18 de junio de 2025

Sociedad, cultura y Política

 

Dali


Política y cultura están intrínsicamente ligadas y constituyen las bases para las diferentes manifestaciones de la vida humana. No es posible hablar de humanidad eliminando a cualquiera de las dos. Para Hannah Arendt la política es propia de la esfera pública, en esas instancias se toman decisiones y se conducen las acciones que nos afectarán a todos y todos deberían tener la oportunidad para decidir cuál es la dirección que debe asumir su nación (la política guía el porvenir de una nación). Estas opiniones individuales, que en conjunto define la opinión colectiva en democracia, se ejerce con el voto.

La cultura es el resultado de esta acción colectiva y la expresión de los valores, creencias, mitos, símbolos y prácticas que identifican a una sociedad y une, en un reconocimiento identificatorio, a sus integrantes, le otorga significado a la política. La cultura también abarca a la palabra y a los hechos. La tendencia que se observa en como tendemos a resolver los vacíos y malestares es una expresión cultural. Venezuela siendo un país extremadamente religioso se orienta a ir creando símbolos divinos como figuras políticas con la esperanza de que resuelvan con su poder, también simbólico, los múltiples y graves problemas que enfrentamos. De allí que se entienda claramente por qué tenemos una dictadura cada vez más sangrienta, consecuencia de una fallida formación cultural.

Cuando la realidad nos sacude y esos símbolos que nos marean se tambalean caemos en una especie de letargo e inacción. Desaparece la sociedad detrás de un desorden y desconcierto cultural. Las palabras dejan de estar encadenadas y sujetas a un rasgo identificable y real para sumergirnos en una especie de delirio: estamos a dos pasos de comenzar a formar nuevamente un poder paralelo. No hay otra vía, al igual que en los procesos analíticos, que llenarse de valor, ver crudamente y con dolor nuestro vacío y asumirnos limitados y vulnerables. Mirar el vacío que hace tiempo nos invita a sumergirnos y desafiarlo con estrategias políticas de acuerdo a nuestra cultura democrática, cemento de nuestra identidad.

Estos cuadros grotescos de buscar el apoyo de la figura divinizada a través de intrigas y conspiraciones, no es política desde que dejamos atrás las organizaciones jerárquicas propias de los virreinatos, en las que no había sociedades como son entendidas hoy en día. Predominaban los intereses privados en la distribución de las riquezas e importancia jerárquica de sus poseedores entre quienes había predominantemente competencia. La cooperación es un rasgo civilizatorio que emerge como necesidad defensiva en sociedades constituidas. El ser humano aprendió que estando solo era fácilmente derrotable.

La cultura se adquiere, uno puede ser un ser de sociedad y no tener cultura, pero inevitablemente se tendrá una forma distinta de ver las cosas, Hannah Arendt incluso lo consideraba dos formas distintas de ser. De allí que estemos tan asombrados en lo diametralmente diferente como observamos nuestra realidad y como nos plantamos ante nuestros abismos. Tenemos una sociedad disuelta y varias culturas. Una cultura moderna y una propia de los virreinatos. Se hace urgente pensar lo que hacemos, responder con acierto a las circunstancias, ser creativos y valientes para captar la crudeza que emana de la realidad.

Después de su escrito “El Origen del Totalitarismo” Arendt llega a la conclusión que el sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hechos y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, los estándares del pensamiento) ya no existen.

 

11 de junio de 2025

Una oposición derrotada

 

Candido Portinari


Tengo la convicción que estamos sin estrategia, tratando que surta algún efecto las frases efectistas zumbadas por las redes sociales. Fuera de estas vías donde medio nos informamos y deformamos, la realidad dura nos avasalla. Vienen épocas muy difíciles vaticinamos y mientras tanto para la reflexión solo se ofrece acusaciones y ofensas entre dos tendencias de la oposición que mantienen visiones diametralmente opuestas. De nada sirve seguir argumentando en ese sentido, todo está dicho. Lo importante ahora es actuar. El régimen está nuevamente fortalecido después de contundentes “derrotas” anunciadas. El control social arreció, nos callaron y asustaron. La política nuevamente volvió a un estado desmembrado, sin dirección ni concierto.

La gente aún se aferra a la última esperanza levantada y a la rebeldía propia de querer defender lo que legítimamente corresponde. La única vía que conozco que se propone para la protesta es la inacción. No hay salida a la trampa que significa irse apoderando de todos los poderes del estado por la vía de elecciones fraudulentas. Van veloces por su autopista sin ningún inconveniente en el camino, sin ninguna traba seria que los haga retroceder o por lo menos detenerse en el hombrillo.

Mientras tanto nosotros, los ciudadanos, somos bombardeados desde el norte por sanciones económicas y maltrato a nuestros derechos como seres humanos. Los venezolanos hemos sido discriminados e insultados por Trump a quien se le sigue implorando nos rescate, vergüenza debería darnos. Así lo expresó López Padrino. “…lejos de ofrecer una salida real, se ha limitado a glorifica las sanciones económicas impuestas por Washington, apostar por un improbable quiebre militar o una intervención extranjera orquestada por la grotesca dupla Trump-Rubio”.

Esa oposición democrática que no se adhirió a la adoración incondicional de una líder, la que se escandaliza con la arrogancia MAGA debe rápidamente organizarse, recorrer el país e ir presentando su estrategia, no cortoplacista, sin promesas imposibles, ni figuras endiosadas. Propongo toda una campaña de educación a la ciudadanía para que comience a diferenciar sus figuras religiosas de las figuras políticas. Los seres humanos, todos, somos vulnerables, erróneos, contradictorios y sometidos a fuerzas pulsionales que nos inclinan a los vicios del poder y la riqueza fácil. Una persona que se siente adorada, divina y superdotada por ley psíquica cederá al desborde del inconsciente, los diques de defensa del yo no soportan tal avalancha. Esa persona, si no tiene suficiente cultura, conocimiento de ese proceso ni personas cercanas que la contenga, enloquecerá y con ella su masa de adoradores. Ya lo explicó Fernando Mires en un excelente trabajo.

Nos estamos equivocando constantemente y tengo la sensación que cada vez más. Si no nos sentimos emocionalmente comprometidos con el sufrimiento ajeno, si ignoramos las reglas éticas de convivencia, si la bondad no nos estremece ante tanta vida destrozada, aquí no habría nada que hacer. Quedaríamos solos y solos no lograremos nada, un liderazgo solo tampoco llega lejos y menos cuando se está luchando con los expertos en trampas. Cuando lo que rige es la desconfianza lo que queda son sociedades profundamente desmoralizadas y sin ánimo para salir adelante. Esto es parte de lo que nos está pasando.

Como oposición efectista, presuntuosa y cortoplacista quedamos derrotados, ¿podremos entenderlo? O ¿todavía no?

 

 

4 de junio de 2025

La soberbia racional

 

Aykutn Aydogdu


Ante disyuntivas difíciles, como la que acabamos de enfrentar es natural que cada uno de nosotros nos formemos un criterio y actuemos de acuerdo a ese criterio en el cual confiamos. Lo que es preocupante y se podría evitar es la brecha que abrimos entre nosotros. Nos refugiamos en nuestra verdad que sabemos vulnerable y no podemos oír las visiones y verdades que otros sostienen y muestran la fragilidad del criterio que nos guio. Al no haber certezas en estos actos y sus alcances optamos por mostrar una soberbia racional. Tan ajeno nos parece mostrar un error o titubear sobre nuestras razones que nos sorprendemos cuando oímos a alguien asumir su propia equivocación y no proyectar en otro la propia falla. Aquí estamos nuevamente divididos, ofendidos y enfurecidos mientras la realidad sigue impertérrita su camino.

Dueños de la razón no somos ninguno, solo somos víctimas de un grupo de personas sin escrúpulos que se han dado a la tarea de imponer sus métodos de sometimiento y acabar con cualquier vestigio de bienestar. Desesperados como ya estamos, nuestros estallidos de rabia son cada vez más descontrolados, lo lamentable es que apuntamos a nosotros mismos. Después de cada esperanza frustrada, de la que nos vamos despidiendo paulatinamente y con dolor, suceden las rupturas y maltratos entre amigos o entre personas relevantes y apreciadas. Realmente esto se podría evitar, no es necesario. Solo estamos viendo a nuestro mundo a través de la rendija de nuestras representaciones. Hay todo un mundo de formas que no estamos viendo y que ponen de manifiesto nuestra precariedad.

Los rostros nos reflejan el dolor de esta dura batalla donde nuestras energías deberían estar al servicio de la verdad. Esa verdad que no alcanzamos porque al tenerla cerca nos quema y repele con su crudeza. Nada que nos distinga de la historia humana que dando traspiés avanza y retrocede en sus aciertos y equívocos. Coqueteamos con los bordes, caminamos desafiando abismos, le gritamos al vacío y el eco nos devuelve nuestra propia bravuconada. El rostro del acuerdo político entre varias y distintas visiones no se vislumbra por lo que se sigue oteando por la pequeña rendija que solo puede abarcar un ser humano en soledad. Un grupo reducido de representaciones no son nuestra realidad. Vivimos en el centro de nuestra paradoja sin poder romper con la burbuja.

El mundo que queremos no está allí esperándonos, no existe hasta que lo hagamos realidad con nuestras acciones, no perdamos tiempo porque queremos verlo. Que dentro de las teorías vivan aquellos que queremos fuera de nuestro mundo, pero esa no será la realidad que estamos por construir, no será lo que pensamos sino lo que viviremos. Por más relevantes que sean nuestras razones, lo que está pasando está pasando a pesar de ellas. Ninguna teoría es nuestra realidad. Debemos transitar del mundo rígido y restringido por la miseria a otro mundo construido para nuestro bienestar y además de un pensamiento compartido necesitamos de acciones coordinadas. El llamado, entonces, es a una conciencia ética.

En una cultura compartida no solo vemos caras de nuestros allegados, sino que somos capaces de entender su mundo interno con tan solo una mirada. No es la soberbia del yo “tenía la razón” sino es el contacto de lo humano y sus derechos en ese mundo que nos toca construir. No es la soberbia de la razón es el roce y comprensión de lo que es nuestro y nos pertenece. Es el encuentro con nuestras formas de vida.