
No le es para nada fácil su aparición en Brodway en las que tiene que lidiar con dos personajes de la zona, uno es su principal actor Michael Keaton (Edward Norton) quien decide retarlo constantemente y cuestionarlo en cuanto a la artificialidad de todo lo que está en escena. A él por el contrario “nada le es imposible en un escenario” es allí donde se siente lo que realmente es, actuando, de resto su vida y el mundo real por el cual tiene que transitar le parece un verdadero fraude, él se reconoce como un fraude, “En el escenario no finjo, finjo en cualquier otro lado”. Reconocido como un gran actor y en su ciudad ha podido compensar su terrible decepción que le causa su vida. Es muy revelador cuando le dice a San la hija de Riggan “te arrancaría los ojos los pondría en mi cabeza para ver la calle como lo hacía a tu edad”. Un hombre más joven que ha conseguido su “estabilidad” a través del narcisismo desplegado en escena, narcisismo que por el contrario terminó por enloquecer a Riggan, ya un hombre de más edad y con una vida alejada de su esposa e hija por no haber podido amar lo cercano en la búsqueda constante de querer ser amado por un público en su actuación de superhéroe. A este egocentrismo se le enfrentan otros egocentrismos que constantemente le recuerdan lo que él mismo entendió y lo desestabilizó “Mentiras no te reconocen a ti ni a tu trabajo, conocen al tipo con el disfraz de pájaro que cuenta historias raras en entrevistas”.
El otro personaje con el que tiene que lidiar es con una
crítica de teatro de mucho prestigio y quien le jura lo va destrozar a él y a
su obra. De entrada esta mujer no acepta que venga un mediocre actor de comics
a Brodway a ocupar la escena reservada a grandes actores reconocidos. “Es un
payaso de Hollywood con un disfraz de pájaro” manifiestaTabitha Dickson quien
vive bajo la identificación con su lugar, la de ser la voz más reconocida en la
evaluación de obras de teatro y manejar con desparpajo el poder. Lo que ella
aprueba es aprobado y lo que ella desecha es desechado, a ella por lo tanto hay
que rendirle pleitesía y a ella tiene que
seducir todo aquel que quiera triunfar en las tablas de New York. Riggan
que ya sabe que tiene que resucitar de sus cenizas, que ya no puede jugar al
juego de los simulacros, que sabe que de un solo acto depende el ganarle la
batalla a la muerte, no se asusta ante sus amenazas sino que la reta y le
devuelve su propia impostura. Deja sobre la barra del bar un papel que le había
dejado un crítico de teatro cuando lo vio actuar en el colegio “Gracias por una
actuación sincera” la cual marcó su vida. Se deshace así de las improntas que
lo determinan y sale al mundo decidido a hacerse un nombre o a morir.
Estos personajes atormentados y ocupando lugares en un mundo
fuertemente competitivo y anodino, aferrados con amarguras en sus trincheras
solitarias, desempeñan sus fracasos escondidos en un narcisismo que no pueden
cuestionarse pero si lo cuestionan y de forma despiadada en los demás. No es
que no digan la verdad es que esa verdad no se la dicen a ellos mismos porque
no pueden, saben que enloquecerían y se protegen. Nike estando en escena se
voltea al público y les dice “No sean tan patéticos, ¡no vean al mundo a través
de sus celulares! ¡Tengan experiencias reales! Todo en este teatro es falso, lo
único de verdad es este pollo.” Al agarrar al pollo se le cae la estantería que
es, por supuesto, mampostería. Cada quien está jugando a un juego de
sobrevivencia en una sociedad ajena y vertiginosa que, sin duda, tiene su mejor
expresión en New York. Alguien sin internet, sin Facebook y sin twitter es un
ser anodino, no es nadie como le dice Sam a su padre. El único, y por ello
mismo sobrecoge, es Riggan batallando con su disfraz de Birdman y buscando con
desgarro su propia verdad. Dos personajes en su vida ayudan y hacen de ese
operador que Lacan denomina “El nombre del Padre” su exmujer y su hija, que son
las dos personas que lo llaman al amor y que le señalan sus equívocos de una
forma compasiva, los únicos momentos donde él y su voz se silencian. El llamado
a trascender el narcisismo.
