7 de noviembre de 2017

El conjuro de las brujas




Para el psicoanálisis la mujer siempre ha representado su mayor interrogante. Desde la famosa pregunta de Freud ¿Qué quiere una mujer? Hasta el desarrollo sobre el Goce femenino que más tarde hiciera Lacan, la Mujer no ha dejado de escribirse, no han cesado las significaciones y atributos que se le asignan. Un misterio rodea a la feminidad por su característica un tanto alocada, fuera de norma y convención como se la ha observado en todas las épocas. Es motivo de la inspiración de poetas que son los más cercanos en la percepción de detalles impregnados de significados reveladores. Para manifestar lo que pertenece a las sombras, como lo expresó T.S Eliot “entre la idea y la realidad, entre el movimiento y la acción media la sombra”. Freud también agradeció a los poetas, literatos y filósofos  por haber aprendido de ellos más que de toda la psiquiatría. Entre las figuras más interesantes del imaginario surrealista está “la bruja” Objeto de mención en las más inverosímiles metáforas, en los escenarios de seducción e intriga, personaje de misterio, brebajes, pócimas y aquelarres. Decisiva como representante de la bondad y la maldad; una buena bruja debe poseer poder para lograr que los acontecimientos se inclinen hacia cualquiera de estos polos. En todo caso es un atributo que se le asigna al género femenino y no injustificadamente. La pasión.

Desde el siglo XV las brujas fueron perseguidas y quemadas porque se pensaba que el diablo se había apoderado de ellas. Hacían competencia a la Iglesia y a la Ciencia al ir por los campos curando enfermos de cuerpo y alma. Seduciendo con sus encantos y promesas a los pobladores que creían más en sus poderes que en una Iglesia inquisitorial y rígida o en una ciencia muy precaria. Su poder de seducción realmente curaba. Las brujas hablan poco solo actúan con determinación para curar o para lastimar según consideren la conveniencia del caso y lo hacen sigilosamente, actúan en la sombra. No es necesario para sus dotes desplegar un espectáculo, mientras más desapercibidas mejor. El hombre suele ser fácil víctima de sus encantos por la sexualidad que les brota por los poros de un cuerpo totalmente erotizado. Cuando se observa a un hombre totalmente entregado a la ambición y al poder, cuando recurre al crimen y cualquier artimaña para conseguir sus metas, uno se pregunta ¿Qué le susurrará su mujer en el oído en las noches cuando se van a la cama? ¿Cómo habrá sido su mamá? Las imaginamos como brujas malas. Es el Macbeth de Shakespeare el gran inspirador del inconsciente freudiano.

El mundo de la fantasía, el mundo oculto que tanto ha atraído al ser humano y que estaba en su pleno vigor en la época que le tocó vivir a Shakespeare. La eterna lucha entre la maldad y la bondad, los celos y las envidias. La ambición y el poder eran marcas distintivas en que se debatían las instituciones de la época y por supuesto las brujas jugaron un papel decisivo e inquietante. El poder femenino que tan bien lo ha expresado Almodóvar en las pantallas con los arquetipos insustituibles de mujeres divertidas, hermosas en su desenfado. Las mujeres de Almodóvar pueden sufrir, se quejan de soledad pero al mismo tiempo son dueñas absolutas de su tiempo y de sus vidas. Son mujeres fuertes, luchadoras, autosuficientes. Incluso en su película “Hable con ella” que se encuentran postradas y descerebradas dirigen los acontecimientos de la trama, ponen a los hombres a actuar. Todo un cuadro estético, femenino de coraje y lucha son las imágenes que abarcan su pantalla. Son las brujas buenas.

Ahora debemos admitir que las significaciones que rodean a las brujas son muy disímiles. No todas las brujas son bellas y sensuales, las hay muy feas con verrugas, narices aguileñas, jorobas y pies grandes. Estas suelen ser las peores, las más malas, la que aparecen en los cuentos infantiles porque el terror atrae a los niños, siempre y cuando triunfe la justicia, la bondad. Cuando somos pequeños nos pegamos a un abuelo o tío para que nos relaten cuentos de muertos y de brujas. Eran encantadoras esas veladas que propiciaban estos personajes llenos de magia en sus relatos, para después terminar llenos de miedo. Las brujas, los muertos, los monstruos eran personajes centrales. La característica predominante es un ser ominoso, con poderes especiales, difícil de vencer pero que termina vencido o humanizado, traído al mundo de los vivos, del orden o al servicio del bien. En México y España se celebra el día de los muertos de una manera muy especial con ceremonias donde los muertos son invitados a compartir sus comidas preferidas y son informados de los últimos acontecimientos familiares.

Este mundo mágico ha ido desapareciendo de nuestra cultura. Ya los abuelos no son esos mismos personajes que fueron antaño. Ahora siguen trabajando, activos y ya no son tan viejitos. El día de Halloween ya las brujitas no pasan por casa buscando caramelos, y en el día de los muertos no se puede ir al cementerio.  Las brujas malas y feas si están presentes en nuestro ambiente y están haciendo estragos sin que tengamos aun un resarcimiento con un final feliz. Las brujas buenas, mujeres inteligentes, que escriben sin cortapisas, que se adelantan a los acontecimientos que más tarde se nos hacen obvios; esas brujas divertidas y lindas las tropezamos a diario en las redes sociales y nos alegran o nos asustan sus pronósticos, pero hacen pensar, seducen. Los relatos, las fantasías y los medios de divulgación también se modifican con el tiempo. El niño que dejó en la Iglesia su Spiderman como regalo a Dios para que mejore a su abuelo es de una ternura conmovedora y nos ilustra sobre las nuevas fantasías.

Nos recordaba Octavio Paz como el día de los muertos y Halloween están relacionados. Son días para recordar esa dimensión que ya no pertenece a este mundo pero que nos acompaña como destino inexorable. Los días en que las brujas, duendes y demonios pueden vagar libremente en la oscuridad antes de ser enviados nuevamente a sus lugares desconocidos. Algún día llegará en que mandemos a tanto monstruo, aun viviente entre nosotros, a los lugares que realmente les corresponden, donde queden despojados del poder que arrebatan a diario a los otros para ejercer la maldad en la oscuridad. Podremos entonces convivir con nuestros muertos y con las brujas amables. Por lo tanto se convoca a las brujas buenas a ejercer un conjuro que acabe con el maleficio de las brujas malas y de esa forma poder nuevamente elegir nuestro destino.

4 comentarios:

  1. Este es uno de tus trabajos que más he disfrutado. Expresas de manera magnífica esa variante de lo femenino que aterroriza y cautiva. Cualquier hombre que medio haya vivido ha sido deslumbrado y arrastrado por el talento de una bruja. Que la estupidez de lo político no sea lo que se imponga en nuestros textos y el pensamiento siempre venza. Te celebro, Marina.

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    1. No tengo palabras para agradecerte Alirio. Agradecemos a la vida siempre y al eterno femenino. Un gran abrazo

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  2. Estimada Marina,

    hacía tiempo no pasaba por este rincón y hoy me he encontrado con esta maravilla de texto. Lo disfruté mucho, muchísimo.

    Va un abrazo

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  3. Gracias Cinza, me alegro que lo hayas disfrutado. Un fuerte abrazo

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