10 de abril de 2024

El valor de la negociación

 

Bo Barlett

Si queremos hacer el esfuerzo de regresar a la política debemos saber que el diálogo es su columna vertebral. La política se refiere a los acuerdos que un conglomerado de personas llega para encauzar su vida común en libertad y respeto. Es la forma de evitar la violencia, el conflicto para solventar las diferencias inevitables y deseadas en una comunidad. Compartimos una nacionalidad y ocupamos un territorio, pero somos diferentes y debemos convenir en normas y formas de nuestra vida común. Para ello es necesario actuar y hablar como lo hemos hecho desde que nacimos, funciones que nos constituyeron en seres humanos. La forma de retar al mundo y de cambiarlo es a través del acto humano y la palabra. Fuera de ello solo queda guerra, destrucción y muerte. Es la entrada en escena, el teatro global.

Los totalitarismos comienzan por socavar la vida pública de los ciudadanos. Amenazan, encarcelan, matan y ponen a pelear a sus oponentes para evitar la gran fuerza que significa el acuerdo entre los ciudadanos. Después van por la vida privada, empobrecen y mantiene la ignorancia y la insalubridad en las familias hasta que logran disolverlas. Solos, aislados, débiles y desperdigados por el mundo es más fácil acabar con la seguridad que da un proyecto común, un acuerdo mayoritario y las acciones propias para alcanzar lo que deseamos para todos.

Se hacen muy necesarias las actividades políticas, reuniones, intercambios, discursos políticos y no religiosos para alertar a la sociedad acerca del peligro que representa, para las libertades civiles, los intentos de conculcar el intercambio, invocando intereses de orden superior incuestionables. “Es un elegido mayoritario” que es el equivalente de “un elegido de Dios”. Quizás estos veinte cinco años sometidos a una voz y una mirada nos han hecho propensos a ser adoradores de deidades, a levantar figuras incuestionables y a ejercer una violencia desproporcionada al que se atreva a tal osadía. Nuestro principal defecto como fuerza de oposición, nuestra principal debilidad.

Unas elecciones es el momento ideal para llegar acuerdos entre personas distintas porque se nos presenta la oportunidad de recuperar la democracia.  La forma escogida por la mayoría ha sido la de acudir a las urnas electorales y organizarnos para defender un resultado que sabemos que estará distorsionado en su veracidad. Dialogar entre los diferentes candidatos desde una igualdad y ofrecer a los votantes la mayor posibilidad. Es una oportunidad para movilizarnos, establecer alianzas y crear una opinión pública. Sin esperar de la comunidad internacional la solución podemos lograr que una vez más que volteen su mirada. Toda elección es un riesgo para el que usurpa el poder.

Ya lo decía Hannah Arendt “Sin diálogo no hay política” es decir no hay acuerdos colectivos entre adversarios. Con los amigos no es necesario un diálogo sino cuando hay desacuerdos. No hay duda que somos mayoría y esa fuerza invaluable no podemos perderla por voluntades erradas y arbitrariedades. Es suficiente tener que enfrentarnos contra la fuerza bruta que representa la renuncia a la cultura occidental. No dejamos de considerar las aspiraciones de los políticos, pero nuestra realidad exige unidad, acuerdo razonado porque se trata de nuestra existencia. Todos los dirigentes deberían de estar al tanto del lugar en el que escogieron estar y del momento histórico que les tocó vivir. Las decisiones que tomen en este momento definirán su futuro como políticos.

3 de abril de 2024

Un significante vacío

 

Dasil Silva


Es interesante la propuesta de Fernando Mires, un símbolo, un nombre no conocido o un “significante vacío” que nos permita convertir a estas elecciones en un plebiscito, un “si” o un “no” en relación a Maduro. Un significante vacío es decir sin significación, con la única connotación de una negación de un “no” queremos. Una posibilidad que nos aglutine y nos oriente a salir de este terreno movedizo y pegajoso en el que estamos hundidos. Esta fue la vía como Chile pudo derrocar a Pinochet. Hay una película al respecto muy buena que se llama “NO” en la que se relata lo que fue esa batalla librada. Dura campaña y duras estrategias. Por supuesto con sus escollos, pero que no lograron desviar la decisión que ya había tomado el pueblo chileno.

Pinochet hizo trampa, volteó los resultados a su favor y el ejército dijo “No”. Un ejército del que se decía era de fuerte convicción fascista y que fue capaz de llevar a cabo actos muy crueles. Sin embargo, los resultados fueron tan evidentes que no les quedó más salida.

Veo dos inconvenientes básicos para aplicar esta fórmula en Venezuela. Me parece que no nos permitimos un significante vacío, en seguida se comienza a llenar de significaciones adversas. Es un ladrón, es un vendido, es un traidor, es…es. No importa si es verdad, si nos consta, lo importante es “no dejarnos engañar” engañándonos. Muchos expertos, muchos sabihondos, muchos conocedores de secretos bien guardados. El segundo inconveniente que observo es que esa línea de fuerza armada no la tenemos. Nuestro ejército es menos profesional, más conformado por integrantes que solo saben obedecer y no pensar. El ejército chileno podría verse como más difícil de cambiar porque es altamente profesionalizado, pero es todo lo contrario, están acostumbrados a pensar y tienen disciplina.

Estas características, que se han agudizado durante este tiempo en el que venimos perdiendo la democracia en mano de bandas de delincuentes, no nos permiten unirnos para derrocar al opresor, y así perdemos posibilidad y fuerza. Opinamos, sabemos, tenemos convicciones que guardamos como actos de fe, refugiados en nuestros grupos o sectas. Es decir, somos propensos a andar en grupos, pero esa no es la unidad que deseamos, no se trata de conformar individuos indiferenciados o como describe José Rafael Herrera en su artículo “Del Ricorso” “En otros términos, se trata no de la unidad, sino de la uniformización de las relaciones sociales, de la negación misma de la diferencia, de la diversidad: de toda forma posible de disidencia. Y, por eso mismo, se trata de la negación de la democracia y de la libertad”. Eso es precisamente lo que hacen nuestros opresores. La nuestra sería una unidad de objetivo en la estrategia planteada. Son acuerdos razonados.

El objetivo es ese “no” mayoritario, masivo. En la estrategia es hacer de estas elecciones un plebiscito cuyo proceso estará, por supuesto, rodeado de escollos y trampas. No dejarnos hundir ni desistir en alcanzar el objetivo sería nuestra fuerza en la unidad. Recobrar la alegría tanto tiempo perdida. Decir como una vez dijeron los chilenos “Chile, la alegría ya viene”.

Como las verdades generalmente son reveladas por los poetas Mario Benedetti le canta bellamente al valor no renunciable de la alegría “Defender la alegría como una trinchera/defenderla del escándalo y la rutina/de la miseria y los miserables/de las ausencias transitorias y de las definitivas”. Fue el No con que se inaugura el lenguaje, el No que posibilita la subjetividad, el No que funda la civilización.  El No a las contradicciones y la mentira, el No a la muerte en vida, el No del rebelde que no se deja arrebatar lo suyo.  La alegría que se siente cuando se realiza un acto voluntario y libre para decirle un “No” al atropello y al abuso, nos devuelve en lo inmediato la fuerza indetenible de los lazos que nos unen. El dolor no hace lazo social es muy íntimo y nos repliega a nuestras intimidades; la alegría es una explosión de rasgos que se comparten, la necesitamos y la sentimos en los momentos que se requiere un movimiento colectivo.

Dado que esta es una etapa de un acelerado dinamismo tenemos que estar atentos a sorpresas por venir. Día a día nuestro escenario cambia, no renunciemos a nuestro camino.

27 de marzo de 2024

Tenacidad y coraje

 

Paul Gaugin


Estamos por ver si estas elecciones para las cuales fuimos convocados este año constituyen simplemente un montaje. Una farsa solo para aparentar, ante el mundo y ellos mismos, que son demócratas en una sociedad abierta. Si en algo está un dictador constantemente amenazado es en la conservación del poder, siempre creen que si se permiten cierta libertad lo va a perder y tienen mucho que ocultar y temer. Estas elecciones, más que ninguna otra, los amenaza de forma importante; han perdido popularidad y las necesidades de los ciudadanos se están haciendo perentorias. El país se cae a pedazos y los habitantes empobrecidos están sin posibilidades de costear las necesidades básicas.

Está, entonces, por verse si estas elecciones son una farsa. Si siguen inhabilitando a sus posibles contrincantes y sus tarjetas, confirmarán ante nosotros y ellos mismos su calificación de dictadores sin caretas. De cualquier forma, que estas elecciones se lleven a cabo, serán fraudulentas, así que cualquier esfuerzo por aminorar los efectos de sus marramucias serán esenciales. Decididos por dar la pelea en las urnas electorales no habrá fraude que pueda con el desprestigio de uno autócratas que van en picada. Han arreciado la persecución y encarcelado a cuanta persona se les ocurre, en un intento de amedrentar a la candidata con mayor popularidad y no han podido. Ya ayer nombró a su sustituta a competir en estas elecciones y por supuesto, aplaudimos el gesto. Esperemos la reacción de animales heridos. No son tiempos fáciles y no nos van a dejar descansar.

Corina Yoris es la persona escogida por María Corina Machado como su representante. La conozco y sé que se trata de una persona íntegra, inteligente y culta pero como decía Albert Einstein “todos somos ignorantes, solo en temas distintos” Corina no es política ni ha sido una experta en estos temas, no es su área preferida. Es una académica e historiadora. Como filósofo se especializó en el área de la lógica y es una erudita de alta formación. Si ella aceptó esta responsabilidad ella sabrá a los compromisos que llegó. Es de una inteligencia privilegiada y de altos valores éticos. No haber ocupado nunca lugares políticos es una ventaja en estos momentos, no podrá ser inhabilitada.

Solo ruego por su integridad y bienestar. Estos desalmados son capaces de cualquier barbaridad y en estos momentos que le son amenazantes profundizaron sus acciones violentas. Estamos bajo las garras de un régimen autoritario cerrado que le está cercenando las posibilidades a la competencia partidista. Quieren asegurarse que nadie les hará competencia. Lo complicado del asunto es que ahora se tendrán que enfrentar a mujeres astutas y decididas con una voluntad inquebrantable.

Es un escenario nuevo que se nos abre producto de tanto fracaso acumulado. Dos mujeres cuyas fortalezas radican en su tenacidad y coraje se enfrentarán a caimanes armados hasta los dientes. Saqueadores que se esfuerzan por ocultar sus botines y que, por supuesto, utilizan sus artimañas para impedir medirse.