10 de noviembre de 2020

Lo que no llegamos a ver


Honore Daumier

En el mundo de las apariencias nos quedamos, generalmente, con lo superfluo. Lo esencial no lo vemos y es por ello que los monstruos nos pasan por delante, nos susurran al oído, nos hacen morisquetas desde lejos y, simplemente, no los vemos. Si vamos un poco más allá pueden incluso deslumbrarnos y entonces comienza el verdadero peligro, iniciamos un juego seductor. Listo, la mesa está servida, el monstruo está aposentado, seguro, llegó el momento, entonces, de comenzar con los zarpazos. Nos agarró el primero y quedamos como náufragos, mojados, despeinados, abatidos y solitarios. Hicimos señas y gritamos en una orilla cualquiera, desvalidos rogamos clemencia y así tropezamos con un nuevo monstruo, proveniente de otras costas, con otro peinado, caminar y desparpajo.

Agarrados de nuestro monstruo los defendemos contra trocha y mocha. El que se atreva a levantar una mínima sospecha, el que me advierta que por lo menos feo es inmediatamente lo despacho con cualquier mote de moda para el desprestigio que, como sabemos, ahora es esa sombra que persigue portadora de todo mal, ese fantasma que arrastra una hoz y un martillo. No lo mencionemos para conjurarlos. ¿Y los monstruos? Muy bien gracias apoderándose de nuestros futuros y metidos en casa. Actuando con sigilo y dando zarpazos oportunos y certeros. Pero no los vemos porque nos distrae la opinión común y nuestros miedos ancestrales. Las pesadillas recurrentes en la tramitación de traumas, que en este caso se hizo colectivo.

Poseen diferentes disfraces o si quieren apariencias, unos se presentan con copete, otros con coleta que pueden recogerla en un moño, otros son portadores de verrugas y otros muy gordos, como mal hechos que exageran sus caras de bobos para informar a toda una nación que habló con un pajarito. Diferentes apariencias y parecidas son sus sombras (en la acepción de Jung). Seres resentidos, con sed de venganza porque, según su apreciación, el mundo no les otorgó lo que merecían. Ávidos desenfrenados de poder, sin ninguna vergüenza. Sin ley, ni contemplaciones caminan arrasando y destruyendo. América Latina rendida y ciega les va entregando las llaves de su destino de forma continuada y sin pausa. Solo el Norte pareciera haber dicho no, y el sur se lamenta, grita y se le alborotan los fantasmas. ¡Susto!

Mientras los psicópatas calculan bien sus estrategias para apropiarse de lo que pertenece a todos, esos expropiados y vaciados de porvenir se dedican a opinar sin darse el lujo de indagar, formarse y entender. Lo saben todo porque su mundo es sencillo o eres chicha o eres limonada, no hay para dónde coger. Ese pensamiento dividido en dos categorías que no argumenta porque no sabe pero siempre se muestra presto a la ofensa y la descalificación. No veo luz en esta noche cerrada, pareciéramos ahondar en nuestros abismos y cada vez mostrarnos más erráticos. Nuevamente me invade la tristeza por tanta lucha perdida. Un mundo cada vez más inmoral por su falta de justicia y juzgando a seres probos por su “incapacidad moral” o “corrupción espiritual” como calificara a una jueza honesta una fiscal absolutamente corrupta. Contémonos el cuento del mundo al revés que ahora divierte la mentira.

Sin embargo este mundo de barro que se construye irá cayendo algún día porque sus bases son débiles aunque hoy pisoteen y se muestren poderosos. Espero que tanta gente valiosa que han contribuido por mantener y pregonar los valores democráticos vea sus desvelos renacer.

 

1 comentario:

  1. Buena descripción de nuestro mundo, el de estos días. Y digo mundo, porque realmente es el mundo entero el que se mueve a su autodestrucción. Leyéndote atraje a mis recuerdos el Crono de Goya, una apropiada semblanza de lo que somos ahora mismo. Unos depredadores de la savia vital. Goya se quedó con esa imagen y la exhibía orgulloso en el lado izquierdo de su sala. Ahora bien, más allá de lo que sabemos de Crono (El Tiempo) también, está presente esa energía del Padre Todopoderoso que se lleva de a poco eso que Bergson llamó el Élan vital, la energía de vida, la razón de ser de nuestra existencia. Tu alegoría permite unir las semblanzas mitológicas de las que echaron mano Freud, Jung, May, Maslow y otros tantos, para caricaturizar al hombre y sus sombras. Ahora bien, paseando la mirada a los pasados de los pasados, nos encontraremos con el ciclo vital en acción, para ello echamos mano de la *Historia y las historias. Montados es esos espacios y tiempos, llegamos a mirarnos en el espejo de los tiempos y tendremos que decir todo es cíclico y hoy repetimos un ciclo del pasado. Creo que ya hemos vivido esto y lo estamos repitiendo como Sísifo. Los sabios de todos los tiempos nos han señalado el camino y tercos seguimos la conseja: caminar y errar. Pero, más allá de ello hay que integrar la idea de lo que todos queremos escapar “la muerte”, así sin adornos.También, de la vida a lo Perls, la del aquí y ahora. Varios espejismos concurren ante la idea de sucumbir frente a los poderosos y es el miedo a morir, aunque ya estemos muertos y en sus manos. Nos resistimos mentalmente y emocionalmente a entregar el miedo a su Dios. No obstante, sabemos por experiencia vividas en los otros y por experiencias propias que, el combate final implica renunciar a la vida, como lo han hecho los abuelos y los padres al morir y/o como lo hicieron los muchachos con escudos de cartón y los soldados de las guerras de la independencia. De hecho, sabemos que somos plumas en el aire, pero nos aferramos por fe o por cobardía a desaparecer aunque estemos desaparecidos y sin vida.
    Creamos, queramos o no, hoy en esta Era de Acuario, donde todo se vuelve sal y agua con la rapidez de un respiro, tenemos que leer las señales dejadas por Bauman y otros afectos al mundo líquido como explicación al desastre en el que vivimos gravitando. Todo nos lleva a historizar la vida y a entender que el Gran Relato (La Biblia), de donde se desprende la ideología que nos envuelve a los occidentales tenía razón, nos corresponde, por responsabilidad, el rescate de aquello sublime, perenne y, por ello, valioso que vamos dejando desperdigado en el camino sin otorgarle la valía de la propia existencia humana. Hemos de mirar en el espejo del tiempo, que transitamos montados en las historias que nos hicieron grandes y libres y que hoy repetimos inseguros pero que son hechos vividos y necesarios de retomar como la semblanza a la Torre de Babel. Volver a este relato para recoger y resguardar lo que por un tiempo nos hizo racionales, emocionalmente fuertes y triunfadores, es necesario.No todo pasado es malo, sencillamente es pasado pero puede ser presente.
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    Nota:* Todo esto que llamamos vida y tierra obedece a las reglas de la Historia de cada era. Por ello, los historiadores, de este aciago tiempo, luchan denodadamente para que evadas la historia, la alejes y no SEPAS. Volver a los mitos se ha vuelto pecado, sin embargo, nadie vive sin mitos. Nadie puede edificar su HISTORIA sino tiene arraigo en otras Historias.

    Gracias por tu hermoso, realista y esperanzador trabajo…Disculpa mi extensión.

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