28 de noviembre de 2017

Perdón por la tristeza




Vivimos en una eterna despedida. Nos despedimos de los hijos que viven con nosotros hasta que crecen y buscan su propio destino. Es un duelo que elaboramos durante todo el trayecto de su crecimiento. Desde que los dejamos en el colegio, llorando y nos vamos llorando también, pero sin que nos vean, hasta que agarran su mochila y emprenden su camino. Nos quedamos con un desasosiego y angustia en casa pero con la satisfacción de un deber cumplido. Lo llaman el síndrome del nido vacío. Si tenemos suerte y se quedan en la misma ciudad, los podemos ver cuando nos visitan o vamos a sus casas, para observar con admiración como van adquiriendo, cada vez más, sus características propias que les otorga la libertad de elegir.  Mas tarde ellos son los padres y podemos admirar las diferencias en como educan a sus hijos. Son diferentes los hijos y aprendieron de nuestros errores, por supuesto ellos también comentarán los suyos y serán corregidos por sus propios hijos. Y así transcurre la vida cuando se vive en normalidad.

Después es un deleite contar con los nietos, verlos crecer con esa alegría e ingenuidad de la infancia. Contestar a sus preguntas. Aún recuerdo la cara de asombro de mi nieto cuando se enteró que yo era la mamá de su papá. Encontró en mí una aliada para neutralizar las órdenes paternas o para conseguir una respuesta que el papá no quería darle. Picaba su ojito y asomaba su sonrisa pícara. Mi nieta, toda una dama desde que nació, dando indicaciones en donde quería le pusiera una piscina o bailando coquetamente por toda la casa. La alegría se desbordaba por las ventanas con solo sus presencias aunque al final parecía que por casa había pasado un huracán. Rompen rutinas, llenan de asombro y ternura, logran conectar con lo mejor de la existencia, son amores incuestionables y para siempre. Si, son huracanes de vitalidad los hijos y más tarde los nietos. Así transcurre la vida en un país normal. Así son las despedidas en cualquier vida que transcurra en sociedades justas, se van los hijos y los nietos pero pronto volverán con sus caritas inquietas.

Se fueron los hijos y los nietos, ya no están cerca. Se fueron como es natural a buscar nuevas oportunidades, a buscar una vida donde se pueda ir a los parques, donde se pueda ir de excursión y hacer deportes. Donde haya teatro, museos, cine, libros y posibilidades de una buena educación. Aprenden idiomas, se llenan de vida y de experiencias distintas, aprenden a convivir con sociedades diferentes y entender la manera ordenada y justa de respetar a los otros. Salieron de un basurero en que se transformó su país; ya la muerte no los acecha cuando salen a caminar por las calles, ni cuando van al colegio. Poco a poco se irán haciendo más extraños a su cultura de origen. No sabemos si regresarán, no sabemos incluso si van a querer regresar. Se fueron sin pasaje de retorno. Es esto lo que duele sin consuelo, que se fueron empujados por la inhospitalidad. Porque lo natural es, como dice Serrat:

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos para dormir. Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber del oficio y sin vocación. Les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción. (…) Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós”.

Los que nos quedamos aquí estuvimos muy ocupados tratando de recuperar al país, marchas, trancazos. Votamos contra viento y marea, con las ganas de poner orden en este desastre, con las ganas de adornar la casa para cuando regresen. Si, quizás regresan, nos dijimos. Pero nada nos alcanzó el fin de año divididos, peleando entre nosotros. Con las instituciones rescatadas destruidas, inoperantes. Nos dimos cuenta que seguimos repitiendo los vicios de siempre, una manera de hacer política deshonesta, tramposa. Salieron a la luz muchas maniobras ocultas e interesadas. Se incumplió con la palabra dada y como era de esperar la oposición se dividió. Por los momentos no avizoro una salida hacia nuestra libertad, el horizonte se tornó aún más oscuro, y también tuvimos que despedirnos del deseo por excelencia de las mentes liberales. Como dijo Herman Hesse “Para que un mundo nazca. Otro ha de morir” Y ese mundo que nos llevó a esta tragedia está gozando de buena salud. Trampas, vivos de pueblo, ausencia de virtud y desprecio por la ética. No hay educación para conformar ciudadanos comprometidos con su patria y los dirigentes no poseen la entereza personal, táctica y política para la enorme tarea que les toca encarar. Es otra despedida dura y muy dura.

Así que como Alfredo en Cinema Paradiso le dice a Totó “No regreses, no pienses en nosotros, no te dejes vencer por la nostalgia. Vete y no mires atrás. Y si no resistes, si vuelves, no te abriré la puerta” En la nostalgia podemos quedar atrapados incapaces de trazarnos otros horizontes. Hay que escapar de la posibilidad de quedar atrapados y por los momentos esta es la sensación de los que ocupamos este territorio. Es una despedida de las fiestas, de las comidas típicas de Navidad, de los regalos y de la familia. El país se nos apagó, no se ve nada con claridad. Perdón por la tristeza.

También me despido hasta Enero donde retomaré lo que sé hacer, pensar y ordenarme por escrito. A todos les deseos lo mejor posible con un fuerte abrazo de reconocimiento en nuestro dolor.

7 comentarios:

  1. Yo trabajaré hasta que no pueda más, para que el país vuelva a ser lo que conocimos y donde nos criamos...
    Todo lo mejor del mundo para tí, te deseo Feliz Navidad...

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    1. Gracias Carlos, también seguiré en mi lucha particular. Un gran abrazo y toda la felicidad posible

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  2. Excelente su reflexión.La comparto plenamente.

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  3. Yo también seguiré aquí, con mi empeño personal de hacer las cosas bien, con ética, de calidad y sobre todo rica en los valores que me inculcó mi familia, en un país que me pertenece porque le he dado mi vida en todos los aspectos: profesional (soy médico) y personal (mis hijos están aquí). Es lo único que tengo. Si eso llegara a agotárseme...habré perdido todo y me iré sin mas pretensiones que vivir, simplemente vivir.

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  4. Sigo en mi negocio con ética empresarial y ayudando al projimo

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  5. El caso es que se van de una forma antinatural para la cual no nos habíamos preparado, siempre supimos que un día el nido quedaría vacío, pero nunca pensamos que podíamos quedarnos atrapados en ese nido, sin contar con su visita al nido de cuando en cuando, ahora su ausencia puede ser por mucho tiempo o quizás por siempre, por eso duele mucho mas. Muy buena su reflexión. Muy buena.

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  6. Querida Marina, Es difícil evadir la tristeza ante este horror que se vive en nuestra amada Venezuela que es nuestro terruño en el cual tratan de sobrevivir la familia, los amigos y muchos venezolanos de bien que apuestan a la recuperación de la justicia, los valores y La Paz . Aunque lejos, mi corazón quedó allá con el sueño de una Venezuela nueva y nunca perderé la esperanza de volver. Es duro inventarse una vida cuando nací en el pais mas bello del mundo donde crecí, tuve a mis hijos y viví por mas de 65 años. Recibe mi más caluroso abrazo y que nadie logre apagar la esperanza de volver a abrazarnos en una Venezuela Libre! ❤️����

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