15 de mayo de 2024

Mas aca de la santidad

 

Oleg Shuplyak


Sabemos lo que es un enemigo cuando hemos sido maltratados, sometidos y abusados. Es cotidiano tener adversarios y crecimos con ellos discutiendo y argumentando, podíamos incluso hacernos amigos con diferencias. Esto vivido en los últimos veinte y cinco años no lo habíamos experimentado y hasta ese momento no sabíamos, colectivamente, lo que era un enemigo. No sabíamos lo que era odiar a quien te mata un hijo o a quien obliga a perder a la familia que emigra. No sabíamos lo que era ver a niños y personas mayores hurgar en la basura para evitar morir de hambre. No sabíamos de amigos secuestrados, encarcelados y torturados. No habíamos visto la maldad y la locura actuar contra ciudadanos indefensos.

Ahora es que lo sabemos y   un volcán de emociones nos impulsa a organizarnos para acabar esta oscuridad que nos doblegó vergonzosamente. Ahora que lo sabemos, comienza a aparecer el discurso del perdón y la reconciliación. Como táctica política no lo vamos a rebatir pero no se nos puede pedir que borremos de la memoria y de nuestra alma las profundas heridas que aún sangran y no se cierran ni hacen costra. La política es la vía para llegar acuerdos entre personas que mantienen ideologías distintas y por lo tanto visiones diferentes de como deben estar organizadas las sociedades. Todos entienden que cuando se trata de asuntos públicos es primordial acatar leyes, normas y respetar al adversario. No es el caso del abusador y el asesino que se hace del poder para llevar a cabo sus fechorías.

Carl Schmitt concibió el eje de la política por la tensión antagónica entre amigo/enemigo. Esta dimensión ontológica queda cuestionada a partir de Mouffe cuya línea argumentativa parte de concebir al Estado como la unidad política de un pueblo el cual requiere un sustrato común. Este sustrato en democracia es producto de una elección que queda plasmada en la Carta Magna. Todo aquel que trasgreda las bases de ese acuerdo, comente un delito y se sitúa fuera de la ley, por lo tanto, será juzgado con derecho a la defensa y le serán respetados sus derechos humanos. Ningún ciudadano podrá ser maltratado mucho menos asesinado. El bárbaro capaz de cometer esas barbaridades será considerado un enemigo.

Mouffe distingue un adversario de un enemigo. Es por ello que nos habla de antagonismo y agonismo. Dos conceptos que señalan diferentes contiendas, el antagonismo representa una lucha entre enemigos y el agonismo entre adversarios. Dentro de una política democrática tendremos adversarios no así cuando se trata de vencer con una herramienta democrática a un enemigo autocrático. Estamos, a mi manera de ver, tratando de recuperar la libertad y la justicia y al mismo tiempo estamos librando una difícil batalla contra un grupo cada vez más solitario, pero con mucho poder para exterminarnos. En esto soy muy freudiana y poco cristiana, si quieren jugar a la santidad que empiecen ellos primero. Si quieren una confrontación entre adversarios que respeten. Que reconozcan la existencia del otro como condición esencial del pluralismo. No confundamos la política con la moralidad.

Como lo dejó claro Wittgenstein, diferentes “formas de vida” requieren diferentes “juegos de lenguajes” son diferentes realidades con sus respectivos sentidos. Lejos de un sentido único, de objetivos únicos, a lo que se puede arribar es a una unidad política por consenso de ideas y seguir manteniendo diferentes formas de vida y diferentes formas de pensar. No existe según Mouffe una única definición de “bien común”.

Un exceso de bondad fingida resuena como otra imposición de sectores que pretenden ser monolíticos. Nos podemos unir, pero somos diferentes.

8 de mayo de 2024

El acto de elegir

 

C
Candido Portinari



Hasta ahora pareciera que nos aproximamos a una elección que ha sido desde todo punto de vista una fuente de angustia. Del lado de los arbitrarios gobernantes porque a su antojo impugnan candidatos, prohíben o torpedean la inscripción de los votantes, entorpecen las campañas de los que adversan y restringen los medios de comunicación. Del lado de la oposición por sus múltiples dificultades para llegar a un acuerdo unitario en un candidato. Ha sido un camino largo y repleto de obstáculos sorpresivos. De sobresalto en sobresalto de repente aparece un hombre mesurado y razonable que no encuentra trampas en su camino. Es elegido por unanimidad y poco a poco está recibiendo más apoyo de pequeños grupos organizados de la sociedad civil.

Aunque sabemos que no hay garantías, no puede haberlas, ya hicimos nuestra gran elección y de alguna u otra forma no somos los mismos. La determinación por acudir a las urnas, el día que nos dejen, es decisivo. Pareciera que se ha vuelto a la racionalidad de la política desde la cual podemos luchar y organizar. Somos efecto de nuestras elecciones, salimos del aventurismo de alto impacto emocional, a la tranquilidad del verdadero diálogo y acuerdo entre nosotros; la única forma que tenemos para entendernos y conciliar. Si logramos revertir este sistema de oprobios nos tocará un largo y difícil período de transición en la que se van a destapar los horrores que han cometido tantos políticos corruptos. Viviremos, entonces, la etapa del espanto.

Será el deseo de la mayoría en plena realización. El deseo que brota producto de la elección y en la que nos manifestamos como sujetos, sabremos a ciencia cierta que se puede después de tanto tiempo invadidos por el discurso de impotencia. Líderes emocionales que jugaron con hacer de las personas masas obedientes, que le torcieron el brazo a nuestra verdadera humanidad, que trataron de reducirnos a objetos para ellos solos dominar el destino colectivo. Es que ellos tampoco poseían garantías, no fueron ni eran elegidos por un ser superior que no se equivoca. No pueden ni recibieron nunca el mandato de colocarse fuera de las leyes. No podían vivir eternamente sin discursos, sin significados, sin ser efectos del encadenamiento del sentido.

Desde que Adán estaba en el paraíso recibe de parte de Dios una prohibición, lo introduce en la ley que no pone en juego al deseo. Allí Adán debe elegir y con ello elegir su responsabilidad subjetiva. Estas historias que hemos escrito para explicar los orígenes deben ser leídas con toda la fuerza que posee la simbología. Está comenzando el hombre a ser hombre y lo hace a través de una elección. Mientras se permanece en la ignominia de la incapacidad de elegir se nos está prohibiendo la posibilidad de ser. Se nos prohíbe la posibilidad de la libertad, el quedar solos ante la ley con nuestra propia responsabilidad. Esa es, ni mas ni menos, la elección que tenemos en juego. Esta elección que nos puede llevar al éxito o al fracaso es por ello angustiosa.

De tanto prohibirnos nos condujeron a una elección por la firme decisión política. La mejor decisión posible a mi entender, la consensuada. Se levanta la voz freudiana de la necesidad de la renuncia y la obligatoriedad de la sumisión al deber. La renuncia del aventurismo por el calmado razonamiento. La renuncia de las pasiones por la aceptación de la ley. La ley que nos demanda el deseo y que nos aparta del yugo del que se cree santo, elegido para una misión de esclavitud.

El acto de elegir nos hace humanos y nos aparta de la locura.

1 de mayo de 2024

Transición con ciudadanos

 

Maria Marikina Bulgaria


Se habla de que pronto estaremos eligiendo un gobierno de transición. Transitaremos de un lugar a otro, esto habla de movimiento y tiempo. Movimiento que hacen los hombres que decidieron hacer historia y un tiempo que es como entendemos la historia. Tanto los hombres como el tiempo se tornan políticos. Hannah Arendt señala a este tiempo como decisivo durante el cual se pretende dejar atrás un modo de conducción de la vida para emprender otro distinto que intuimos, pero no sabemos. No es una relación de causa y efecto ni de consecuencias, es una ruptura de la guerra del sistema contra el hombre. En definitiva, es la elección por la política.

Significa lucha porque lo que se pretende dejar en el pasado por no deseado lucha por no morir. El hombre queda en el medio de fuerzas que hasta que no se resuelvan mantienen la tensión, provocando un ambiente público convertido en problema de todos. No es agradable, causa angustia y mantiene un estado precavido. Unos y otros quieren la victoria y solo un lado la obtendrá. Se hacen cálculos, se recurre a las estadísticas y a las artimañas, se apuesta por el más sagaz y seductor. Cada proceso es distinto porque distintas son las circunstancias y distintos los hombres que lo llevan a cabo. Estamos viviendo un momento único que no podemos entender a plenitud, porque es inédito. Es una interrupción, una discontinuidad.

Si salimos de esta violencia que mantuvimos durante demasiado tiempo con la herramienta principal de la democracia, elecciones, estaremos saliendo por la puerta grande y estaremos en mejor capacidad de crear un nuevo poder, la violencia solo sabe de bravuconadas y coerción, no sabe de un poder para beneficio de la ciudadanía. No sabe de formar ciudadanos que contribuyan al mantenimiento de una economía y de los servicios públicos. No sabe de ciudadanos que respeten los bienes ajenos y los bienes públicos. No tienen conciencia del daño que hacen al robar el dinero que es de todos. Nunca antes habíamos visto un saqueo igual y nunca antes habíamos estado tan empobrecidos de bienes materiales y de valores.

 Nos toca actuar en la dirección del tiempo histórico que se abre, es la habilidad humana el poder actuar en concierto, es la acción política que nos demanda una responsabilidad. Ya comenzamos con nuestras diferencias producto de la pluralidad humana sin embargo decidimos por la política con la convicción de dejar atrás la violencia, por supuesto que seguiremos arrastrando por un tiempo vestigios, escombros de lo que fue la historia que se estará despidiendo. Nada se va para siempre bien lo recordó Freud. Todo queda como las ciudades de la antigüedad solo sepultadas por millones de años pero que un buen arqueólogo sabe rescatar. Deseo que estemos por comenzar el rescate de nuestra humanidad que fue tanto tiempo vejada, ultrajada con violencia. Una violencia que se traduce no solo en la destrucción de los objetos sino del mundo de las relaciones humanas. La aniquilación de la acción y el discurso político.

Es el surgimiento de la ciudad, de ese lugar público del debate de los diferentes puntos de vista. Del acuerdo en la acción y en la construcción conjunta de nuestro confort. Un mundo que debe surgir entre los seres humanos con sus diferentes perspectivas, otra forma de mirarnos.

Un ser humano pensante y decidido, todo debe ser leído desde la ciudadanía, de las condiciones sociales y de la inclusión de todos en la nación. Si no contamos con seres comprometidos tendremos siempre una democracia débil presta a ser sepultada por nuevas tormentas de barro.

Transición sí, pero con ciudadanos que velen por lo conquistado.