2 de julio de 2025

María Zambrano

 

María Zambrano


María Zambrano fue una filósofa y ensayista española con un pensamiento absolutamente original. Introduce de una manera decidida una dimensión del ser humano que no había sido considerado por los filósofos clásicos. Comienza su indagación con la pregunta por lo divino, por esa dimensión enigmática, misteriosa, sagrada que no se alcanza con la observación pero que el lenguaje y las angustias vitales dejan entrever. Llama a su preocupación y por lo tanto a su indagación “razón poética”, con lo cual se distancia de su maestro Ortega y Gasset que se interroga por la “razón vital”. Ambos pertenecen a los críticos de la razón abstracta del racionalismo clásico. Zambrano se vuelca de una forma más arriesgada al conocimiento de uno mismo para poder comprender los fenómenos sociales y para ello resalta las verdades que solo la poesía nos revela. Podríamos afirmar que el arte en general. Esa dimensión que nos hace quedar extasiados ante una expresión artística o ante una poesía, que nos relatan los poetas, se les impone.

Solo la libertad se logra con el despertar de la conciencia individual siempre y cuando tengamos el espacio y el silencio que requiere dejarse tocar por los duendes de García Lorca. Ese arrebato momentáneo que nos provoca las ceremonias y la creatividad humana. El profundo sobrecogimiento de los actos que nos toman por sorpresa y que nos ponen a pensar sobre qué es el hombre y como puede perseguir derroteros y hacerse de una vida totalmente original. Humanizar la vida que se manifiesta en las distintas personas que somos a lo largo de cada corta historia individual para poder humanizar la sociedad. Pensaba María que la sociedad, al estar constituida por seres individuales, debe ser atendida desde estas pequeñas entidades. Los dioses los llama y allí comienza la filosofía. De la interrogación surge la búsqueda de respuestas; cuando nos preguntamos por las cosas y los fenómenos surgen las respuestas filosóficas, cuando nos interrogamos por los misterios del alma surge la poesía. Pues bien no pueden marchar separadas.

En nuestra formación occidental hay una gran ceguera para mirarse a sí mismo, el hombre tomado por una racionalidad sin dimensión profunda tiene grandes dificultades para dejarse ver por las cosas del mundo que lo ven, por ese duende que mantiene acorralado y que no permite que se manifieste saltarín y que lo deslumbren sus piruetas. Cada vez presenciamos un tanto adoloridos y acorralados como se va perdiendo la capacidad de innovar, de ideas nuevas en nuestro mundo que se deshace. Zambrano vio como las democracias se ponen en peligro y manifiesta “Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona” y ser persona para ella era ser integral en todas las dimensiones humanas.

María es víctima del nazismo en la ocupación a Paris. Allí quedan su hermana y su mamá a quienes no pudo rescatar. Cuando por fin logra entrar a Paris ya la mamá había muerto y la hermana estaba loca. Se hace cargo de ella hasta su muerte a pesar de que no pocos problemas le causó, pero no la abandonó. El delirio no le era ajeno, lo que le lleva a afirmar que todo comienzo es un delirio, por lo cual el hombre se siente mirado sin ver, la realidad está llena de dioses, es sagrada y puede poseer al hombre, siempre hay algo que puede apoderarse de un ser humano. El temor y la esperanza son los dos estados propios del delirio como consecuencia de la persecución. No tuvo una vida fácil, vivió prácticamente errante y el exilio marcó su vida y su pensamiento. Nunca dejó de escribir ni de pensar y España siguió siendo objeto de su cavilar, pero al mismo tiempo observaba admirada los fenómenos sociales en los países que vivió, a su gente, sus costumbres, sus culturas. No dejó de entusiasmarse por la dimensión poética de toda civilización.

El pensamiento de esta admirable mujer mucho daría que pensar si se introdujera en las academias, pero no, no es un pensamiento fácil de digerir por los cánones rígidos del profesorado con toga y birrete. Abre una dimensión que enriquece mucho la vida y su comprensión, aquello que nunca un sistema autoritario podrá confiscar, la capacidad de soñar y de tener palabras que no están a la venta ni pretenden apropiarse de nada. Es por ello que el arte siempre es subversivo y no cesa de manifestarse. Todo pensamiento, doctrina o ideología que ignore esta profundidad humana es castradora de una dimensión fundamental. “(…) imagen fiel del vivir mismo, del propio pensamiento, de la discontinua atención, de lo inconcluso de todo sentir y apercibirse, y aún más de toda acción”. Ahora que ha surgido la interrogante por el suicidio, las claves están en ese enigma humano, ¿qué invita a seguir la vida o simplemente acabar con ella? Busquen en los poetas malditos porque la razón no nos da respuestas.

María Zambrano nace en Vélez Málaga el 22 de Abril de 1904 y muere en Madrid el 6 de febrero de 1991. Es reconocida con los dos máximos galardones literarios que se conceden en España, el Premio Príncipe de Asturias (1981) y el Premio Cervantes (1988).

Con esta entrega me despido hasta setiembre. Que los tiempos nos sean benevolentes.

25 de junio de 2025

No todo da igual

 

Hieronymus Bosch


Al analizar cualquier circunstancia en que el punto central sea el sujeto y sus decisiones, bien sea en su vida privada o en su vida pública necesariamente estaremos de forma velada o explícita tocando los temas de la ética. Pareciera que la posición ética que ha prevalecido en el mundo de hoy ha sido la utilitaria, aquella que contempla lo que conviene para tomar las decisiones que necesariamente nos impone la vida. Es así como las argumentaciones o las razones que damos después de nuestros actos se organizan en explicar los beneficios que eso trajo para mí o bien para otro. De esta forma yo puedo justificar casi cualquier acto con solo tener un poquito de imaginación o creatividad. No quise hacerte daño quería tu bien, es solo que los cálculos no salieron exactamente como los tenía pensados. Volteo la cara y me quedo tan campante, escondida en una intención, real o inventada, que al fin y al cabo nadie puede constatar. A lo máximo de ella se puede sospechar.

Si no es esta vertiente, que la podemos llamar “lo hago por amor” en el mundo político ha prevalecido la legalidad, por supuesto que utilizada también en el propio provecho. Hice lo que hice porque así lo manda nuestra constitución, son las normas con las cuales nos regimos y no hay alternativa, tenemos que someternos. Por supuesto, y Uds. lo saben, siempre que lo diga la norma, como sea que la interpreto, y sobre todo si tengo poder, no admito por ningún motivo, que el otro posea una interpretación diferente, ni tampoco se le ocurra ni siquiera insinuar que lo que hago no es legal, el otro no tiene lugar para tal intromisión. Otra forma de esconderme tras argumentos que me eximen de responsabilidad. Las consecuencias pueden ser cualesquiera, yo hice lo que las normas dictaban.

Esta es la vía que está marcando el postmodernismo, que como lo señalaba Alfredo Vallota ha pregonado la muerte de los fundamentos éticos humanos para dejarnos a la deriva con las imposiciones de fe, el terrorismo o la imposición de creencias por la fuerza, las guerras. Un postmodernismo cínico, que intentando matar la moral se inscribe en un discurso que invita a ubicarnos en un más allá de las formas universales éticas y a defender los intereses particulares o aquellos intereses colectivos que se mantienen para el propio logro. Por esta vía siempre vamos a tener gobernantes que nos enreden como individuos en proyectos descabellados, todos por igual y uniformados. Cuando decidamos por un líder que nos respete el derecho que tenemos para escoger por nosotros mismos, entonces tendremos que sentarnos a pensar en lo que queremos ser y hacer.

Tales posiciones como sujetos de la acción nos conducen a una absoluta irresponsabilidad y a tener como resultado a un mundo que cada vez se nos hace más aversivo porque se van rompiendo silenciosamente los lazos sociales, porque no cuidamos al otro en su alteridad, nos invade un malestar que no sabemos de donde proviene y nos sumerge en discusiones estériles sin poder comprender cual es el centro o la causa necesaria y suficiente de esta locura colectiva.

La adopción de una ética instrumentalista, utilizada para alzar una voz complaciente para la mayoría puede incluso trasgredir toda legalidad y conducir a toda una población a posiciones muy delicadas de rechazo y discriminación. Son las típicas posturas populistas con rasgos fascistoides que se asumen con total irresponsabilidad, no todo da igual ni todo es válido para salir de esta oscuridad. Es la erosión de la democracia como una opción moral. Como lo precisa en su escrito Nelson Chitty La Roche “Se trata de lucir legítimo y serlo inclusive, retando o desconociendo la legalidad. Ese es el constructo populista”.

 

 

 

 

18 de junio de 2025

Sociedad, cultura y Política

 

Dali


Política y cultura están intrínsicamente ligadas y constituyen las bases para las diferentes manifestaciones de la vida humana. No es posible hablar de humanidad eliminando a cualquiera de las dos. Para Hannah Arendt la política es propia de la esfera pública, en esas instancias se toman decisiones y se conducen las acciones que nos afectarán a todos y todos deberían tener la oportunidad para decidir cuál es la dirección que debe asumir su nación (la política guía el porvenir de una nación). Estas opiniones individuales, que en conjunto define la opinión colectiva en democracia, se ejerce con el voto.

La cultura es el resultado de esta acción colectiva y la expresión de los valores, creencias, mitos, símbolos y prácticas que identifican a una sociedad y une, en un reconocimiento identificatorio, a sus integrantes, le otorga significado a la política. La cultura también abarca a la palabra y a los hechos. La tendencia que se observa en como tendemos a resolver los vacíos y malestares es una expresión cultural. Venezuela siendo un país extremadamente religioso se orienta a ir creando símbolos divinos como figuras políticas con la esperanza de que resuelvan con su poder, también simbólico, los múltiples y graves problemas que enfrentamos. De allí que se entienda claramente por qué tenemos una dictadura cada vez más sangrienta, consecuencia de una fallida formación cultural.

Cuando la realidad nos sacude y esos símbolos que nos marean se tambalean caemos en una especie de letargo e inacción. Desaparece la sociedad detrás de un desorden y desconcierto cultural. Las palabras dejan de estar encadenadas y sujetas a un rasgo identificable y real para sumergirnos en una especie de delirio: estamos a dos pasos de comenzar a formar nuevamente un poder paralelo. No hay otra vía, al igual que en los procesos analíticos, que llenarse de valor, ver crudamente y con dolor nuestro vacío y asumirnos limitados y vulnerables. Mirar el vacío que hace tiempo nos invita a sumergirnos y desafiarlo con estrategias políticas de acuerdo a nuestra cultura democrática, cemento de nuestra identidad.

Estos cuadros grotescos de buscar el apoyo de la figura divinizada a través de intrigas y conspiraciones, no es política desde que dejamos atrás las organizaciones jerárquicas propias de los virreinatos, en las que no había sociedades como son entendidas hoy en día. Predominaban los intereses privados en la distribución de las riquezas e importancia jerárquica de sus poseedores entre quienes había predominantemente competencia. La cooperación es un rasgo civilizatorio que emerge como necesidad defensiva en sociedades constituidas. El ser humano aprendió que estando solo era fácilmente derrotable.

La cultura se adquiere, uno puede ser un ser de sociedad y no tener cultura, pero inevitablemente se tendrá una forma distinta de ver las cosas, Hannah Arendt incluso lo consideraba dos formas distintas de ser. De allí que estemos tan asombrados en lo diametralmente diferente como observamos nuestra realidad y como nos plantamos ante nuestros abismos. Tenemos una sociedad disuelta y varias culturas. Una cultura moderna y una propia de los virreinatos. Se hace urgente pensar lo que hacemos, responder con acierto a las circunstancias, ser creativos y valientes para captar la crudeza que emana de la realidad.

Después de su escrito “El Origen del Totalitarismo” Arendt llega a la conclusión que el sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hechos y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, los estándares del pensamiento) ya no existen.