19 de septiembre de 2017

Nos falta ángel




Para soportar la vida los seres humanos requerimos de una gran dosis de ficción. Pensar lo imposible es necesario para abrir caminos a una aproximación en cualquier realización. Es propiamente la tarea del pensar y la condición de la creación. Quedar encorsetados, excesivamente ceremoniosos y trascendentales nos aleja de lo propiamente humano y resta magia a la existencia. Es lo que conocemos con la expresión “hace falta ángel” con lo que queremos expresar una falta de alma, de entusiasmo, de asombro. Saramago pedía a gritos volver a aquella filosofía donde se jugaba con la ficción, “las palabras al pensar y el pensar a las palabras” El pensamiento que toma su libre vuelo para abrir caminos a lo que irremediablemente está por aparecer pero que reclama enunciados. Esos “post” que anuncian que algo se está dejando atrás pero no se tiene muy claro que es lo que vendrá, pero se percibe, se intuye, se huele, se palpa. Captar en el ambiente los nuevos aires y darles una mirada distinta, especial, al fin y al cabo ha sido el gran talento de los buenos e inmortales novelistas.

No solo queda la ficción para el entretenimiento sino para construir un mundo y una vida con encanto. Cuando la situación se vuelve monótona, repetitiva, sin innovación ni imaginación se está al borde de los límites que empujan a las visiones trágicas o a las melancólicas. El escenario apaga sus luces y la vida se nos ofrece como absurda y sin posibilidades. El agobio propio del que no está satisfecho con lo dado pero al que se le exige una apuesta por lo no enunciado, prácticamente por el vacío del sentido. Solo a la espera de una nueva decepción porque la obra se tornó repetitiva, sin imaginación, sin ángel. Seres encorsetados, con caras de funerales, entrecejo enfurruñado, mirada desconfiada y temerosa no despiertan la confianza que reclaman. En todo buen relato tiene que pasar algo y se debe contar desde las primeras líneas porque el lector requiere ser seducido por las letras. Arthur Conan Doyle maestro del encanto de la deducción  fue muy optimista con la lógica humana “Presentad una gota de agua a cualquier hombre dotado de un poco de lógica y será capaz de deducir por aquella simple gota la existencia del océano o del Niágara” Nos estamos vaciando de semejante imaginación y estamos quedando sentados en pupitres ante un mal profesor. Aburridos sin ángel.

El historiador y etnólogo Bertrand Méheust quien se ha dedicado al estudio de fenómenos paranormales se lamenta que ya ni siquiera los ovnis poseen ese carácter real que inundó los campos en los años sesenta. En una interesante y divertida entrevista manifiesta  “En aquel entonces eran una realidad misteriosa que visitaba el cielo y a veces se posaba en tierra; íbamos al campo a entrevistar a los campesinos que los hubiesen visto. En cambio ahora se han convertido en una realidad más o menos virtual. Internet ha borrado las fronteras entre nuestra realidad y aquella de la que se suponía que venían los ovnis. En la actualidad, los ovnis están en Internet y no es posible distinguir entre las mitologías de pacotilla recogidas y difundidas por la red y la realidad de los ovnis. Además las personas que ahora se interesan por los ovnis no tienen ni idea de cómo establecer una diferencia. Así que mi interés por los ovnis se ha esfumado de repente. En esto ha tenido mucha culpa la ufología americana que ha acabado con todo” Aquellos años de los hippies, de los Beatles, de la marihuana y de los sueños desapareció para quedar sumidos en una realidad poco creativa, poco entusiasta, de muy escasa ficción. Quedan los buenos escritores, grandes novelistas que nos sumergen en vidas y mundos con encanto. Nos ofrecen la adorable alternativa de bajar por ratos del tedioso relato de la realidad estancada.

No solamente tenemos la tarea de saber si es verdadero o falso lo que estamos diciendo, sino saber si estamos diciendo algo. La realidad grita rugidos de dolor y rabia y el discurso para su interpretación quedó estancado, ya casi podemos predecir, sin temor a equivocarnos, lo que dirán los diferentes personajes públicos. Nada nuevo, nada creativo, nada asombroso, nada que despierte al oyente de su letargo. Grabadoras que se quedaron pegadas. Están los que mienten cada vez con mayor descaro; están los que esperan por momentos ideales; están los que repiten las mismas frases trilladas y hay otros que optaron por un silencio precavido, a estos últimos se les agradece no seguir contribuyendo con el desencanto. Todo lo que se está diciendo ya ha sido dicho, la misma ficción de un mundo desgastado. Rorty afirmó que “nadie puede dar sentido a la idea de un último comentario, de un punto y final de discusión, de un buen fragmento que sea algo más que un pretexto para escribir otro aún mejor” Esa sería la invitación a la que estamos obligados, debemos comenzar a relatar nuevas e interesantes ficciones para reinventarnos como país.

Necesitamos y con urgencia invenciones creativas, conciencias lúcidas y serenas que no ignoren  las vidas, que nos reconcilien con nuestras condición de ser libres en un mundo y no sometidos a un poder y a la obediencia. Una razón ampliada a través de la imaginación que se abra camino por nuevas trochas y no ésta repetición muerta de lo “políticamente correcto” porque así lo determinaron imaginaciones y ficciones pasadas. Un toque de locura como diría José Luis Rodríguez. Estamos, sin lugar a dudas, faltos de ángel. Pero eso sí, cuando se pose en nuestras mentes desangeladas, solo pido que sea sexuado.

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