9 de junio de 2020

La barbarie no termina


Katusushika Hokusai

Convive en cada uno de nosotros la civilidad y la barbarie. Fernando Savater manifiesta que la civilidad solo funciona en estados de bienestar. Si todo está organizado somos amables, educados, corteses y respetamos al otro. Es decir no andamos por las aceras atropellando a los demás. Solo basta que se desate una situación de peligro inminente para que nos demos a la desbandada sin importar el daño que causemos. Nada pareciera quedar atrás, la historia al igual que el inconsciente pareciera ser capas que se superponen y basta escarbar un poquito para encontrar otros mundos otras civilizaciones o tropezarnos con el salvajismo. Es una imagen utilizada por Freud para ilustrar el inconsciente y la práctica psicoanalítica en su invitación a entender el pasado que se encuentra vivo determinando el presente.

Cualquier sea la complementariedad entre civilización y barbarie se trata de términos contradictorios que conforman una antítesis radical. Es como comprende Walter Benjamín su experiencia de vida y su sufrimiento cuando la barbarie nazi acabó con el ambiente civilizado en el que se había desempeñado, “no se trata de un mismo sistema sino dos sistemas distintos”. Como a tantos otros perseguidos por la barbarie, el acoso que sufrió por parte de la  Gestapo lo precipita a tomar la decisión de acabar con su vida. A Walter Benjamín se lo discrimina doblemente como judío y como un hombre de izquierda; es la barbarie que acecha y acosa a la vida civilizada, a las expresiones humanitarias.

Cada vez que una sociedad manifiesta un rechazo al emigrante, al distinto o incluso a sus correligionarios está siendo un bárbaro. Fenómenos que se agudizan en épocas de malestar. El mundo está mostrando una barbarie alarmante que se difunde por los canales que permiten  las nuevas tecnologías y las personas la consumen con avidez. Pensemos por ejemplo en las decapitaciones de la Daesh, imágenes espantosas que las personas se dan el lujo de divulgar. Es como un placer morboso que produce en otros un malestar y rechazo absoluto. Es como una invasión y maltrato a la sensibilidad. ¿Por qué no se pide permiso? ¿Por qué se ofende de esta forma el derecho a preservarse del horror? Una vez lo reclamé por las redes sociales y la respuesta recibida fue si prefería la censura. Que mar de confusiones, de barbarie con oleajes de mar de fondo.

Una de las manifestaciones bárbaras que más se ha repetido a lo largo de la accidentada historia de la humanidad la tuvimos que sufrir en nuestro país recientemente (como si tuviéramos poco) la quema de libros. Los libros son enemigos mortales de la barbarie sobre todo los libros que conforman las bibliotecas de las Universidades. Libros que están a la disposición de estudiantes y profesores con la finalidad de profundizar en el conocimiento, que es la esencia de las Universidades. Reponer una biblioteca cuesta un esfuerzo enorme -intelectual y económico- dado que es tarea que se deriva de decisiones investigativas y presupuestos limitados. El daño moral infligido es incalculable. 

Los bárbaros hacen esfuerzos bárbaros por acabar con el conocimiento y la cultura sin darse cuenta que es tarea destinada al fracaso. El pensamiento humano no se detiene mientras se vive, no se detienen las interrogaciones sobre nuestro mundo y sobre el ser humano. Sin embargo así como se queman los libros, manifestación de un desprecio al conocimiento también se desprecia la vida humana. Se mata y tortura impunemente porque se tiene poder y armas. Heinrich Heine predijo, con toda certeza,  “donde se queman los libros se terminan quemando también personas”. Lo que el Holocausto más tarde confirmó.

Se tiende a esperar que cada etapa de la historia deje atrás toda manifestación de las etapas anteriores y no es así, conviven. La orgullosa Modernidad trajo consigo barbaries con expresiones terribles, el fascismo y el comunismo. Son las barbaries propias de Occidente y las más grandes de la historia de la humanidad. La lucha contra la barbarie es una lucha de ideas, no es física aunque los bárbaros deberían ser de alguna forma controlados y reducidos. Constituyen un peligro para la humanidad a la cual desprecian sin ningún miramiento ni pudor. La barbarie no termina nunca es una constante amenaza para la democracias y la cultura.

1 comentario:

  1. Una de las razones por las que se pierde la democracia es que después de disfrutarla por mucho tiempo, se baja la guardia abriéndole la puerta a la barbarie creyendo tener la fortaleza para combatirla, en algunos casos se repele en otros no (Venezuela).

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