El Bosco |
A pesar de saber que estamos
secuestrados por una banda de criminales, cada uno de sus actos no dejan de
sorprendernos. Nos sorprenden sus crímenes cada vez más macabros y viles. Nos
sorprenden las faltas de límites y los
alcances que toman. La desfachatez, la soberbia y lo espectacular como se
exhibe la maldad. Mientras torturan y matan emiten patéticas carcajadas, se
pavonean y celebran en danzas de muertes. Se arrogan triunfos sobre tumbas, sobre
el desgarramiento de los deudos, sobre la perplejidad momentánea. Toma un
tiempo reponerse de golpes tan bajos y viles. Les gusta el escenario, les gusta
que su maldad sea exhibida para que cumpla el objetivo esperado. Sin el
bailoteo descarado el crimen podría quedar sin su componente de desafío
primordial. “Ahí tienen sigan jugando a medir fuerzas, que en ese terreno yo
gano” pareciera ser su decidida voluntad perversa. Se cae entonces en una
espiral de mostrar cada vez más las armas. Es decir y con todas las letras el
preámbulo de las guerras. Aunque ya esto es una guerra.
A nosotros por supuesto que nos
invaden las ganas de exterminarlos. Es que cuando se llega a estos extremos ya
no estamos para contemplaciones civilizadas. Cualquier vía ya es deseada por la
mayoría de una población que cada vez se muestra más exhausta. No se puede
vivir mucho tiempo bajo esta angustia desbordada. Ya ni siquiera dormimos y
nuestro ánimo sometido a los acontecimientos que suceden a un ritmo
vertiginoso. El más comedido comienza a ser sorprendido con pensamientos que
nunca hubiese imaginado. Es que tampoco habíamos presenciado como actúa el
terrorismo en nuestra casa. La principal estrategia del terrorista es el
espectáculo porque no cuenta con muchas más destrezas a su alcance. Si no
hubiese medios de disfunción no tendría lugar el bailoteo ni la quema de la
Ayuda Humanitaria. Se la habría simplemente robado y con ello lucrado. Pero no,
quieren ver, pues vean hasta donde podemos llegar. Basta ya, realmente basta.
La encrucijada vivida ayer colocó al
régimen en una jugada terminal. Su opción por la represión y muerte es la que
más se les acomoda, la única que conocen, pero ya la jugada no deja de ser
sumamente errada. Necesariamente obliga a nuevos escenarios de luchas imposibles
de predecir. Comenzamos de esta manera una escalada de dimensiones desconocidas
y terribles. El panorama inmediato es tenebroso y desconocido en nuestra
historia. Así que preparados para lo peor, si es que eso es posible. El mensaje
más claro hasta ahora recibido (domingo) es “todas las opciones están abiertas”
¿qué significa? No lo sé. La mayoría lo entiende como la intervención
extranjera y en ella están puestas las esperanzas. Jugada que tampoco sé si
está realmente planteada, si es posible o conveniente. Lo que sí sé que ya
basta de poner a la población pacífica y desarmada a enfrentar monstruos, los
resultados son repetidos y desbastadores. No fue un despliegue de fuerza e
indiferencia lo que el régimen mostró ayer, fue más bien su sentencia de muerte
la que quedó firmada.
De ello no tenemos duda, los temores
se enfocan en el camino que aún nos falta por recorrer. Recorrido invadido por
todo tipo de fantasmas escondidos en árboles embrujados. Que lejos me quedaron esas palabras de mi
abuelita cuando me decía “duerme tranquila, los monstruos no existen”
desgraciadamente la vida vino a enseñarme de que sí existen y debemos
cuidarnos. No solo asustan sino que también matan por cualquier vía encontrada.
Sirven los tiros, el hambre, la enfermedad y el miedo que también mata.
Despertaron la indignación, no solo nuestra sino la del mundo que observa.
Estamos ante la presencia de lo que Hannah Arendt denominaba “El mal radical”
el cual no puede ser perdonado. Se perdonan los errores cometidos por la acción
humana, porque son inevitables, pero no el mal en toda su expresión del cual
solo podemos decir “nunca se ha debido producir”. Lo que sucedió ayer, no se ha
debido producir, pero una vez actuado hay que accionar para erradicarlo.
Debemos diferenciar lo que es una actuación de lo que son las acciones. Actuación fue lo que observamos ayer
por parte del régimen. Esas salidas impulsivas, salvajes que no las guían el
pensamiento sino las emociones viscerales, sed de venganza, llamados a un Otro
implacable e insaciable. La acción es producto del pensamiento, de las
estrategias y de las jugadas políticas que es el terreno en que debemos
mantenernos, se cometerán errores, son inevitables. Pero ellos los podemos
perdonar y hasta mostrarnos comprensivos y no implacables. Livianos para juzgar
sin tener conciencia que lo hacemos desde nuestros propios fantasmas. Es
necesario confiar en los seres humanos que están haciendo un esfuerzo titánico
por liberarnos; sin confianza no es posible la acción colectiva fundamental
para la construcción de nuestro mundo y comenzar a recorrer la senda del diálogo
entre nosotros. Al fin y al cabo este dialogo también es multicultural y
multiconfesional.
Que difícil se nos hace y que difícil
lo que aún falta. Pero a pesar de todo si hemos llegado hasta aquí no es
momento de desfallecer. Respeto y confianza pueden ser nuestros aliados.