6 de septiembre de 2016

Venezuela, la alegría ya viene




Si hay algo que debería asombrarnos es nuestra capacidad del disfrute de la vida que tanto dolor no ha podido erradicar. Mientras más tratan de aplastarnos, los abusadores de oficio, más se manifiesta la rebeldía y la certeza de no dejarnos. Las ganas de poder vivir saboreando cada detalle de nuestro entorno, la alegría de vivir. En este momento es indetenible la fuerza que nos dio haber estado juntos, todos sin distingos, en la meta común del rescate de nuestra libertad. Lo logramos y ya es imposible que nadie nos detenga, muy pronto Venezuela volverá a ser libre, está escrito en cada sonrisa, en cada gesto de valentía, en las acciones decididas que se observan en todo el país. Enfrentar a un dictador no es fácil y nuestra forma desenfadada de hacerlo revela que ni siquiera a un tirano nos lo tomamos con excesiva seriedad y trascendencia. Nos burlamos de semejantes adefesios por todos los medios y rendijas que se nos pongan a disposición. La Toma de Caracas fue nuestro gesto épico y la abuelita correteando al tirano, con una cacerola, la muestra más fehaciente de la valentía del ciudadano.


Los que somos y vivimos aquí quizás estos gestos nos parezcan hasta cotidianos, pero traten de imaginar a alguien que nos observa desde afuera. Imaginen su cara de sorpresa al ver un presidente corriendo e insultando a una viejita, cacerola en mano, que burló el cerco militar para manifestar su rechazo a un indigno jefe de Estado. De verdad que semejante imagen tiene que llenar de júbilo y sorpresa a los amantes de la libertad. Es que no se deben tomar muy en serio a estos canallas, no se debe perder nunca la perspectiva de que son tan vulnerables o más, de lo que nos hacen sentir a nosotros. Que van al baño, que lloran, que les da miedo, que enloquecen, y que atropellan, torturan y matan para hacer realidad un delirio que termina por devorarlos a ellos mismos, se fagocitan. La alegría se desborda en nuestro país y nos reconcilia con lo que somos y nunca vamos a dejar de ser cómplices en el afecto y en la libertad. No todos, por supuesto, pero si la mayoría.

Como nos dice Savater, no todo vale por igual, hay razones para preferir un tipo de actuaciones sobre otras. La mayoría de las reacciones y las preferencias surgen de un núcleo íntimo que está más allá de la razón, surgen de una emoción muy arraigada que nos acompaña desde muy temprano en nuestras vidas. No estamos educados en una ética del sufrimiento, estamos educados en un ambiente que nos arrulló con boleros, rancheras y tangos desde la cuna. De nada vale esas órdenes que se imparten: no vayan a bailar, no sonrían para no dar la impresión de que aquí la pasamos muy bien, no se pinten las caras de colores nacionales, no, no…..De qué sirve si aquí se baila, se sonríe sin tener muy clara conciencia de lo que se está haciendo. No afirmamos que esta manera de ser no tenga sus inconvenientes, las tiene y mucho, pero no se puede negar que es la mejor manera de vivir porque al fin y al cabo de sufrir no nos salva nadie, ni nada.

No, no pudieron quitarnos el placer de vivir, el placer de saborear cada detalle de nuestra existencia por más estrecha que nos la fueron poniendo. Jamás desapareció el humor, ni nuestras costumbres de sentarnos alrededor de una mesa e intercambiar buenos ratos con amigos y una botella de vino. No desapareció el ruido en los restaurantes, ni las risas estruendosas a las que estamos acostumbrados. No desapareció nunca el deleite por una buena comida y por un ambiente acogedor y sensual. No desapareció nunca el goce de un buen teatro, un concierto, la lectura y la creación. Ha sido duro, muy duro pero el núcleo genético permaneció intocable. Por supuesto, no se entendía, pero así ha sido.

Se notará que hablo en pasado porque ya esto cambió, solo cabe esperar cual es la vía que escogen los irremediablemente caídos: aceptan el Revocatorio, negocian una salida o simplemente escapan, veremos. Y ese día, el júbilo será indescriptible y la celebración será nacional, así somos y así seremos.  Ya tendremos tiempos de análisis (nunca faltan) y de volver a una realidad, pero la fiesta no va a escatimar en gastos. Después se pagará. Así es, somos Nietzscheanos, amamos apasionadamente y tenemos al humor como estrategia para soportar la verdad.  Nietzsche, el filósofo que optó por la alegría en contra del nihilismo, junto a Spinoza. La ética de la alegría como tan bien la asumió y vivió Savater. La vida es placer y es dolor, pero muchos son los que se instalan en uno o en el otro y así pierden un equilibrio vital. Las personas que hemos vivido este tiempo de maltrato es inevitable que se nos noten nuestras cicatrices, pero si no conservamos esas ganas de vivir con placer, si perdemos la capacidad del disfrute de los pequeños y de los grandes  eventos que la vida nos ofrece, estaremos muertos antes de tiempo, sin remedio. Esa es la verdadera y única decadencia.

La más terrible tiranía es el dolor y contra ese inevitable flagelo hay que luchar con la alegría. Así que esas voces que se hicieron, por cierto, muy patentes en estos días restándole el valor que merece nuestra lucha, no hacen sino demostrar una amargura que dejaron anidar en sus corazones, es lamentable, y sin ninguna duda este no es un país que les prestará la más mínima atención. Suenan como desconocidas, como provenientes de la ultratumba. No es que nos burlemos, es que no entendemos.

Como fue el eslogan de la campaña publicitaria por el plebiscito en Chile, digamos con ganas “Venezuela la alegría ya viene”. Decimos nuevamente un “si” por la vida y un “si” por la alegría.


2 comentarios:

  1. Hoy: 7 de Septiembre, descubro este blog. Me trasladó a un mundo de verdades que por fin llega sin velos a mi deseo de conocer la verdad. Admiro ese pueblo en profundidad y es grato encontrar un escrito donde detalla la realidad que le toca vivir. ¡Adelante Venezuela!

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    1. Gracias Yolanda por tus palabras que nos acompañan. Saldremos de este horror, eso es seguro y celebraras con nosotros. Un abrazo

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