Alicia regresó. No sabía que venía a buscar, fue simplemente
un impulso, un arrebato de su genio alborotado. Era mucho tiempo sin ningún
contacto ni noticia, se había apartado absolutamente de sus raíces, de su
tierra, de todo lo que conocía. Había escogido un sitio para vivir muy distinto
a sus costumbres, su idioma, sus emociones. No le fue fácil pero no tuvo
ninguna duda de lo que quería arrebatar de su alma y lo logró. Pero cuando todo
estaba armado, su casa, sus hijos, el hombre que amaba, sus mascotas, piscina y
un trabajo, un día se levantó y dijo quiero regresar y simplemente regresó. No
para siempre se dijo, voy y vengo. Había un misterio que lo era también para
ella, algo que había olvidado y quería recuperar, algo que había añorado y que
mantenía en ella un dejo de nostalgia que se reflejaba en sus gestos sin que lo
pudiera evitar. Siempre dio la impresión de ser un tanto excéntrica, distante,
lejana a pesar de estar totalmente entregada y enamorada de sus seres cercanos.
De eso no tenía dudas, los amaba.
Pues bien, agarró un poco de ropa, se despidió de sus hijos y
marido, besó a sus perros y se vino. Todos quedaron en la puerta de la casa,
desconcertados, diciendo adiós y moviendo las colas. Todos sabían que esa
aventura seria por poco tiempo no hubo temor, porque también sabían que no
podían detenerla, como aquí no pudieron detenerla cuando se fue por primera
vez. Regresaron enseguida a sus rutinas y solo un tiempo después fue cuando
comenzaron a hablar y comentar el tan inesperado abandono. Surgieron expresiones
de rabia, expresiones de comprensión, interrogatorios sin respuestas,
desconciertos y un gran vacío. Alicia impregnaba en su casa una vitalidad y
belleza que se fue extinguiendo enseguida que desapareció. La constatación de
que los seres humanos parecieran hablar más en su ausencia que en su presencia
o la constatación de que los otros saben agudizar mejor sus sentidos en las
pérdidas. Pero no era una tragedia por la seguridad que regresaría con el rasgo
distinto que había ido a buscar. Sería bueno o malo no lo sabía ni ella.
Alicia tampoco pudo ni remotamente imaginar el cúmulo de
emociones cruzadas que tendría que sortear antes de tropezar con su verdadero
encuentro. Desde que dio sus primeros pasos en el aeropuerto comenzarían su más
bien desencuentros. Aquello no se parecía ni por asomo a lo que recordaba de la
puerta de entrada a su país. Si bien la arquitectura se conservaba, nada de su calidez,
estética y trato de la gente era el mismo. Se había esfumado el ambiente de
bienvenida, por el contrario había un dejo de hostilidad que no pasaba
desapercibido. La puso de mal humor y comenzó a comportarse de una forma hostil
que hasta entonces desconocía en ella misma. Con su cara enfurruñada contestó
el interrogatorio policial al que fue sometida y quiso salir de aquel infierno
lo antes posible, sin saber que estando afuera la misma sensación la
perseguiría.
No podía dar crédito a lo que veía, niños harapientos que se
le abalanzaban a los viajeros pidiendo limosnas pero en divisas; hombres con
caras de delincuentes ofreciéndose para llevar las maletas o pedirle un taxi.
Como nadie la esperaba, pues nadie sabía que llegaba, la situación se le hizo
mucho más difícil. Haber sido una mujer sola abriéndose camino por mundos
desconocidos le habían ayudado a desarrollar un sexto sentido y no permitió que
nadie se le acercara. Sabia como hacerlo, cuando quería infundir respeto y
marcar distancias, solo una cara y una postura corporal le bastaba. Así que
pasó indemne de esta primera prueba, se acercó a una taquilla y contrató un
taxi seguro; arrancó a su casa con la ilusión de encontrar un refugio, abrazos
de su familia y una buena acogida. Por supuesto las cosas no sucederían como
las imaginaba. Era mucho el tiempo perdido.
Fue hablando por el camino con Alfredo, el chofer que la
llevó a su casa. El manejando y ella interrogando, porque no hay mejor
informante que un taxista, aquí y en cualquier parte del mundo.
-¿Alfredo por qué esta todo tan distinto?
-¿Hace cuánto tiempo no viene a Venezuela?
- Mucho tiempo y me había desligado por completo
- Entonces quiero que sepa que esto no tiene nada que ver con
el país que dejó. Va a ser muy grande su impresión. Todo está deteriorado,
sucio. Nada funciona, estamos sobreviviendo. Ni siquiera las personas son las
mismas, ya no nos parecemos a esos seres alegres que una vez fuimos. Hay hambre
aunque no lo crea, ya verá el espectáculo de colas en cualquier automercado o
bodega. No hay medicinas, la gente muere si no asesinadas, mueren por falta de
atención médica. Es muy peligrosa Caracas tenga mucho cuidado. Y por cierto ¿a
qué vino?
-No lo sabía pero ya
comienzo a entenderlo, no lo tengo aún muy claro pero basta ya de ser ajena a
lo que es mío. De todas formas he cargado con ello y ahora como que quiero tocarlo. Aquí estoy.
Alicia sintió que ya no era la misma que había salido de
casa, comenzaba a contactar su nostalgia escondida. Hizo contacto con un
aspecto esencial de ella que mantenía dormido. Era muy doloroso pero a la vez
muy seguro, era muy lejano y a la vez muy íntimo. Se dio cuenta que se había
amputado y ya no lo resistía. Se dio cuenta que regresaba para encontrarse con
ella misma. Y solo le quedó un largo y sostenido llanto. Así llegó a su casa
pero ahora muy asustada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario