14 de septiembre de 2022

Huyendo solos

Lourenko Goncalves


Al vivir recluido por las circunstancias que nos rodean y la escasez de recursos se vuelve un arte no perder la capacidad de reflexión y no caer en los vicios controladores de las ideologías. No es fácil, ni se improvisa porque el pensamiento requiere de un constante intercambio con otros y la experiencia. No es automático este intercambio de ideas hay que observar disposición y escucha inteligente y generosa. Cualidades que se han venido perdiendo por ese talante controlador en búsqueda de apaciguar las angustias. Hay que estar pendientes de no ceder al comodín de ideas prefabricadas que conducen inevitablemente al autoritarismo. Se puede estar rodeado de gente y estar solo y créanme es una sensación desbastadora. Arendt escribía en sus reflexiones “Lo que torna la soledad tan insoportable es la pérdida del propio yo, que puede realizarse en la vida solitaria”.

Cuando el control de todo se convierte en el perfil de una personalidad es cuando se comienza a percibir al otro dominador. Es una tendencia enfermiza que hace sufrir tanto a quien la padece como a los que están alrededor, controlar todo es imposible. Los demás tienden a irse, si el controlador es un miembro de la familia uno se aleja para poder vivir y si son los gobernantes se producen las diásporas. Vemos en el mundo cada vez mas esta tendencia dominadora y un desprecio al otro que es visto como competidor. Se prepara, de esta forma, el escenario perfecto para los totalitarismos según Hannah Arendt. Nos obligan a separarnos de las conexiones importantes con la gente, las basadas en aceptación y respeto porque el malestar no es propicio para el intercambio afectivo. El malestar requiere la concentración de todas las energías en uno mismo para no perder contacto con el yo propio y enloquecer.

Cada día mas abandonados porque así obligan las circunstancias, el esfuerzo y la labor personal que tenemos que realizar para no perdernos es titánico, pero hay que hacerlo, aunque en ello gastemos las pocas y precarias fuerzas que nos quedan. La labor principal es con nosotros mismos para no ser vencidos por el tedio y la resignación. La soledad del abandonado por el estado y sus gobernantes es una experiencia radical y desbastadora. Emprender acciones creativas, por más nimias que estas sean, es no perder la esencia humana. Tenemos que volver a encontrar nuestro entorno, volver a armarlo, comenzar de nuevo y para ello debemos estar mínimamente organizados en lo personal. Llegó el momento de ocuparnos de nosotros y reflexionar, pensar con otros. Empezar de nuevo no podemos hacerlo aislados, dispersos y solos.

Nos quitaron nuestra capacidad de estar con nosotros mismos y reflexionar según la lógica y el análisis de la realidad que van marcando los hechos concretos, no esos tamizados y distorsionados por ideologías. Con criterio propio y juicios justos estaremos en condiciones de hacer grupo y presentar batallas unidos. Antes no, no se puede cuando el interés está concentrado en tener razón y querer dominar y controlar el entorno. Esa mentalidad tiránica más generalizada de lo que realmente admitimos. Mientras más tiránicos se nos presente los líderes de la oposición, mas solos quedarán. De esa tendencia también se produjo una diáspora. Estamos huyendo, pero solos.

 

 

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