14 de abril de 2020

Imaginar es vivir

Catedral de Caracas


Cuando los días parecieran planos, sin relieves ni textura solo los diferenciamos entre ellos por la imaginación y los recuerdos. Se hacen muy presentes los recuerdos y costumbres de la casa paterna en fechas como la Semana Santa. Rituales que compartíamos en familia y que los niños disfrutábamos mucho. Semana Santa es recordada por las Iglesias, los altares que competían en hermosura y solemnidad y las orquídeas. Su olor era a flores y su sonido un susurro de oraciones. Disfrutaba y podía hasta tener arrebatos místicos dejándome llevar por esos sonidos que provenían principalmente de mujeres cubiertas de velos y faldones negros. Sentía sus tristezas pues vivían cada año la muerte de un hijo al identificarse con la madre de Cristo, siempre en deuda con el Redentor. Siempre arrempetidas de algún pecado que me esforzaba por imaginar sin mucho éxito en mi intromisión imaginaria.

Crecemos y vamos perdiendo la magia al quedar entrampados por las realidades, por la necesaria búsqueda de la “verdad” la objetividad. Se nos hace un logro del intelecto entonces comenzar a emitir esos sonidos estridentes de volvernos discursivos, verborreicos y exhibidores de una sabiduría que no tenemos. Pero sin parar, sin oír e incluso sin ver vamos con paso arrogante arrojando “verdades” en lugar de flores. Ya el olor no es a pétalo, ya el sonido es metálico. Las Iglesias perdieron ese halo solemne y misterioso que me era tan atractivo. No volví a oler a incienso, no pude más escuchar un concierto de órgano, ni oír una misa en latín. Cuatros desafinados, voces desentonadas y canciones que bien se pueden escuchar en un botiquín comenzaron a ser el programa ofertado en las Iglesia. Fui aguantando y dándome explicaciones hasta que observé a un cura bailando y me dije con todas sus letras y ganas: “Aquí no vuelvo más” y no volví. Ya no encontraba lo que buscaba.

Caramba es lamentable, crecemos y perdemos mucho de esa otra posibilidad que nos ofrece la vida al ser que habla. Debemos guiarnos por la sensatez y la razón porque si no se corre el peligro de estar interminablemente metiendo el dedo en un enchufe. Pero no debemos dejar de recrearnos en imaginaciones y recuerdos atravesados de invenciones. Ni yo fui totalmente esa niña que recuerdo ni mis padres y hermanos son un dibujo calcado. Pero en general me recreo en aquella casa alegre y bulliciosa. Antes corría sin pensarlo a refugiarme entre sus paredes hoy me queda el sumergirme por ratos en los recuerdos. El Virus mandó a parar pero la imaginación vuela. Mis días son distintos y mi realidad cambia porque mis estados de ánimos y escenarios de recreación varían. Se me ocurre que en ello consiste el antídoto al fanatismo. No quedar ciegamente enganchados a obligaciones impuestas.

Nunca podremos fanatizarnos si poseemos la libertad de la imaginación y nos otorgamos la licencia para saborear la vida sin las coordenadas impuestas por cuerpos doctrinarios oficiales. Una mirada propia, con el ímpetu decidido  a la búsqueda y el riesgo; recuerdos gratos sin pleitos con el pasado son parte de las claves para una vida menos dolorosa. La plasticidad que otorga una libertad propia mientras se espera y desea la de todos. Fanatizarnos es colocarnos la camisa de fuerza de forma voluntaria. Preocupa la tendencia que se observa en nuestras sociedades, como se va fanatizando grandes cantidades de personas, volveremos a los movimientos de masa, al lumpen. A la ceguera colectiva.  La cantidad de falsedades que circulan por las redes y como se replican con esa facilidad es una buena medida de por dónde van los deseos, odios y trampas que nos estamos imponiendo. La que más me llama la atención es la necesidad de infundir terror. Me digo ¿Aun quieren más? Ya yo no observo sino ojos aterrados tras esas mascarillas que van a terminar siendo el condensador de mis odios. La detesto pero acato.

No se por cuánto tiempo se prolonguen estas medidas de protección sanitaria. Viviré imaginando según vayan siendo las fiestas del calendario y mis pequeñas celebraciones en la estricta intimidad con mis personajes inolvidables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario