19 de marzo de 2019

El vacío social

Claude Théberge


Estar aterrados y sobreviviendo, como estamos, trae como consecuencia un vacío social. Una falta del accionar en conjunto para poder entender las causas de nuestra precariedad. La gente está demasiado ocupada en lo que Hannah Arendt llamaba “labores” surtir lo mínimo necesario para las necesidades esenciales. Procurarse agua de cualquier manera, correr a desenchufar los aparatos para que no se quemen durante las fluctuaciones de voltaje. No se intercambian ideas no hay tiempo ni ganas para ello. Es como estar hablando a gente que no quiere cuestionar sus hipótesis primarias. Es general el criterio que estos son manejos de manos muy negras para castigarnos y por lo tanto depende de voluntades, de que nos portemos bien y al final se les otorga un poder casi divino. Atomizados sin poder hacer el trabajo competente con el cual se hace sociedad. Resultado un vacío social, debilitamiento del sujeto, terror y el enemigo exterior acechando en el imaginario.

No es nuevo y ya ha sido expresado por los estudiosos del totalitarismo, quienes denunciaron los métodos empleados para el sometimiento del ciudadano. El miedo y la propaganda sus principales aliados como bien los expuso no solo Hannah Arendt sino Leffort, Habermas, y Heller entre otros. No es casual y cumple un papel primordial la cantidad de mensajes falsos que circulan para mantenernos en estado de terror, las personas los retrasmiten sin tomarse un tiempo para verificar. Y no se le ocurra responder que eso es falso porque salta el remitente a insultar. ¿Tú que te crees que eres más sabia que los demás? O simplemente no hacen ningún caso y atrás viene otro más aterrador que el primero. Cuando las causas no están bien identificadas las labores para mitigar la catástrofe se desorganizan aumentando el caos. Si yo creo que esta situación es causada por una persona que enchufa y desenchufa mi reacción será distinta a si creo que esto es fruto de la incompetencia, corrupción e irresponsabilidad sostenida durante 20 años.

Un vacío social que nos mantiene incompetentes para razonar y conversar. Al leer a los intelectuales que se tomaron la molestia de pensar lo podemos ver con toda claridad, por ejemplo tomemos una pequeña cita de Leffort “El totalitarismo –si leemos a Arendt- nace de una sociedad despolitizada en la cual la indiferencia ante los asuntos públicos, la atomización, el individualismo, el desencadenamiento de la competencia no encuentra límites”. Sin acción política efectiva seguiremos cada vez más atomizados y damnificados. Ya no es suficiente aquello de “cuento conmigo” es necesario contar con los demás porque el vacío es social. Heller subraya como esencial los actos de comunicación humanas al igual que Habermas pero añade “todo trabajo humano es una demanda de creatividad racional-finalista. La realización de la libertad humana significa la socialización de nuestra naturaleza interna sin represión tanto en la comunicación como en la creación”.

Ahora los mecanismos de terror y propaganda si son productos de las mentes perversas que usurpan los medios de comunicación y nos mantienen muy ocupados y sometidos. La situación es tan grave que es inexplicable como no se ha producido un estallido social. Estamos muy ocupados buscando y acribillando a nuestros enemigos externos y asustados con la avalancha de desgracias profetizadas con las que somos constantemente amenazados. Demasiado ruido para pensar. No es que no estemos amenazados, lo estamos, pero la amenaza son bandas con armas y poder de disparar gozando de impunidad. Mientras tanto el país se desintegra y la sociedad pierde lazos de unión y acuerdos. Todo lo espontaneo o simple quedó trastocado y por ello requiere una cuota de energía agotadora. Paso el día viendo que invento para poderme lavar el pelo y medio asearme, que puedo comer y que consigo en automercados, como puedo pagar y donde dejé mi linterna. Al final del día siento que corrí un maratón. Caigo exhausta para medio dormir en medio de sobresaltos.
  
Súbditos de las necesidades básicas por un poder ejercido perversamente. No hay tiempo para gestionar las decisiones. Sin embargo hay una voluntad inquebrantable para desocupar a Miraflores y un deseo colectivo de que esos lugares sean ocupados por seres competentes, que los hay sin duda. Es el “cómo” lo que discutimos con pasión. Hay quienes ven el final de esta tragedia cerca y a quienes se nos hace lejano. No ha sido fácil quebrarnos, nuestra rebeldía nos ha permitido trascender la tendencia de verlos invencibles y cosificarlos como objetos tabú, como advertía Freud. Basta imaginarlos aterrados, con relajamientos de esfínteres, para situarlos en la dimensión humana y darnos cuenta que también mueren. Dudamos de todo, incluso de uno mismo, pero siempre estamos levantando promesas e imaginando un futuro libre de usurpadores. Lo lograremos si nos integramos si llenamos ese vacío con creatividad y trabajo, cuando desplacemos las promesas y la espera de rescatistas por estrategias efectivas de liberación. Es el terreno de la política.

La política no es una labor es una acción creativa producto del razonamiento y adecuadas estrategias una vez identificadas las causas. Tarea delicada y difícil en terrenos minados como el nuestro.

Pero dicho lo más o menos sensato les diré que si vienen a rescatarme los recibiré con los brazos abiertos y un clavel.

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