamos. Si falta el estado de ánimo adecuado se nos hace imposible el contacto con lo maravilloso y lo terrorífico de nuestras experiencias. No habrá poesía, no habrá emociones para ninguna otra aventura con la creación humana. Si vivimos con un estado de ánimo aplastado no habrá fuerzas para organizar nuestra existencia y vivir sin poderes superiores que agobien. Solo mantendremos la impotencia como una roca obturadora de las posibilidades. Me temo que este es otro de los grandes logros de la “revolución”. Mantenernos resignados y dedicados a sobrevivir.

Apegados a la inmovilidad de las leyes causales y a una temporalidad real solo podemos concluir que son más de veinte años recibiendo maltratos, observando destrucción y sometidos a arbitrariedades de todo tipo. Tiempos largos en los que solo nos ha tocado perder y observar con dolor como nos matan de diferentes maneras. Acorralados la única salida ha sido la huida y cada quien huye a su manera y con sus posibilidades, actos emprendidos con temor y dolor. Situaciones límites que nos obligan a mantener mayor contacto con nosotros mismos. Shakespeare sostenía que “estamos hechos de la urdimbre de nuestros sueños y soñar, sin duda, es el paradigma mismo de la aventura espiritual, lo más íntimamente significativo que nos ocurre en la vida” nos relata Savater.

¿Qué queremos de forma individual hacer? ¿Cómo pensamos pasar el resto de vida que nos queda y cuáles son las posibilidades? Me parece que ya comienzan a ser las preguntas pertinentes. Cada quien la ha venido respondiendo a su manera con el pleno derecho en la escogencias de opciones forzadas y desgarradoras despedidas. Soñé que veía a un amigo muy querido que no veo desde hace mucho tiempo. Profesor universitario muy maltratado, flaco que ya lo era y con una mirada muy triste. Soñé que lo veía en un aeropuerto con mucha gente, él llegaba yo me iba. Nos vimos de lejos y nos cambió la mirada. Esa mirada me quedó muy viva y despertó muchos recuerdos y fantasías. Una mirada de alegría por el encuentro, de sorpresa y de nostalgia. Corrí a abrazarlo y se me perdió entre la gente, no lo encontré.

Me dije no he debido moverme para que me encontrara. Muchos hemos permanecido así en el mismo lugar, en el mismo sitio porque en lo más profundo de nuestras almas albergamos las fantasías de regresar a los buenos encuentros, encuentros con nosotros mismos. Qué difícil se nos hace cuando al mismo tiempo estas pendientes de si ponen el agua o si se va la luz. Es como imposible ¿verdad? Me tendrían que enseñar los poetas a permanecer aquí “para que tú al volver no encuentres nada extraño” y que no quede mi alma seca y mis ojos sin luz. Los sueños, el erotismo y la poesía se burlan del tiempo y de las circunstancias, no hay cronologías, no hay causalidades, pero el reloj sigue en su empecinado tic tac y el cuerpo ya lo recuerda. Veinte años sin son algo, el tango nos mantuvo engañados.

Pequeños actos de magia que hacíamos cuando éramos niños son los sueños, volver a ver a los seres queridos que murieron o se fueron de nuestras vidas, no importa que no puedas abrazarlos, la sola mirada te despiertan las fantasías y los ensueños. Da para ratos de entretenimientos y contactos internos, hagan la prueba estén atentos a sus sueños sobre todo cuando la realidad es tan dura como ésta. Es que lo peor que perdimos al dejar de ser niños fue la magia con la que revestíamos nuestro mundo infantil. Parte de ese mundo hay que retomarlo, ser héroes de nuestra propia existencia para proporcionarnos ratos de esparcimientos. Trucos para no enloquecer. Al fin y al cabo Hume sostenía que todo lo que imaginamos es lógicamente posible. Todo lo imaginable contiene la idea de su posible existencia. Así que no dejo de imaginar una vida en mi país sin delincuentes en el poder. Con ello sueño todos los días y en mi mundo mágico me digo que sucederá si lo imagino.

El mundo se va quedando sin imaginación apegado a lo que conviene, a lo útil; hagamos contrapeso soñando. Porque la batalla no solo debe ser externa, en nuestros espacios comunes, sino en nuestro mundo interno, no debemos dejar que se duerma la imaginación. Aunque estando ensimismados pasemos por idiotas, total ya Freud nos aconsejó “existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo” Yo quisiera ser idiota todo el tiempo pero sé que no tengo el control total de mis impulsos, cada vez entiendo más del dolor y los abandonos en medio de la infaltable ignorancia.

15 de octubre de 2019

Ignorar que se ignora

Anna Berezovskaya


Admira como se distribuye el conocimiento en tiempos tan complicados. Uno no ha tenido tiempo de formular una pregunta cuando miles de voces sapientes con respuestas fáciles, simples, inmediatas estallan con voces en coro estridente. Si, son a veces voces chillonas y a un alto volumen porque entre sus creencias incuestionables (certezas) está que el que habla más fuerte habla mejor, es decir revela verdades. Entre otro de los “buenos” hábitos adquiridos recientemente está el del atropello. Es muy difícil el diálogo en estos momentos porque son muchos los que hablan pocos los que escuchan. Al que escucha le es más sano mantenerse callado porque sus intervenciones no serán escuchadas por más que lo intente, tiempo perdido. Si esto sucede en reuniones simples con hijos de vecinos, ¿Qué no sucederá en esa gallera de alto nivel que suponemos negocia nuestro destino? A mí me es muy difícil imaginarlo, así que lo dejo como interrogante.

Me gustaría saber los rituales que acompañan estos tipos de reuniones mientras hay toda una población muriendo y a la espera de respuestas. A qué hora se reúnen, cómo se saludan los “dialogantes”, como organizan las intervenciones, cuanto tiempo hablan, quien sirve de árbitro etc. Quiero saber todos los detalles, que por supuesto una información que no obtendré nunca, como tampoco me es dado a conocer los temas de la agenda. Silencio, secreto, hermetismo, misterio. Mientras una cantidad de personas hablan con propiedad de estos diálogos, los defienden y explican como pasos acertados en cualquier proceso político en situación de conflicto, la mayoría de los protagonistas de esta historia macabra debemos y tenemos que mantenernos en la ignorancia. Es este el terreno propicio para poner a volar nuestra imaginación y sacarle el máximo provecho a la ignorancia.

Hay ignorancias muy buenas porque es de ella que se activa el intelecto. Si viviéramos en un mundo en el que manejáramos solo conocimientos ciertos e inatacables estaríamos, en realidad, en un mundo bárbaro en donde estaría vedado todo lo más arriesgado, lo más sublime de la creación y del avance científico. No tendría cabida la filosofía con su constante interrogatorio a una realidad que tampoco ofrece respuestas finales. Un ser humano estancado mirándose el ombligo y rascándose la panza, feliz de ignorar su ignorancia, (si la imagen refleja algunos de los personajes que infectan nuestro paisaje cotidiano es pura coincidencia). Pero ignorar es no saber nunca nada del todo ni todo de nada, pero no saber nada de nada es como demasiado. En ese vacío transitamos mientras vivimos una verdadera tragedia. Solos y abandonados asoman a nuestros rostros las manifestaciones de un espíritu que se manifiesta. Una lágrima recorre nuestra mejilla.

Esas lágrimas se manifiestan en nuestras fabulaciones, porque no hemos podido dejar de pensar sobre qué nos pasa, en realidad qué nos pasó para haber llegado hasta aquí y continuar sin norte. Cada día peor, cada día mas difícil, rodeados de historia trágicas y esperando nuestro turno. Entonces, inventamos. No está mal, para nada nuestros relatos es una manera de encontrar un poco de sosiego, lo que es erróneo es darlos por ciertos. Optar por elevar un principio injustificado y de allí desarrollar todo el tramado de justificaciones racionales. No salirnos del guion, seguirlo religiosamente sin asomos de dudas, sin titubeos y si, por supuesto, como muchos traspiés. Repetir y repetir sin detenerse a razonar sobre cuáles fueron los factores que se ignoraron y llevaron al fracaso. Detenidos y redondos en las ignorancias de las ignorancias. Apoyados en un vacío, en el vacío de no saber, en realidad, qué hacer. Pero eso si callar o hablar gritado y golpeando mesas.

No se oye, no se dialoga ni con los que suponemos afines, como encontrar avances en la ignorancia que se tiene de las soluciones que es lo más complejo en cualquier problemática (y vaya que la nuestra es bien complicada). Nadie dicta la última palabra de lo que debemos pensar de la realidad, ni siquiera la realidad misma. Así que lo conveniente sería dejar de pontificar y ponernos seriamente a pensar. ¿Es que acaso perdimos el alma de nuestra comunidad? Esa que nos puede señalar sobre el “debo” tan necesario en la solución de los problemas y que brota de lo más íntimo y caprichoso. A ver venezolanos qué nos está gritando esa voz nuestra ya desgarrada ¿la están escuchando? Creo que no, porque no se está escuchando.

8 de octubre de 2019

Lo cortés no quita lo valiente

Anna Silivonchik


El gran deseo del ser humano es ser tratado como una persona y no como una cosa. De allí provienen todas las demás posibilidades, empezando el considerarse uno mismo un sujeto del deseo. Como sujeto puedo cambiar, decidir, actuar, desear, aspirar, lograr; como cosa no tengo estas posibilidades, se estaría determinado para una función única a cumplir, se poseería una identidad inmutable, un cierre en sí mismo. Un recipiente que es una cosa solo sirve para eso para contener, no puede ni le está dada la posibilidad de un cambio de uso. Una cosa es usada, una persona es respetada. Parece de Perogrullo ¿verdad? Pues no es así, hay que recordarlo y más en una situación donde se ha perdido los gestos más elementales del trato entre humanos como es, por ejemplo, la cortesía.

La existencia es penosa, acarrea dolor inevitable porque nos causamos daño incluso sin querer. Daña la muerte de un ser querido, daña un malentendido, una separación inevitable, la pobreza, el abandono. Pero se hace insoportable si el medio en que nos desenvolvemos se vuelve hostil por el comportamiento cruel de los otros seres humanos. La vida civilizada no es una teorización, no es un decreto y no está determinada por leyes escritas en innumerables códigos obligantes. No principalmente. Son los valores internos que hemos hecho propios y que nos identifican. Soy lo que soy por una ética que albergo y que trato de no trasgredir so pena de un fuerte malestar. La ética es íntima, le pertenece a cada quien, a todo aquel que se acogió a una ley fundamental para ser persona, para ser ciudadano para vivir en comunidad, para propiciar a otros y a si mismo bienestar y concordia. El paso primordial para un entendimiento común es la cortesía.

 La cortesía supone miramiento, elegancia, respeto y reconocimiento al otro. Nos recuerda Savater “ser cortés es mostrar la muy sociable disposición de querer dar gusto, de reconocer y honrar la calidad del otro” Esta es una disposición que resulta condición esencial para una democracia. Sin esta convicción íntima de los ciudadanos no es posible aspirar ni sostener una vida civilizada. Es lo que más preocupa de las tantas pérdidas que hemos sufrido, la falta de cortesía que se observa en las dependencias de atención al cliente. Se trata a las personas como si estuvieran estorbando, como si estuvieran interrumpiendo las horas de ocio que revelan sus caras. Salen somnolientos de cualquier oficina mal equipada y contestan a cualquier solicitud con gruñidos y ofensas. Todo menos cumplir con su obligación laboral, verter la frustración al otro como si fueran recipientes es el máximo trato logrado. Sin cortesía comienzan las hostilidades.

No podemos actuar de cualquier forma, estamos obligados por una condición humana a fundamentar racionalmente la acción que elegimos porque así lo queremos. Deberíamos querer ser corteses con los otros porque así queremos ser tratados, con respeto. No hay otra forma de lograr una convivencia armonioso sino por la propia convicción. Sobran los moralistas esos que gustan de ir pregonando el buen actuar de otros e ir sermoneando de puerta en puerta. Fastidian, nadie los oye y causan rechazo, sobre todo si interrumpen el desayuno familiar los domingos. Solo se puede ser ético por convicción íntima. No nacemos con ello, es producto del hogar y la educación el devenir personas y no mantenernos siendo cosas. Pero una vez que aceptamos ser personas no podemos dejar de lado la cortesía.

Es verdad a veces fallamos y nos encontramos con estallidos de rabia y maltratamos, pero créanme no es para sentirse orgulloso. Lo reconocemos como un fuera del lugar escogido, como un extravío en el camino. Pero cuando estas acciones se van haciendo repetitivas, cuando se comienza a actuar sin razonamiento o con una intensión consiente de engañar, de robar, de maltratar al otro estamos, entonces, en el campo de lo patológico. Una persona enferma o sociedades enfermas. Convencidos estamos que nuestra sociedad sufre de graves trastornos. El hobby más extendido ahora y de forma cotidiana es cazar al que nos trata de engañar. Engaña el técnico, que te repara los artefactos, engaña el gobierno y engaña la oposición. Montajes dignos de la psicopatía que nos mantiene en una constante sospecha e intranquilidad. Rebasamos constantemente fronteras y esta vez la montamos en un autobús. Ofenden, se trata de una falta de cortesía brutal.

No porque seamos hostiles tenemos más autoridad. Tratar mal al otro no es signo de valentía sino de inhumanidad. Si amigos es verdad “lo cortés no quita lo valiente”.

1 de octubre de 2019

Un pie a tierra

Egon Schiele


Mal se lleva la realidad con el pensamiento mágico. Mal nos llevamos los seres humanos con la realidad y más los habitantes de estas tierras mágicas como lo es América Latina. No pasamos mucho tiempo apegados a los difíciles tránsitos de nuestra vida práctica sin escaparnos continuamente a una fantasía. Tenemos por historia y por el sincretismo arraigado, como producto de la incorporación de distintas creencias, una muy peculiar relación con la naturaleza, con la muerte y con el destino. Abrazamos los árboles en búsqueda de energía. Bailamos los muertos y acompañamos las despedidas con alcohol. Pensamos que mientras más duro hablemos y más golpeado nos expresemos el mundo tomará el rumbo que queremos. Tierras mágicas y llenas de una imaginación muy atrayente y fértil para el mundo artístico. Poco útil y más bien perjudicial cuando nos vemos en la necesidad de organizar nuestras vidas para hacerla, de alguna forma, vivible.

Mientras nos perdemos en un voluntarismo, por lo demás propio de los populismos, ni la riqueza se reproduce, ni la economía se endereza, ni se liberan a los rehenes del régimen, ni el hambre se amortigua. A pesar de esta realidad que agobia persistimos en creer que surgirá un acontecimiento sorpresivo que le dará un vuelco mágico a tanto desacierto trágico. Es que el asalto del que fuimos objeto nos mantiene en un estado somnoliento. Perdimos el rumbo el día que se le dio audiencia a un aventurero pendenciero y se desprestigió al hombre serio y disciplinado con conocimientos y experiencias en sus campos de competencia. Se desplazó al político, al economista, al abogado, al técnico por los brujos y curanderos. Regresamos a los rituales santeros, al hombre que se levanta a media noche a rezarles a las culebras, a cavar fosos profundos para desenterrar morocotas. Se fue la electricidad y aparecieron los fantasmas.

Ahora los millenium que tenemos de políticos van por esos caminos embrujados tomándose selfies, vestidos con uniformes tricolores y levantando esperanzas sin fundamentos. Como santos a su paso arrojan esperanzas y el público se inflama de emoción al verlos y tocarlos. Se les adora hasta que se desea lincharlos porque sus profecías no se cumplieron. Es que el siglo XXI se hace muy difícil actuar como lo hizo Jesús Cristo, porque ahora todo se filma, todo se sabe de inmediato. En un mundo interconectado es muy cuesta arriba meter gato por liebre, siempre surgirá un agua fiesta denunciando donde está el truco y sinceramente así no se puede sostener un mundo mágico. La política y la religión volvieron a estrechar sus lazos mientras las cámaras filman.

Al mismo tiempo que estamos pendientes del costo de la vida y los bandazos sin rumbo que van dando nuestros políticos, somos invadidos, colonizados por ritos y creencias de todo tipo. Unos ya conocidos y propios de nuestra cultura como son los rituales colectivos de la Iglesia Católica, pero otros más ajenos ganando terreno en las mentes del venezolano. Por ejemplo la Iglesia Evangélicas y los Mormones han crecido de forma importante en estos últimos tiempos. Dos organizaciones que manejan importantes fortunas y que han permeado en las familias, imponiendo sus costumbres, creencias y hasta vestimentas. Estas figuras femeninas virginales que se observan ahora en las mujeres de algunos políticos no eran nuestras figuras femeninas.

La mujer venezolana de caderas anchas, pechos turgentes y sugerentes, despeinadas y desenfadadas. Que iban por las calles bailando y mostrando seguridad y desparpajo no son precisamente estas niñas de pelo lacio suelto o en clinejitas con esas ropas hippies pasadas de moda y esas blusas monjiles. ¿De dónde salieron? ¿Quién las enseñó a vestirse? A mí me resultan extrañas, no eran estas las figuras femeninas de nuestra cultura. ¿Son evangélicas? No, puesto que se aseguran quedar filmadas en ritos católicos con sus esposos. El culto venezolano a la Vírgenes se encarna en las mujeres de los líderes políticos. No sé qué están modelando porque la mujer venezolana no las copia, más bien se extrañan, les resultan distintas. Las creencias se actúan como disfraces. Nunca la religión y la política se habían expresado sincréticamente de forma tan clara. Incluso ese discurso santurrón perdona vidas proviene, sin duda, de estas ideologías simplonas que se apodera cada vez mas de nuestra gente.

Quizás la magia en el pensamiento no es más que una expresión colectiva de frustración frente a un entorno social en el cual no hay oportunidades reales. Pero de algo podemos estar seguros es que no es la salida para liberar a nuestra gente del caudillismo, el saqueo y arbitrariedades de bandidos aventureros. Del sincretismo me gustan las fantasías que teníamos de niños con un tío de mama que vivió con nosotros y nos llenó de cuentos mágicos y las hallacas, más nada. En política he entendido como nos ha perjudicado y como ha penetrado en la lógica de nuestras dinámicas públicas. Quisiera que se concrete el entendimiento entre los partidos políticos, quisiera que se fortalezca y demos todo el apoyo a nuestra única institución legítima, la Asamblea Nacional, quisiera regresar a la política y bajarme de ese carrusel de aventuras que está a punto de estrellarnos.

Solo pido un pie a tierra por un tiempo mientras resolvemos nuestro conflicto. Después regresemos a nuestro mundo mágico divertido.