11 de octubre de 2023

Con todos nuestros vacíos

Jeans Sondergaar


Nos acercamos a una encrucijada de la que no es posible salir indemne. Pero crucemos dedos porque sean lo más exitosas posible. Yo si deseo que las primarias tengan los menores contratiempos posibles, su éxito, intuyo, es importante para la cohesión y fortaleza de la oposición. Pero no dejan de ser muy angustiantes estos momentos en que estamos invadidos de todo tipo de ataques y desde todos los flancos, no pueden debilitarnos. En esta encrucijada definiremos la verdadera fortaleza democrática que tenemos, pero nos acercamos sin claridad y temiendo un zarpazo de los animales que acechan. Somos constantemente aplastados por la imparable maquinaria de depredadores que nos arrebatan el entusiasmo, nos vacían de intimidad y nos arrojan a una crisis de identidad. Es lo que mas angustia porque ya no somos lo que fuimos.

Todavía no hemos encontrado un símbolo que nos aglutine, este estado depravado nos tiene perturbados y desorientados. Ya no nos entusiasma saber que somos mayoría los que nos oponemos a la barbarie, porque dudamos de nosotros mismos. La unidad que sería nuestra mayor fortaleza no la logramos, nos ha sido muy difícil, un enemigo común no ha sido suficiente para cohesionarnos. Tanta diferencia sería lo esperable en una democracia consolidada pero no es lo conveniente cuando nos encontramos en una lucha por rescatar la libertad perdida. Los candidatos son demasiados y todos creen tener la razón y por lo general desprecian al contrincante. Hay mucha pasión, muchas vísceras esparcidas en tarimas y muy poca reflexión. Nuestra juventud emigró, pero esta sigue siendo una población adolescente. Mucho tambor y pocas flautas.

No compartimos los mismos valores, no tenemos los mismos símbolos y fuimos perdiendo los rasgos que nos identificaban. Estas pérdidas fue una labor lenta pero efectiva que se llevó a cabo para conformarnos en ese tan cacareado nuevo sujeto. Se hicieron cambios que nos parecieron ridículos e inútiles, pero no lo fueron. Los cambios de nombre, de los símbolos patrios, de costumbres. La pérdida del salario y de los servicios. La falta de atención médica y educativa. Todo ello nos obligó a vivir de otra manera y prestar atención e invertir esfuerzo por lo que antes era parte de nuestro paisaje de fondo. Hasta el idioma nos lo quisieron cambiar.

¿Qué nos ofrecen a cambio? Figuritas de barro, ídolos falsos, mentiras y engaños. Por lo que también tenemos que andar apartando la maleza. Solo la subjetividad regula los destinos del deseo al articular los enunciados a la realidad. Estoy convencida que volveremos a encontrar nuestro destino articulado y seremos nuevamente protagonistas de nuestras vidas. No dejemos que la incertidumbre y el miedo nos venzan. Caminemos con convicción.

Si de algo estamos seguros es que queremos cambiar esta mortal realidad. No nos ponemos de acuerdo en el cómo. Estamos en esos momentos que Hannah Arendt definió como el lugar de reunión de conflicto entre el pasado y el futuro. No estamos ni aquí ni allá, es por ello que se nos han vuelto tan importante las primarias, nos pondrán a prueba. Tendremos que demostrar el respeto por el otro y nuestra capacidad de integración. Si lo hacemos bien estaremos más cerca de librarnos de la bota militar que nos aplasta. “Salvar la pluralidad de voces y asomar la posibilidad de volverse mutualmente comprensibles es simultáneamente tarea de la vida individual y de la comunitaria” indicaba Ezra Heymann y no es tan difícil de entender, pongámoslo en práctica.

 

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