Lucian Freud |
Spinoza especificó que un hombre libre en lo que menos piensa es sobre la muerte. Invierte su tiempo reflexionando sobre su vida, sus proyectos y por sus ansias de adquirir conocimientos, por el absoluto placer de recrear al mundo. Nosotros hace tiempo invertimos principalmente la vida en evitar la muerte a la que constantemente somos empujados. Hay poblaciones más vulnerables debido a la precariedad que padecen, si no son víctimas de los fenómenos naturales lo son de la maldad de cualquier mediocre dirigente. Bien por haber sido irresponsables en sus tareas de mantenimiento o bien porque directamente se ensañan en contra de alguien en un país sin ley. Un ser humano puede ser perseguido y acosado, no por sus actos, sino por lo que es. No hay posibilidades de decidir por sí mismo entonces para qué pensar en proyectos y futuros. Es un ser despojado de su lugar de sujeto moral.
Despojado de sus posibilidades de elegir la vida es un ser humano que se cosifica. No hay motivos entones de celebrar la vida sino de vivir entristecidos por las personas que fallecen antes de poder ver realizados sus sueños que reclamaban la libertad de su país. La maldad la entendió Freud como inherente al ser humano, de esta forma todo ser humano puede ejercer la maldad si no levanta diques morales en su formación como sujetos del deseo. Mientras estemos soñando como invertir nuestras energías para mejorar nuestras vidas estaremos alejándonos del mal y estaremos enseñando a otros que no es rivalizando como se fortalece la ciudadanía. La rivalidad, los celos, creer que otro es una “cosa” de tu propiedad conduce a los peores asesinatos pasionales cuando el otro decide cambiar de rumbo. Cada vez mas el mundo se encamina a su destrucción por estar gobernados por seres radicalmente malos, tal como los definió Kant.
Kant En su obra “La religión dentro de los límites de la mera razón” introduce el concepto del “mal radical” como una falla de la voluntad para atender al imperativo ético de la razón. Una suerte de perversión de la voluntad. Definición que no es contraria a la caracterizada por Hannah Arendt de la “banalización del mal” porque es llevada a cabo por seres pusilánimes como Adolf Eichmann. Queda impactada por el hecho de no haber encontrado ninguna huella motivacional específica en este criminal capaz de haber cometido actos monstruosos. Quizás Eichmann no tenía ningún motivo personal como ansias de poder, pero si poseía la capacidad de obedecer cuando era colocado bajo las órdenes del déspota. Sin duda gozaba con la maldad y la muerte. El psicópata esclavo del goce como lo teorizó Lacan. Esta puntualización constituye el más significante aporte de Lacan en la comprensión de la maldad.
De esta forma Bruce Fink afirma “La sociología y la ciencia política serian imprudentes si ignoraran al sujeto de estas últimas acciones, el sujeto como goce, por creer que sus campos pueden explicarse de manera exhaustiva únicamente mediante el sujeto significante”, para arribar a la comprensión del mal infligido por los abusadores del poder hace falta leer entre líneas, leer lo que queda dicho sin decirse en la verborrea incontenible con la que constantemente se bombardea a la ciudadanía, siguiendo patrones más que conocido de las técnicas propagandísticas para subyugar, doblegar y cosificar a los sujetos integrantes de una comunidad. De eso se trata la maldad, gozar del otro sin su consentimiento en un juego mortal como Sade lo ilustró. El psicoanálisis ha aportado al mundo nuevas compresiones de los fenómenos humanos que no poseían la Ciencia ni la Filosofía, y muy lentamente se ha venido introduciendo como categorías interpretativas en la sociología moderna y los pensamientos post modernos. Ignorar la existencia del sujeto del goce es quedarse sin herramientas para la comprensión de los hechos desbastadores y bárbaros a lo que es capaz de llegar el ser humano. Hitler y Stalin y ahora Putin pueden ser los prototipos, pero de estos seres está cundido el mundo; la psicopatía le ha ganado terreno a la civilización.