7 de mayo de 2025

Entre maldades te veas

 

José Almeida


Hemos venido sufriendo frustraciones repetidas al no poder lograr lo que hemos deseado como sociedad, poder vencer a estos perversos que se adueñaron del país y que gozan con un maltrato constante a la población. Ante esta frustración se desatan las reacciones enfurecidas que escogen a cualquiera como víctima. Eligen a un culpable al que apuntan toda una batería orquestada de desprestigio sin el menor asomo de compasión, duda o culpa. En ese momento no sienten sino la ira que los consume. Si en otro momento fueron amables y comprensivos ahora solo desean destruir, así como sienten que están siendo destruidos. Este terrible espectáculo lo hemos visto cada vez que tenemos que abandonar una ilusión por no haber llegado al resultado ansiado.

En una manifestación muy egocéntrica se abandona todo sentimiento gregario, las sensibilidades y necesidades del otro dejan de ser importantes, a menos que por algún cálculo sean necesarios para alcanzar un objetivo deseado. Se exige una perfección que no se tiene y se utilizan los argumentos aparentemente lógicos para justificar sus intenciones cargadas de deseos de muerte. Mientras más se rebaja y se desacredita a su víctima más pareciera fortalecerse. Ahora que deberíamos plantearnos comenzar a construir una organización con serias estrategias políticas, ahora que tenemos el mejor argumento democrático de haber ganado abruptamente unas elecciones que nos robaron, somos incapaces de llegar a acuerdos por la soberbia sostenida, por la tendencia narcisista de líderes que no saben reconocer sus límites. Se generaliza la locura y se causa un desorden desbastador.

Se ejerce un control sobre los adoradores a quienes se contagian con la creencia de que la rabia todo lo puede y se da órdenes de embestir a todo el que se atreva a separarse de la línea oficial. Así se dan las condiciones para la locura que en este momento nos abarca. Aquellos que nos dicen ser los salvadores son los que terminan aniquilando por no saber llegar a acuerdos con otros líderes. Es tan grave nuestra situación que ahora nos encontramos entre dos fuerzas aniquiladoras que nos mantienen neutralizados por la locura. Mientras estemos peleando y matándonos entre nosotros no somos en absoluto peligrosos ni para unos, ni para otros. Solo estamos psicológicamente aniquilados, dormidos en el delirio de buscar a los enemigos merecedores de tormento, tortura y exterminio.

Estas acciones que persiguen el sometimiento, la humillación y el maltrato al otro es lo que se ha catalogado como “el mal” el cual ha sido sometido a no pocas interrogaciones con la finalidad de entender tan terrible fenómeno, a qué se debe y cómo explicarlo. Fue teorizado por Freud como una tendencia inherente en el ser humano, las pulsiones de muerte, que empujan hacia su satisfacción sin ningún miramiento de tipo social. Freud no fue optimista con el porvenir de la humanidad y en su teoría dualista fija la lucha que el hombre siempre va a tener que librar entre fuerzas antagónicas. Una que empuja hacia la creación y el acuerdo amistoso entre los hombres y la otra fuerza, muy poderosa, que impele a la destrucción y la muerte. La naturaleza humana, entonces, contiene la maldad.  Por otra parte, Kant también dedica parte de su pensamiento en la comprensión de este fenómeno y en su obra “La religión dentro de los límites de la mera razón” introduce el concepto del “mal radical” como una falla de la voluntad para atender al imperativo ético de la razón. Una suerte de perversión de la voluntad.

Pero quizás es Hannah Arendt quien más tiempo dedicó a este flagelo y tuvo algunos cambios a lo largo de su indagación. En un principio toma de Kant la expresión de “mal radical” para dar cuenta de los crímenes cometidos por los nazis que ya no pueden ser entendidos “por interés propio, la sordidez, el resentimiento, el ansia de poder y la cobardía”. Posteriormente y habiendo presenciado el juicio que se le siguió a Adolf Eichmann queda impactada por el hecho de no haber encontrado ninguna huella motivacional específica en este criminal capaz de haber cometido actos monstruosos. Su teorización acuña entonces su famosa teoría de la “banalización del mal” que no pocos enemigos le acarreó y que no ha cesado de permanecer en la primera y más importante consideración de todo aquel que trate de entender algo sobre este pasaje tan ominoso de la historia de la humanidad. Pareciera que al tratar de abordar la maldad a la que es capaz de llegar el ser humano siempre algo se nos escapa.

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