27 de septiembre de 2023

Decisiones, un reto ineludible

Chie Yoshii


Una de las actividades propiamente humanas es nuestra capacidad de elegir. Somos los únicos que podemos distinguir y clasificar los objetos externos. Si decidimos que algo es bueno, lo elegimos si no, lo rechazamos. Es quizás la función más difícil pero ineludible. Fernando Savater lo señala como una condena, nadie puede ser exonerado. Nunca estaremos seguro y con frecuencia nos equivocamos, pero no podemos dejarle esta función a otros como es tendencia en este mundo cómodo que no quiere ser perturbado. Si otro elige nos veremos en la desagradable situación de tener que ser lo que no queremos ser. La vida está llena de momentos cruciales y nosotros nos veremos en la obligación de ser, para ello es mucho más placenteros si hemos elegido.

A pesar de nuestra elección nos vemos impelidos a aceptar la frustración de resultados indeseados porque otros también deciden y deciden precisamente por lo que no queremos. En ese caso tenemos que comenzar a decidir en como volver a lograr una sociedad mejor que nos de la oportunidad de poder elegir libremente la vida que queremos. Estamos en el momento en que se nos están llamando a elegir. Eludir esta responsabilidad es también una elección. La elección de abstenerse ha traído como consecuencia que la mediocridad se imponga, y el discurso equivocado de que son males necesarios para rescatarnos de la perdición a la que nos estaba llevando el mundo. Si tanto se habla de libertad hay veces que pareciera que no se entiende que la libertad implica riesgos y lucha.

Somos objetivación de la voluntad como lo señaló Schopenhauer, somos deseos omnipotentes que se estrellan en las posibilidades de una realidad, pero mientras operemos dentro de las posibilidades estaremos expuestos al dolor, pero también a la satisfacción de habernos acercado a lo que queremos ser. Nadie sabe hasta donde podemos llegar en esta elección, lo que si podemos asegurar es que podemos contar con la satisfacción de haber elegido. Aquellos que afirman con contundencia su fracaso o su éxito están ejerciendo su función de adivinos demagógicos. Sobre el futuro nada sabemos, no distraigamos la responsabilidad de nuestro presente y los deseos sobre el futuro. Entre otras cosas tenemos en un futuro la tarea de rescatar al ser humano que como decía Hegel es principalmente lo que no es. Somos eso que se nos negó ser.

Es difícil, lo sé, volver a creer en la vía electoral y me cuesta convencer a otros de lo que yo estoy convencida. Pero no deja de sorprenderme la certeza que manejan de nuestra derrota anticipada. Esa posición vital es dolorosa porque no plantea posibilidades de salida, se ve todo futuro perdido. Sabemos lo difícil de combatir a quienes tienen todo el poder, son tramposos y manejan las armas del terror que constituye su principal estrategia política. Están en sus chanchullos mientras nosotros nos estrellamos con la realidad de los hospitales, escuelas, Universidades, sueldos e inflación. Es decir, nos estrellamos en la cotidianidad y nos avasalla sin piedad la realidad del desamparo.  

Por reconocernos los unos a los otros en la desesperación de un País perdido, vale la pena, al menos intentar, rescatar nuestros valores y volver a construir un mundo justo perdido.

 

20 de septiembre de 2023

Regímenes autoritarios electorales

Zapata


Este régimen que nos agobia es de reciente creación y quizás uno de los más difíciles de combatir. Sin dejar de ser autoritario se disfraza con instituciones que solo funcionan bajo su mando. Andreas Schedler los denomina “autoritarismos electorales”, aunque celebren elecciones multipartidarias, violan los derechos democráticos de manera sistemática. Constituyen, según Schedler, la forma más común de dictaduras en el mundo. Pero como toda forma de organización social poseen una debilidad que es bueno conocer. Su permanencia en el poder nunca es segura y, por lo tanto, padecen de una constante incertidumbre. Incertidumbre que se acrecienta en tiempos electorales. Es cuando más se acrecienta el nerviosismo del tirano y se le puede observar cometiendo todo tipo de torpeza. Es peligroso, pero también vulnerable.

Nunca están suficientemente informados porque viven como aturdidos. Saben de su vulnerabilidad. Todo este movimiento altera la lógica del conflicto mientras la oposición debería ir ganando terreno con sus estrategias electorales. Digo deberían porque a veces no se observa organización. Se pierden en sus luchas internas. Esto es una lucha política para la que los líderes tienen que estar preparados. Estos regímenes son más resistentes al cambio de lo que fueron sus antecesores. La resistencia consiste, principalmente, en su fachada institucional. Convierten su debilidad en su fortaleza, “las instituciones”. Las autocracias electorales abren la posibilidad de las urnas de votación, pero no se descuidan en su manipulación. Procuran unas elecciones controladas.

Por un tiempo la oposición estará entregada a los partidos políticos que juegan en dos niveles: la competencia de los votos y las reformas institucionales que permitan que los votos cuenten. Se debería dejar la competencia por los rangos sociales de los diferentes líderes para enfocarse únicamente en la distribución del poder. El conflicto planteado es político no es asunto de estatus social. Es importante conocer las flaquezas del régimen para ir horadando en su opacidad. No son populares, pero indagan hasta que punto son despreciados, de allí su incertidumbre y su incapacidad de real información. No pueden andar por las calles haciendo campaña, tienen miedo, y con razón. El período electoral es un desafío que no pueden evitar. No cuentan con un apoyo popular libre.

Muchos de sus militantes comienzan a dudar de su verdad y añorar un mundo organizado y seguro, de allí que se vean disidencias y movimientos internos en sus partidos. Temen por una derrota electoral. El sistema ya no se ofrece prometedor, el escenario no es firme. “En un escenario aún más optimista una victoria firme en una elección verdaderamente democrática promete a los autócratas un periodo de mando fijo: un resultado deseablemente seguro que ni la versión hegemónica ni la competitiva del autoritarismo electoral podrían garantizar con seguridad en algún momento” afirma Schedler. Riesgo que algunos asumen, sin duda. De una u otra forma las elecciones mueven a los actores. Pero es necesario que las elecciones se den a nivel nacional; que sean pluripartidistas, regulares e incluyentes, y que se desarrollen bajo un mínimo de capacidad y soberanía del Estado. Mi supuesto es que todos los demás tipos de elecciones no tienen el mismo efecto transformador para la política nacional de un régimen. Son los hombres y mujeres en un país que han asumido la ciudadanía de forma activa. Ser ciudadano es nuestra principal responsabilidad.

 

13 de septiembre de 2023

La imaginación y la historia

 

Michiel Schrijver


No es posible percibir y describir la realidad en su totalidad, es por ello que una parte pasa a formar lo real, lo que no ha sido posible aprehender a través del lenguaje. A lo real le ganamos algo de su terreno con la imaginación, facultad que nos permite crear mundos nuevos. El mundo más cercano que tenemos es nuestra manera de vivir, que debe obedecer a una creación propia. Sin lenguaje ni imaginación nos sería imposible estas tareas elementales, así como la plasticidad para ir cambiando a través del tiempo. La historia es producto del conocimiento y de la imaginación. Debemos conocer el pasado e imaginar nuestro futuro. Gran parte de los equívocos que se comenten en el presente es creer que se conoce lo que va a pasar. No, lo que va a pasar solo puede imaginarlo.

La imaginación no tiene límites quien pone los límites es la realidad que tardamos en entenderla. Ya decía Sigmund Freud que el deseo no tiene límites y todos deseamos que algo suceda. A veces sucede y a veces no, es allí cuando hablamos de regocijo o frustración. El mundo es una diversidad sin remedio y menos mal que es así, de la uniformidad solo podemos esperar estancamiento y tedio. Son las idas y venidas de un futuro que a veces parece cercano y se nos escapa. Se nos está escapando un mundo pacífico y comienzan a resurgir las guerras y los horrores que no imaginábamos. Tenemos que imaginar el mundo que vendrá, la literatura y la filosofía nos proporcionan ideas. Decía Carlos Fuentes en una carta a Milán Kundera la necesidad de cultivar el imaginario para poder entender la historia. La literatura es indispensable para mantener la lengua y poder tener una sociedad viva.

Una sociedad comienza a apagarse cuando no cultiva su lenguaje. La subjetividad moderna lucha por no permitir los abusos del poder, no concebimos tener una bota aplastando nuestras cabezas ya las ideas incorporadas son de libertad y democracia. El hombre moderno no es dócil porque aprendimos a imaginar la libertad y nuestros sueños son sueños emancipadores. Volviendo a Carlos Fuentes, quien nos recuerda que el deseo del poder es absoluto y solo podrá ser la imaginación de los hombres unidos en sociedad que lo impida. No hay paz posible cuando no se tiene la posibilidad de crear un mundo propio. No es superfluo la defensa del lenguaje y el énfasis que se hace en la forma como hablamos. Candidato que no sepa hablar, argumentar y hacerse entender por sus oyentes queda inmediatamente descalificado. No convencen ya esos gestos populistas de los que estamos más que hartos. Queremos lenguaje e imaginación para poder relatar juntos una historia.

El lenguaje es una construcción perenne porque este se forma gradualmente, no hay lengua completa, así como no hay una sociedad completa ni hombres completos. No hay momentos en los que podamos expresar todas las ideas ni todas las sensaciones. Pero sin esa herramienta que nunca será perfecta no sería posible la convivencia social ni posible el entendimiento entre nosotros. Así que no es el insulto lo que nos despierta a considerar una idea, es el argumento. Entendamos esto de una vez porque nos están empujando a un barranco. Tenemos que entendernos y negociar. Pero es necesario estimular al otro que se exprese, a permitirnos conocer sus estados de ánimo. Pongamos en acto la expresión de sentimientos e ideas para lograr una cohesión por medio del lenguaje ese que nos dejaron en herencia nuestros padres. Escribamos una historia con la marca de nuestra propia novela, de nuestra propia imaginación. Esta que escribieron por nosotros y tratan de imponer no encaja en nuestra sensibilidad ni costumbres. Esta no es la Venezuela que soñamos.