2 de agosto de 2017

El misterio de Patricia (cuento 1-4)




Cuando despertó sabía que algo había cambiado irremediablemente. Fue una corazonada y un sentimiento repentino de despojo. Volteó a ver cuidadosamente su cuarto y sus objetos que la acompañan en sus sueños y no pudo de inmediato observar que su muñeca de trapo no se encontraba donde había permanecido durante tanto tiempo. Después de un largo pelear consigo misma para salir de su cama, con pesadez y arrastrando los pies se dirigió al baño. Su corazón latía con lentitud, no había alegría como todas las mañanas, solo una pesadumbre que no adivinaba de donde venía. Trataba de adivinarse, de encontrar el motivo de su radical cambio y no lograba un solo detalle que la orientara.  De repente y con un ligero sobresalto en susurro se dijo Patricia y corrió a ver si se encontraba donde siempre había estado. Patricia no estaba, se escapó, desapareció, solo un espacio vacío y el misterio de su desaparición.

Allí comenzó el verdadero terror, porque no había, ni hay explicación fácil para comprender como una muñeca de trapo podía por si misma abandonar su lugar. Observó con detenimiento su cuarto para ver si había otros objetos desaparecidos y no, solo Patricia provocaba su profundo malestar. Era un recuerdo muy especial, se la había regalado un amigo muy querido a quien había dejado de ver, Rodrigo. Se perdió por un instante en sus pensamientos recordando a ese entrañable ser que de una manera escondida la había acompañado siempre. Digo escondida porque Elena no lo tenía siempre presente, ya eran muchos los años que había dejado de verlo, pero quizás Patricia lo mantuvo siempre vivo en su vida. Ahora que su muñeca de trapo había decidido marcharse sintió con una fuerza renovada la ausencia de Rodrigo. Sintió un desgarramiento profundo porque no pudo evitar pensar que Rodrigo le estaba mandando una señal y ella no oía con claridad su grito. Tenía que ser un grito, una despedida, un signo que no auguraba nada bueno. Buscó desesperadamente, removió toda su habitación y ni un solo rastro de su querida muñeca. Se sentó en su cama y más que miedo sintió un profundo dolor.

Inmediatamente su mundo se desorganizó, la lógica con la que había vivido y con la que se orientaba se evaporó de inmediato. Los objetos no tienen vida propia, no pueden moverse del sitio en que uno los coloca, no poseen voluntad, no se determinan, se dijo. Aunque su pequeña era lo más parecido a una niña querida no lo era, poseía la vida que Elena le había dado. Antes le hablaba todas las noches, le contaba lo que había hecho durante el día y la sentaba a oír música con ella, se la llevaba a la cocina y le explicaba la receta de lo que iba a preparar. Hacía fiestas con su muñeca y el recuerdo de Rodrigo. Es cierto eso había desaparecido, poco a poco y sin mucho ruido, un día la dejó sentadita en la repisa y nunca más volvió a prestarle atención. Solo una mirada y una sonrisa al principio pero después nunca más. Ya está se cansó y se marchó fue mi culpa, se dijo con una tristeza profunda, no se sintió más nunca querida y quien quiere estar donde no te quieren. Ya va Elena no puedes ahora empezar a vivir en un mundo mágico, así de repente, debes buscar una explicación racional y sobre todo buscar a Rodrigo, quizás allí encuentres la clave de ese misterio. ¿Te parece? Bueno, entonces, sal de la habitación, date una ducha y comenzaremos a pensar, yo te ayudo.

¿Nadie entró en tu casa en estos días? Fernando pasó el fin de semana conmigo, pero no puedo pensar que se llevara a Patricia, además si mal no recuerdo ella estaba allí anoche. ¿Estas segura? Bueno, casi segura. Ya va, ya va Elena, no respondas tan rápido piensa, recorre mentalmente tus movimientos de anoche y velos relatando con detalle ¿estamos? Bien, llegué muy cansada del trabajo, me duché y me puse mi pijama, me preparé un sándwich, me serví un wiski y me puse a ver la televisión. En seguida me dio sueño y me fui a dormir. No estoy segura pero creo que todas las noches antes de dormirme le doy una mirada a Patricia, igual que hago al levantarme. Sabes de esos actos de los que uno no está muy consciente. Hoy no adivinaste enseguida que tu desasosiego era provocado por la ausencia de Patricia ¿verdad? Te costó un ratico. Es verdad pero el vacío por su ausencia fue inmediato. Lo sé, lo sé, a lo que quiero llegar es que esa mirada como que también había desaparecido. Así que con certeza no sabemos cuánto tiempo tiene Patricia fuera de su lugar y perdona pero tengo que decirlo, también Rodrigo. Tengo la impresión mi querida amiga que tu mundo se complicó.

Ahora que recuerdo anoche sonó el teléfono y no quise atenderlo, estaba en esos días en que me fastidia hablar. No tengo la menor idea quien sería. ¿Y no temes preocupar a la gente? No, los que suelen llamar saben que me da por ahí y no se preocupan. ¿Cómo fue tu fin de semana con Fernando? Sabía que ibas a llegar allí y lo temía, no quería decírmelo yo misma. Me aburrí, quería que se fuera, quería estar sola, me sentí un tanto invadida. No lo dije pero se me notó ya que tuvimos un que otro desencuentro. Fernando me tiene paciencia, sabe que soy un ser solitario, pero esta vez se mostró irritado, quizás necesitaba más mi atención, quizás comienza a fastidiarse, a lo mejor no le gusta como lo quiero, a lo mejor esto se está terminando. Sabes es mi problema con los hombres, se me termina la magia y prefiero mis ensueños. Me estoy volviendo ensimismada y eso es difícil de entender, lo acepto. ¿Ese fin de semana vistes a Patricia? ¿La recuerdas? Ahora que me lo preguntas si, lo había olvidado. Cuando se fue Fernando corrí al cuarto y la besé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario