28 de mayo de 2025

El día después

 

Andrew Ferez


Quizás lo que vamos despejando en este lastimoso retorno es conocer con claridad la sentencia de San Agustín “somos naturaleza caída” respuesta que se dieron Rousseau y Hobbes a la pregunta ¿por qué cambiamos la libertad por promesas falsas? No solo lo hicimos una vez sino constantemente lo repetimos. Vivimos con entusiasmo una ilusión para luego pasar a la inacción. Una y otra vez el mismo guion. Ahora nos toca un largo período hasta que se rompa la cadena de “siempre lo mismo” o volver a conocer las nuevas versiones “de lo mismo”. Seres hablantes que fuimos expulsados de un paraíso, de una completud. Erramos, siempre erramos, elegimos y elegimos de forma equívoca, mentimos y eso lo hacemos con habilidad porque son muchos los oídos que se prestan a escuchar.

Por el hecho de que poseemos un lenguaje podemos mentir y lo hacemos con muchísima habilidad y por distintos motivos. Mentimos para protegernos y proteger a otros, esta puede ser la mentira benigna. Pero también tenemos la capacidad de mentir por el placer de engañar, someter, vejar y confundir. Es la mentira del que se esconde detrás de discursos “inocentes” para ejercer su voluntad perversa de someter a otro. Un poder sádico que también es voluntad humana. Pero existen las voluntades “de escoger nuestras leyes, la paz, las instituciones, las ciencias y el arte es decir la civilización” como señaló Octavio Paz; estamos, entonces, viviendo el choque de dos voluntades irreconciliables y decididas. Pero ambas, por ser humanas y atravesadas por el lenguaje, son sometidas a la sospecha. También tenemos la capacidad de mentirnos a nosotros mismos; la verdad tiene estructura de ficción afirmó Lacan, la misma estructura de la mentira.

Si es cierto, y nadie lo niega que como país ya habíamos elegido y lo expresamos en las urnas electorales el 28J, esa es nuestra verdad demostrada. Pero también es otra verdad que quedarse esperando que los militares entiendan y negocien es una quimera, no lo harán. La verdad es que ya llegamos a un final y es irresponsable seguir alimentando esperanzas en un vacío o en una ilusión de una estrategia oculta que algún día nos liberará. Una verdad es que no estamos en condiciones de rechazar ningún espacio político que se nos abra. La verdad es que necesitamos liderazgos con claridad política que aglutinen a la mayoría y sepan negociar. La verdad es que tenemos que apartarnos de este eterno retorno a lo mismo. La verdad es que tenemos que afinar el criterio de elección.

Como dice Savater “estamos condenados a elegir” no hay posibilidad de evitar esta condena, nadie puede ser exonerado porque incluso la no elección es ya una elección. Sin embargo, esta tareíta que nunca terminamos es la más difícil de nuestras vidas. Elegir es muy difícil y arriesgado, nunca estaremos absolutamente seguros de estar haciendo la mejor elección y siempre perderemos algo, precisamente lo que no elegimos. Condena que se nos hace cada vez más pesada en un mundo que en forma general ha preferido sentarse sobre la comodidad, disfrutar de lo ligero y dejar que otros elijan por nosotros. Queremos “tener” pero ya hemos perdido hasta la noción de lo que es “ser”. Sobre todo, queremos tener placer, a pesar de que Freud nos advirtió que evitando el malestar se produce inevitablemente un nuevo malestar.

En esta nueva verdad que nos arroja la realidad desde el día después sentimos en primera instancia el dolor de los fracasos y el dolor de la certeza de no haber sido reconocidos, pero caer en la impotencia es lo que debemos combatir con todas nuestras fuerzas. Somos objetivación de una voluntad como lo señaló Schopenhauer, los únicos arquitectos de un futuro.

21 de mayo de 2025

El respeto a lo íntimo

 

Egon Schiele


Defender la intimidad es lo más cercano a nuestra defensa de lo sagrado, a lo que diferenciamos de los demás aspectos de intercambio que ruedan y se manosean con descarada indecencia. Cuando hablamos de un niño y su relación filial estamos hablando de amor y hoy quiero hablar en su favor y en el repudio absoluto a su irrespeto. Estamos invadidos de basura pública y privada. Cada vez más saturados de presentaciones indecentes de expresiones amorosas fingidas, de imágenes manipuladoras que se ofrecen para causar motivos de ternura y producen una indignación desbordada porque su intención no es culta, no es delicada y se maltrata a un niño, se nos maltrata a todos. Hasta donde se llega con la propaganda. No todo debe estar permitido en una cultura que debe cuidar el amor a la vida. ¡Cómo hemos descuidado lo sagrado lo íntimo! en verdad lo resiento.

En este momento nadie nos está cuidando y se siente, hay una degradación obscena que lastima y se siente. Así como se irrespeta la naturaleza y a los animales así se irrespeta al ser humano y sus expresiones más íntimas, no se cultiva nuestros afectos, no se cuidan, es como si se nos hubiese dado una orden de prohibición de lo culto, del cuido a lo que nos es sensible y estamos obedeciendo y quizás excedidos. Si no saltamos ensoberbecidos ante estas imágenes es porque estamos adormecidos o quizás acostumbrados, no quiero pensarlo. No podemos permitir que se prostituya nuestra intimidad y la opinión pública no la está defendiendo. La vida no se puede reducir a esta pobreza en el afecto, a esta desfachatez en su uso y abuso.

Siempre necesitamos en quien confiar, necesitamos de amores justos y de la verdad, uno en el que encontremos reciprocidad, debemos ser libres para escoger como amar y no estar evitando constantemente que no nos salpique la suciedad, no es justo solo poder movernos dentro de límites tan estrechos en la expresión de nuestros afectos sin la intromisión de los autoritarios que todo lo quieren contaminar. En lugar de andar en cruzadas épicas de “morir por la patria” deberíamos ser más honestos y amar lo nuestro con mayor caridad y claridad. El afecto es poderoso cuando se conoce y se cultiva. No es el interés lo que persiste y cuida, si cuidamos lo que nos rodea y a quienes nos rodean estaremos cuidando lo nuestro con mayor certeza y no engañándonos constantemente. Lo político y lo religioso nos han desviado los deseos a objetos intangibles que nos son etéreos y no nos duelen, no nos conmueven y no nos obligan a actuar justamente y con pasión, sin sacrificio.

Rescatar nuestra identidad que no ocupa espacio y que debería ser idéntica en cualquier tiempo. Siempre la familia y los amigos fueron sagrados por más distantes que fueran las maneras de pensar sobre determinados tópicos, ¿por qué ahora a la más mínima contrariedad se hace mejor guardar silencio y distancia? Porque nos hemos dejado contaminar con la brusquedad y la deshonestidad. Somos lo que estamos siendo, la consciencia es el trascurrir de una ética y de una estética que nos define y nos señala la decisión en el actuar. Actuar es decir no, esto de manosear lo sagrado y de exhibirlo impúdicamente, esto no. Me sentiría mal si no lo digo es mi conciencia que me llama. Una vez estaba en un concierto por la conmemoración del Holocausto y el director de orquesta que era argentino mandó a callar a un embajador nuestro que hablaba del horror en el que nos sumergimos. El auditorio quedó en silencio. Me sentí muy mal por no haber protestado, mi consciencia me indicaba lo que era bueno para mí. Siempre he creído que no es bueno quedarse callado, los otros a lo mejor lo agradecen.

 

 

14 de mayo de 2025

Un hogar decorado a mi manera

 

Remedios Varo


Al escribir perseguimos diferentes finalidades. Podemos escribir un cuento cuya finalidad es distraer o divertir al lector de la misma manera como nos divertimos al escribirlo. De ninguna forma estamos tratando de trasmitir contenidos que inviten a la reflexión o al cambio de pensamiento. Las palabras quedan en la superficie no se espera veracidad, al contrario, mientras más ficción mejor nos parece el relato. Admiramos la imaginación del autor. El ensayo por lo general persigue otros impactos en los lectores y se espera veracidad, coherencia y estricta lógica. Siempre que escribimos debemos tener presente que nos dirigimos u ofrecemos la lectura a seres inteligentes que se van a interrogar en relación a lo que leen. Siempre se trata de un intercambio de ideas. Siempre se trata de contactos humanos.

Solo porque el otro sabe algo que nosotros no sabemos o no lo hemos pensado y lo puede trasmitir de forma creíble y reflexiva es por lo que puedo cambiar de idea. Las palabras tienen el poder de transformarnos si invitan y hacen posible la reflexión. Pero es necesario también estar en una posición de credibilidad, no cualquiera convence porque no podemos captar profundidad y veracidad emanada de su propia convicción y reflexión. No es necesario siempre apelar a la autoridad de autores acreditados por la academia en determinadas disciplinas, pero se recurre con frecuencia a ese recurso para darle mayor peso ético a lo que se afirma. Podemos ser todo lo rigurosos que queramos, pero si no hablamos desde nuestro propio afecto y convicción, no convenceremos ni invitaremos a la reflexión.

 Al interrogar a un texto o a un autor se está ya con una pregunta en la mente y se está buscando una respuesta que le dé lugar a una conjetura. De todo hecho se desprenden otros hechos, sin duda, y no da igual como haya sucedido un evento sorpresivo, por la elemental razón de que no serán iguales los eventos que podemos esperar a partir de allí. El pensar, que es indispensable y deseable, es un proceso que se realiza con interlocutores, incluso cuando pensamos en solitario lo estamos haciendo con referencias a pensamientos de otros. Entonces preguntamos ¿Qué molesta del debate? ¿Es que acaso no es natural que ante un hecho inesperado y deseado que sorprendió a todos, nos interroguemos y transmitamos nuestras conjeturas? Solo puedo entender la molestia porque nos hace dudar de nuestras certezas. Y dudar incomoda, es por ello que se llama a la fe.

Nos llega la vida convulsa, triste y amarga que vivimos, guardamos para nosotros un rato esas sensaciones que lentamente le vamos dando forma y transformándola en palabras. Esperamos que al escribirlas se hagan más gratas, más bonitas, para hacer de nuestras mentes un lugar estético que germine. Reflexionamos para acercarnos a una ética que devuelva la calidez del buen trato o al menos eso procuramos. Porque aplanadoras voraces y monstruosas solo pueden ser combatidas por un contraste. Yo no tengo fe, pero quiero entender y no todo me da igual. Quiero poder pensar en libertad y no dejarme engañar, aunque siempre me engañen. Quiero trasmitir mis reflexiones porque así puedo intercambiar con mis semejantes que es la única manera que tengo para pensar.

Como dice Víctor Krebs “Un hecho muerto se transforma en pensamiento vivo”. Quiero dejarme afectar por lo que me toca y convertir esas sensaciones en pensamientos esperanzadores, alegres, para alegrar un poco mi mundo y el de todos. Darle algo de sentido a esta vida. Una manera de pensar es una forma de hacer la vida, de darle forma y de brindarnos un pequeño espacio en donde podamos descansar. Es un hogar decorado a nuestra manera.