28 de febrero de 2024

Deshumanización

 

Remedios Varo


Cada vez estamos con menos posibilidades de entendernos entre nosotros y de entender nuestra realidad. Es como el que se encuentra encerrado solo viendo una pared en blanco y repitiéndose las cuatro ideas dogmáticas que posee. Somos muy dados a desconfiar de lo nuevo que asoma y muy dados a conservar las ideas como verdades irrefutables e intocables. No nos une un discurso, tampoco poseemos las herramientas que nos ayuden a interpretar este mundo tan complejo y desconocido para nosotros. La falta de razonamientos e ideas se hace manifiesto en este quedarse dando volteretas en hechos intrascendentes y banales. Son esas sombras reflejadas en la cueva de Platón a la que le damos carácter de realidad. Esta incapacidad de utilizar un lenguaje para entendernos y entender el mundo es la manera más expedita de deshumanización.

El hecho que nos llamen humanos y habitemos un mundo que hemos construido y destruido, no es suficiente para humanizar nuestro espacio y nuestro tiempo. Es necesario entenderlo y comunicarlo, esa es la función de un lenguaje compartido. Hannah Arendt insistió en este aspecto al hablar del totalitarismo, “El mundo no es humano solo por estar hecho por seres humanos y no se vuelve humano solo porque la voz humana resuene en él sino cuando se ha convertido en objeto de discurso”. Por ello es tan importante el diálogo, la discusión, el intercambio de ideas, es decir entendernos, acordar o disentir. Ese ideal de Kant de una verdad absoluta en la acción no es posible en un mundo humano. No hay verdades irrefutables. Pero tenemos una verdad que no podemos eludir y que es la base de todo planteamiento ético y jurídico “no matarás”. No podemos voltear para otro lado y encerrarnos en nuestras “verdades irrefutables” cuando tenemos a toda una sociedad pidiendo ayuda.

La crueldad, el asesinato, y las masacres se han convertido en los actos humanos mas corrientes con una total impunidad. Matarse pasó ocupar el lugar de lo que anteriormente ocupaba el discurso, la negociación. Si se llega a un acuerdo y fue firmado, transgredirlo es una manera de matar al otro, de desconocerlo, de burlarse. Decía Nietzsche “nuestros valores carecen de coherencia, pero sin esta división interna, sin un contrapunteo en su propio seno un pueblo languidece y pierde el pulso de su pensamiento”. Si carecemos de una actitud crítica que nos permita la rectificación, iremos por un abismo inexorablemente. En palabras de Ezra Heyman “salvar la pluralidad de voces y asomar la posibilidad de volverse mutuamente comprensibles es simultáneamente tarea de la vida individual y de la comunitaria”.

No se trata de un yo, sino, y principalmente, del mundo que vivimos y que estamos en la obligación de construir. De oír y entender a aquellos que demandan desde su soledad y abandono, de esos terceros que no se les ha consultado. Eso es cultura, de eso se trata la estética, de lo bello del cuido, de la alegría del paisaje en el que se mueven los nuestros con sus deseos de ser tratados como seres humanos. Del respeto por la palabra dada y del silencio para poder hablar y pensar. Los gritos y la bulla que produce la mediocridad y el mal gusto, la palabra soez y la distracción barata son forma de mostrar la deshumanización que lograron los bárbaros que ocuparon el poder.

21 de febrero de 2024

Este miedo no es nuevo

 

Remedio Varo


Todo gobierno autoritario que se desliza con facilidad a una dictadura, utiliza el terrorismo como método de control. Sabemos, el terrorismo se aplica para acrecentar el miedo que ya teníamos, porque tranquilos no estamos desde que un militar golpista se hizo del poder. Si, dije miedo, aunque traten de camuflajearlo con papel lustrillo. Tener miedo cuando se llevan presa a una persona conocida y estimada y tenerla en un centro de tortura tenebroso, da miedo por ella y por nosotros. Estos hechos nos recuerdan que mañana puede ser otro cualquiera elegido por su importancia. Cuando un régimen irrespeta de esta forma la vida humana, pasa una raya sin vuelta atrás. Estamos en manos de torturadores y nuestros derechos en el cesto de la basura. Este miedo no es nuevo nos acompaña desde hace mas de veinte y tres años. Estamos en manos de lo peor que está amenazando al mundo occidental.

Este miedo paralizante producirá efectos que son impredecibles. ¿El mundo que conocimos se terminará de derrumbar o por el contrario seguiremos en nuestra lenta pero segura destrucción? Quién sabe, no me atrevo a vaticinar un futuro porque no lo veo. Rara sensación que experimento por primera vez en la vida, repetir las rutinas diarias sin pensar o esperar alegrías inesperadas, un mañana iluminado. La magia que descubro siempre estuvo inseparable de la vida, se esfumó y aparece la angustia de la fragilidad. Tengo miedo principalmente de continuar por mucho tiempo sin entusiasmo y despertar de noche con sobresaltos. De haber perdido la confianza en el rumbo que tomó la humanidad. De no poder encajar en esta gran tragedia en la que todos participamos. De que la normalidad se transforme en un imposible. De terminar de despertar, de ver al mundo descarnado y sin adornos.

Estamos programados para encontrarnos y establecer relaciones de diferentes órdenes. De apoyarnos en verdades arraigadas, en prácticas simbólicas organizadas en expresiones culturales. Estamos programados para un mundo ordenado que nos ayude a aplacar nuestros demonios internos. Estamos programados para formarnos como sujetos políticos y llegar a acuerdo para el mantenimiento racional de la ley. Hoy observamos como ese mundo que entendíamos y aceptamos, con las rebeldías que impulsa la razón por diferenciar lo permitido de lo prohibido, estalla.

Desapareció esa figura introyectada, simbólica de autoridad en la que se confía, a la que se teme, pero se ama por la tranquilidad que su presencia causa. Esa creencia última e inconsciente que todos albergamos y con la cual se establecen lazos libidinales. Un padre protector, un mago poderoso, un ser superior que te acompaña y ama, un otro que no engaña, numerosas y distintas representaciones de esa figura simbólica ordenadora. Ya no está, por el contrario, el mundo se burló de los lazos amorosos estables y para expresarlo con Bauman se debilitó la figura que nos hacía desear ocupar con orgullo un lugar que le diera razón y contenido a la vida. Nuestros enganches libidinales perdieron cuerpo, se volvió la existencia líquida y se desparrama por las grietas que diariamente se abren. En términos de Bauman “La inseguridad nos afecta a todos, inmersos como estamos en un mundo fluido e impredecible de desregulación, flexibilidad, competitividad e incertidumbre endémicas”. Tengo miedo que mi país definitivamente quede sin una narrativa propia, que sea solo un repicador de la narrativa del peor asesino actual. O como dijo Pepe Mujica a ser acusados de traidores por discrepar en una plaza sitiada.

14 de febrero de 2024

Construir nuestra historia

 

Paul Klee


Es difícil definir que se está buscando en nuestro país. Es un gran vacío lo que nos acompaña, no hay ideas, por lo tanto, no se debaten. Solo sentimos con dolor y hasta trágicamente que perdimos libertad y seguridad. Andamos a la deriva y desprotegidos sin saber cómo trascender este momento y buscar una mayor estabilidad y justicia social. Hemos aprendido a despreciar lo nuestro y a no sentirnos pertenecientes a una nacionalidad, lo que profundiza el vacío la enorme brecha provocada. Sin nacionalidad y emoción por lo nuestro no nos queda nada, no hay identidad, no nos sentimos identificados a nada, no pertenecemos a nada. Los líderes que surgen claramente manifiestan estar luchando por posiciones personales y no por una colectividad unida que ocupa un territorio.

Transitamos un momento clave que necesariamente requiere cohesión entre nosotros. Como colectivo debemos pensar, actuar y planificar. ¿Qué queremos? Es la pregunta y el resultado como respuestas serían programas para un país nuevo a inventar. A meses de una elección aún no han surgido esas líneas, solo se observa cómo se alinean los caballos en la pista. Corcoveando y pateando, mientras un público pita. Triste espectáculo tanto de los lanzados a competir como la del público que demanda. Mientras más turbia se hace la posibilidad de organizar el espectáculo más debíamos apostar por afinar el vínculo que proporciona la pertenencia. Razonar y planificar con lógica y apropiadamente requiere identidad.

Son difíciles estas elecciones por lo represor del régimen. Intentarán cualquier artimaña que debemos ir sorteando con habilidad. Inventarán trampas que hay que asegurarnos de disminuir con controles. Con todo y los parapetos que podamos armar para blindarnos, libres, lo que se dicen libres, no serán. Pero la diferencia en intención de voto es muy grande y no podrán hacer trampas demasiado evidentes porque a lo mejor terminan expulsados por otras fuerzas. Tendrán que evaluar. Cohesionados por nuestra identidad como ciudadanos seremos más difíciles de vencer.

Freud asigna a la identificación un importantísimo papel en la cohesión de los grupos, enfatiza que sin identificación no hay empatía y por lo tanto no seriamos capaces de sentir en el propio cuerpo aquello por lo cual sufre un ser cercano o querido. Por reconocernos los unos a los otros y querer para la mayoría el bienestar es que se hace posible la construcción de los valores y los logros más importantes de la humanidad. Nos conmovemos por los otros en la medida que nos sepamos iguales y podamos imaginar y sentir el sufrimiento o la dicha de un semejante. Crecemos y vivimos siempre entre seres humanos y de ellos y por ellos somos, tanto de los que nos fueron dejando y de los que compartimos en nuestra experiencia diaria.

Ser arrancados de los nuestro o renunciar, por creerlo conveniente, a nuestras propias raíces y de ese modo e inexorablemente perder un poco de lo que también somos nos hace tremendamente vulnerables y por lo tanto victimas fáciles y manipulables.

Nuestra historia, la de cada quien, deja registros hondos en nuestra psique que nos hacen sentir una profunda pertenencia a lo que conocemos como nuestra forma de vivir, también deja cicatrices por la que sabemos y reconocemos, de igual forma, nuestra manera de sufrir. Sin estas raíces la pregunta sería ¿qué somos? De allí la tragedia que significa ser arrancados con violencia de lo propio.