19 de abril de 2023

Una moral para la Libertad

Paul Klee


Toda condición social observa una ética y una estética. Incluso en los regímenes más abyectos se puede hablar de la ética y una estética también perversas que los sostienen. De este modo cuando se habla de ética esta no siempre indica pureza y bien hacer. Se puede hacer bien el mal y adornarlo con buenas intenciones o por lo menos intenciones justas. Los nazis querían limpiar las razas y los comunistas las diferencias dentro de una sociedad. Ambos regímenes imponen sus ideologías y para ello tratan de someter a todo un colectivo a su autoridad, para ello matan y torturan. Siempre hay que estar atentos a nuestras propias tendencias, somos proclives de indicarle a los demás cual es el comportamiento adecuado, moralmente permitido. Tendemos a ser autoritarios.

La pregunta que se hace Adela Cortina ¿cómo orientar sin indoctrinar, sin transmitir las propias convicciones? Es esencial en el cultivo de la moral abierta para generar libertad. Las emociones se pueden controlar, pero no prohibir. “No debes sentir de tal manera”, “siempre en tales circunstancias se debe reaccionar de tal manera” son formas en las que se expresa las restricciones éticas y se adoctrina en una estética. Siempre que uno argumenta ¿y por qué no? el impositor supremacista se queda callado. No hay respuesta para las restricciones sino un porque yo quiero, lo cual no es elegante para alguien muy fino y correcto.

En Venezuela hay sin duda mucha confusión al respecto y se ha incrementado asombrosamente un “analfabetismo emocional” que aumenta las conductas agresivas, antisociales y antipersonales. Admiramos a los bravucones y ahora de forma asombrosamente descarada a los tiranos asesinos. No hay pudor para manifestar admiración por Putin que es nuestra versión moderna de un Hitler. Invade y mata para salvar a un país de ser absorbido por la civilización occidental. Para ello amenaza con una guerra atómica y pone al mundo en peligro de perder la civilización y definitivamente la democracia. No se negocia se declara una guerra y creyó que estaba listo. Pues se equivocó porque el agredido sabe defenderse. Invoca un bien y arrasa, es el “mal radical” de la que nos habló Kant.

Se pierde la humanidad en una maraña de confusiones sin emociones y sin reflexiones libres. Confundimos los valores, la tolerancia no es a cualquier manifestación antisocial. Hay conducciones y componendas que son absolutamente intolerables. Es un momento de emotivismo perdido, desenfocamos los símbolos para erigir falsos ídolos. De allí el desvarío y la locura desatada que no se va a atajar con adoctrinamiento, ni imposición de los que se autonombraron directores de una supuesta orquesta moral. No se invita a pensar, ni a sentir libremente. Desde que la política se hizo una novela rosa, se invita a vivir en el país de la maravilla. “Contigo siempre hasta que la muerte nos separe” y pronto la población suspirará por la libertad perdida.

Nos debe emocionar luchar con criterio por la libertad, recobrar los símbolos de nuestra cultura, esos símbolos que conocemos y que crecimos oliendo. Ese sabroso y perfumado olor de libertad, respeto y dignidad. Son las emociones políticas que solo se van a despertar si sabemos pensar.

 

 

 

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