26 de mayo de 2021

Radicalizados

Oleg Oprisco


El sufrimiento, las historias personales son muy importantes al querer analizar y comprender la radicalización que se asume cada vez de forma más generalizada. El sufrimiento de toda una población sometida a largos años de sometimientos, penurias y humillación, la sed de venganza y muerte comienza verse como “normal” en el deseo colectivo. Salidas negociadas, lentas, difíciles en las que se le ceda un rango humano al torturador producen un rechazo visceral que no permiten interrogaciones. Estas emociones, entendibles por cierto, dificultan poder alcanzar la meta colectivamente deseada. O se va a una guerra sin tener con qué o se cometen actos destemplados como los hemos padecido.

Otro factor contribuye a la tendencia radical que observamos en el mundo. Como bien señala Fernando Yurman, el mundo ha venido dejando atrás como inservibles las referencias que anteriormente frenaban, dosificaban o invitaban a reflexionar sobre los acontecimientos. Se observa un desprecio al pensamiento y a las personas que dedican su vida a indagar sobre los fenómenos y a entender sus causas y evolución. Estas personas no se lanzan a afirmar ni a opinar sin haber tomado un tiempo de estudio y lecturas. Una interesante película francesa “Los consejos de Alicia” enfoca precisamente este tema en defensa de la política cuando impera el populismo y la antipolítica. El alcalde de Lyon Paul Théraneau que dice haberse quedado sin ideas contrata a una joven intelectual Alice Heimann para que lo ayude a pensar. Una interesante y oportuna puesta en escena por los franceses como denuncia de un mundo nihilista que se ha entregado a prácticas destructivas sin reflexionar sobre sí misma.

En este orden de idea recomendaría también otra película “El Atentado” como en una misma casa, un matrimonio vuela por los aires por la radicalización suicida de la esposa. El médico que ejerce en un hospital en Tel Aviv se entera del atentado suicida perpetrado por su esposa atendiendo heridos y recogiendo muertos en un concurrido restaurant. Qué hace que, con una misma formación religiosa (ambos musulmanes), uno se decida por el trabajo y el honor de la academia y otra por volarse en un ataque suicida matando a inocentes civiles en Tel Aviv. La radicalización, se adoptan opiniones, puntos de vista e ideas, que desembocan en actos terroristas. Determinan las historias personales y la fragilidad psíquica. El mal, la destructividad que acompaña al hombre, a la que Freud le dio el nombre de “pulsión de muerte”. Esa oscuridad revestida de banalidad, que soterrada y cíclicamente observamos erupcionar con violencia aterradora. Esa que se está padeciendo en nuestro mundo actual. Perdemos el sentido humano de nuestro mundo y pasamos a despreciar al ser pensante.

Se desprecian las ideas y por lo tanto se desprecia la política, no se tiene conciencia que al dejar de hablar, de entendernos solo queda explotar bombas y pasar todos a configurarnos en atacantes suicidas. Lo vemos cada vez con mayor frecuencia en los ataques que suceden en los Estados Unidos en las Escuelas y sitios públicos, lo observamos en Europa en los atentados terroristas. Lo vemos en América Latina con sus explosiones sociales y sus tendencias destructivas, lo observamos en el desprecio que se tiene en nuestro país por las tímidas voces que comienzan a erigirse en favor de la conversación y el voto. Ya lo vimos, fracasaron todos los demás intentos, probemos entonces a organizarnos alrededor de las ideas, para ello hay que leer, investigar, aunque tengamos el tiempo corto y el desánimo nos arrope.

 

19 de mayo de 2021

La humillación como ejercicio de poder

Hans Kanters


Humillar es un modo de ejercer el poder y someter al ciudadano. Humillan porque tienen poder bruto, cuentan con esbirros y jueces comprados para llevar a cabo sus fechorías. Aplastan, pero al mismo tiempo aumenta la rabia de toda una nación despojada de su tradición y de sus bienes. El Nacional es un símbolo de tradición en nuestro país. En la mayoría de los hogares venezolanos desayunábamos leyendo El Nacional. Los domingos era una costumbre sagrada dedicar toda una mañana a sus páginas y a los excelentes artículos de opinión. Reunión obligatoria fue siempre la celebración de su aniversario. Eran tiempos que vivíamos como una inmensa familia y no teníamos esa rabia y resentimiento que nos consume ahora. Causa estupor, abatimiento, indignación este nuevo despojo del que somos objeto. Gran numero de personas que trabajan en El Nacional fueron desalojadas arbitrariamente de sus puestos de trabajo al llegar un batallón de exterminadores al lugar. Numerosas personas quedan sin trabajo en un país arruinado.

Fernando Mires, publicó un interesante artículo basado en el libro de Sandel “La tiranía del mérito” donde resalta esta “política de humillación” que se ha extendido por nuestro continente. En contraste y quizás como efecto de haber humillado a una población excluida en un pasado se levantó entre nosotros seres sedientos de exterminio. Seres resentidos que solo pudieron llegar al poder engañando, seduciendo y ofreciendo “jugueticos bélicos” de revancha. Méritos ningunos, es solo la oportunidad que supieron aprovechar para adueñarse de nuestro país y, como advirtió Sándor Márai, de nuestra alma. Es que El Nacional es parte del alma nacional. Seres sin cultura, pero con armas son un azote para el resto de los ciudadanos comunes y corrientes que aspiramos vivir con cierta calidad. Hubo oportunidades en nuestro país, la educación gratuita y reconocida mundialmente; pero un ejército, siempre privilegiado y consentido por las élites gobernantes, formaron a un grupo de fanáticos soberbios. Uno de ellos se distingue por poseer un lugar, ganado por mérito propio y buena sagacidad, el de “Humillador Premium”.

El mundo es redondo y da vueltas, estos ejercicios irresponsables de desconocer al otro y humillarlo va creando una avalancha de deseos destructores que al desbordarse no hay armas que los detengan. Les tengo miedo, pero se les está llamando a gritos cuando se atropella de esta manera. Cuídate Premium porque no habrá disfraz de enfermera ni ambulancia que te ayuden en esta oportunidad, los uniformes están raídos y las ambulancias sin gasolina. El reconocimiento de cada quien en su lugar es fundamental para poder sentirnos dignos de una ciudadanía. Es por ello que el trabajo tiene una importancia que va más allá de recibir un sueldo, es una pertenencia, es sentirse útil y activo. Los trabajadores de El Nacional, como de toda empresa expropiada y arruinada, fueron arrebatados de su familia, humillados y expulsados de un lugar social que otorga dignidad.

¿Quieren que los sintamos superiores con sus voces de mando? pero producen un efecto contrario, dan imagen de debilidad. ¿Quieren advertir para que reprimamos las conductas incomodas al poder? están provocando que estas se desborden. ¿Quieren que desistamos de presentar alternativas de poder que los sustituyan? cada vez estamos mejor preparados para organizarnos. ¿Quieren quebrarnos moralmente? la rabia nos defiende de ser partidos. ¿Qué están logrando? Juegan con fuego y ya conocen el dicho, no lo repito. No encuentran un sentido a su poder sino el de robar y humillar, por lo tanto, no encuentran tampoco un sentido a su ser. Ya veremos lo que queda de sus disfraces, se caerán al suelo porque el vacío no sostiene.

 

12 de mayo de 2021

El día que…

Arthur Rackham


Cuidar el lenguaje es cuidar la cultura, la belleza y la ética. Es cuidar al mismo ser humano de la ruina y la barbarie. Somos lenguaje, el lenguaje nos antecede y nos cobija dándonos forma, constituyéndonos en seres deseantes. Posibilita todo movimiento dialéctico que como un péndulo puede conducirnos a los extremos de la existencia. Por desear y razonar dejamos de estar atados para siempre en un determinismo biológico, podemos con plasticidad movernos en el bienestar y en el malestar. Se puede encontrar satisfacción en el dolor, es un hecho clínico, la satisfacción pulsional que siempre interroga y que en algunas de sus manifestaciones nos llena de perplejidad. Cuidar el lenguaje es cuidar las formas de relacionarnos, es cultivar la altura y delicadeza de los afectos.

Una cultura y su política que contemple y guarde las formas será una cultura que protege y guarda lo mas preciado de la vida humana. Sándor Márai resalta la adecuación de una institución pública que más allá de lo establecido en normas de procedimientos se ocupa de las vías de transmisión de los mensajes. “El parlamento francés era, más allá de la política, la escuela retorica más elevada, y se criticaba con igual severidad los contenidos políticos de los discursos y retóricas de los oradores, la pureza y la propiedad de sus adjetivos, la fuerza de los verbos empleados y la musicalidad de sus frases” Hoy los franceses prohíben el lenguaje inclusivo en sus centros de enseñanzas.

Somos lo que hablamos y hablamos los que nos interesa y lo que pretendemos. Circula en el lenguaje las cargas fácticas y normativas. La dislocación de la salud social que padecemos la podemos diluir en una retórica balbuciente o podemos organizar los equilibrios necesarios con términos y expresiones conceptuales comprensibles que unifiquen y canalicen las verdaderas y posibles estrategias. Los discursos se desarrollan en la medida que su intención se vaya concretando en la realidad la cual interviene e interpreta. Es un proceso necesario de traspaso y conducción de lo fáctico. Hemos pasado mucho tiempo sin hablar, sin acordar, sin entendernos. El día que nos sea repugnante estas formas gritonas y vulgares de convivencia, ese día estaremos preparados para la decencia. No, no es tolerable que partidos políticos vociferen con altoparlantes frente a tu casa y tiren tapabocas como dádivas abusivas demagógicas. No se vocifera, se actúa con probidad y adecuación de procedimientos. Lo que procede es una adecuada programación de vacunación y no tirar desde un camión con altoparlante mazorca a los cerdos.

El día que comencemos a exigir bellas formas en los intercambios humanos ese día seremos una sociedad más acorde a lo humano y dejaremos de lado esa apariencia menesterosa de exhibición de un abandono lastimoso. Se trata de una ubicación en el orden simbólico, de un entendimiento y convicción armoniosa en el trato entre nosotros que circule en un lenguaje de integración afinada. Cuando hable el que me pide ser oído que no me haga estremecer de espanto. Todo intercambio humano, el pacto, la traición, la política, la vida familiar, la academia, el trabajo, todo es posible porque circula en el lenguaje que hace posible nuestras formas. Tenemos una forma tosca de relacionarnos porque ya no sabemos hablar y, en consecuencia, muy torpes al expresarnos. No exigimos, aceptamos resignados las malas formas.

Estemos atentos se están abriendo nuevos caminos, no sabemos a qué conducirán es muy temprano todavía. Guardar un silencio expectante puede ser una buena posición a mantener en estos momentos, pero no es adecuado salir vociferando a tirar improperios desde un camión a los que nos son nombrados todavía y por lo tanto excluidos del respeto debido. Tenemos una gran población excluida de cualquier representación en la consideración cultural de intercambio verbal.

El día que aprendamos a hablar y cuidemos nuestra lengua, ese día… este garabato comenzará a adquirir forma de país.