8 de noviembre de 2023

Tiempos de titanes

Greg Beechman


Cuando el mundo pareciera estar desvaneciéndose ante nuestra mirada los hombres decidieron mostrarse todopoderosos. Se habla públicamente de asuntos muy delicados sin ningún pudor ni prudencia. Así un ministro puede hablar de bombas atómicas para acabar con una población y dictadores o grupos guerrilleros invaden otros territorios matando, violando, saqueando. Titanes que son tomados por la parte mas oscura y ominosa de nuestra psique permitiendo que ésta actúe sin reflexión. Víctor Krebs en pocas palabras describe nuestro tiempo de esta forma “Vivimos tiempos de titanes. El acto se hace mas importante que el pensamiento que lo reflexiona. Surge la técnica desprovista de cultura, ciencia sin conciencia. La energía desproporcionada y desenfrenada del titan su insolencia agresiva sin límites, el orgullo de espíritu, el exceso viril, la desmesura estalla en la criminalidad, en la guerra y se extiende hoy sobre la política, la religión, los negocios, las comunicaciones, la tecnología”

Está pasado de moda la política y su función de evitar las guerras por medio del diálogo y la negociación. Es un medir de fuerza utilizando los medios que estén al alcance. Eliminar al enemigo y dominar es la meta del político actual. Se desprecia al otro y siempre se le considera de inferior categoría. Es la psicopatía que se regó como epidemia; normas y leyes son consideradas restricciones a la libertad. Personajes “fuertes” que se muestren como capaces de vencer cualquier obstáculo son endiosados. Se veneran los titanes desafiantes y se desprecian los que piensan y plantean estrategias. El mundo estalla en guerras porque un bloque de titanes se unió para exterminar al resto. Construimos un mundo de cartón que al menor ventarrón volará por los cielos. Sin asideros, sin valores fallarán los ideales y las bases de cemento.

Todo alimenta nuestra sed de venganza y la tendencia sangrienta. Si el periodismo no muestra imágenes aterradoras deja de ser atrayente para un público que se excita con la violencia, regido por la desmesura y la oscuridad. Caemos en un agujero negro y nos encontramos cada vez más vulnerables por no entender qué nos pasa en un mundo que se vació de empatía y se llenó de morbo. Ya no somos dueños de nuestros actos para convertirnos en espectadores del mal y su fascinación. Un mundo que alaba lo titánico. El titán necesita dominar, fascinar, lograr sus propósitos por la seducción. Podemos resistirnos de caer en sus redes, pero no queremos. Nos dejamos llevar por los cantos de sirenas.

López Pedraza los definía como seres preolímpicos “carentes de límites, sin rituales, ni cultos, ni reglas de ningún tipo” a fuerza de violencia se abren camino y dejan a quienes no lo siguen tirados en el camino.  El Titan es muy peligroso, se adueñan de toda comunicación pública tiñen la opinión, las emociones con ese carácter voluntarioso y engañoso. El asombro disminuye y creemos que todo es posible. No se contribuye, para nada, a generar un pensamiento crítico. Se termina logrando poblaciones uniformes y marchando al son del clarinete del titán mayor. Tanto que nos lamentamos que no existan los políticos reflexivos de antes o la cordialidad y confianza que teníamos, pero no vemos que ya no hay admiración y respeto por gente sosegada, culta y educada. Lo que no cultivamos y cuidamos, desapareció.

 

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