20 de marzo de 2024

Punto de inflexión

 

Egon Schiele


Desde que inventaron la bomba atómica el mundo no descansa. La guerra fría se extendió hasta nuestros días con altos y bajos de amenazas, pero la amenaza que cierne sobre la humanidad está allí en manos de mentes atormentadas. Nunca debió construirse un arma de destrucción de esa magnitud, pero a la tecnología no se le pone límites, no es posible. La inteligencia humana es asombrosa cuando de destrucción se trata. Estamos traspasando un momento especialmente delicado a nivel mundial y por esa misma razón las potencias que luchan por ganar terrenos para imponer su hegemonía, tanto económica como ideológica, asientan su poder para no retroceder. Venezuela no está aislada y la actual autocracia se alió con el ala antidemocrática, Rusia, Irán y China tienen sus garras en nuestro terreno. Factor que no podemos ignorar.

En estas luchas nos encontramos, por lo que vemos como se intensifican las políticas de persecución y cierre del espacio cívico haciéndonos todavía más turbio el ambiente ante estas elecciones. Todo parece hacer agua, se expulsa del país a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y de la Corte Penal Internacional, se desconoce los acuerdos firmados en Barbados, ahora se desconoce a la Unión Europea. Las señales son muy claras y peligrosas; dentro de un contexto preliminar a unas elecciones no se barnizó absolutamente nada al contrario se endurecieron las medidas para la población civil. Estamos nuevamente inmersos en una paralización económica. Estas señales de agravamiento del escenario de la crisis humanitaria en un ambiente preelectoral deben poner en movimiento a todos los actores que trabajan por la restauración de la democracia. Pero ¿es así?

Son muchos los intereses que tenemos en juego y muchas las fuerzas que están interviniendo. Se necesitaría claridad del escenario turbio en el que nos movemos y claridad en los movimientos acertados, claridad en el objetivo a alcanzar para poder ganar una guerra no declarada pero eficaz. No, no poseemos ni claridad, ni herramientas. Nos movemos solo por impulsos con un esquema bipolar de los años sesenta. Los buenos contra los malos, los santos contra los demonios, el amigo contra el enemigo, la derecha contra la izquierda. Tenemos un profundo desconocimiento de lo que ponemos en juego porque no nos hemos tomado la molestia de indagar y por otro lado por lo nuevo del movimiento global tan metido en nuestro país que intenta acabar con la democracia y lo está logrando. Vivimos un choque de sistemas, un choque de civilizaciones.

¿Estamos nuevamente en una Guerra Fría? Pareciera que sí, se reordenan los bloques de poder en la que las naciones comienzan a acomodarse y por nosotros se escogió quedar del lado oriental en este nuevo muro que se levanta. Es aquí donde quedamos inermes con el aumento de los prejuicios, la ignorancia y la deshumanización del adversario. La civilización y la democracia aun no están muertas y en Europa hay señales de lucha por rescatarla. Al menos Macron se despertó y la Unión Europea volteó a mirarnos. Hay posibilidades de nuevas sinergias mundiales, quizás estemos a tiempo de reubicarnos.

¿Seguiremos peleando por estos problemas locales con la mirada perdida? ¿Seguiremos jugando a los todopoderosos? ¿Seguiremos jugando a los más sabios y despreciando al que piense distinto? ¿Seguiremos con nuestros prejuicios y arrogancia? Cuando el CNE acaba de hacer un desguace con los partidos y candidatos inscritos. Nunca habíamos estado tan acosados ante unas elecciones. Vamos a unas elecciones de lo posible, no de lo deseable.

El momento es decisivo y lo que hagamos no tendrá vuelta atrás sino dentro de décadas, quizás siglos. Es como para estar altamente preocupados si no estamos adormecidos con la droga de la ignorancia.

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