Mariano Andreu Estany |
Los escritores son esencialmente interrogadores de su ambiente, de otros seres y de sí mismos. Hurgan hasta en lo que detestan o mejor dicho especialmente interrogan lo que sufren porque allí se tropiezan con las sorprendentes respuestas. Un escritor suele ser una amenaza para el autócrata y constituyen el principal pilar de una sociedad que se resiste a ser despojada de su alma. Dejan valiosos testimonios para otras culturas siempre bajo peligros o para otras generaciones herederas de la libertad conquistada. Por la agudeza de su mirada y el manejo preciso de la palabra son verdaderos muros de contención para un poder generalmente fortalecido solo con balas. Rifles contra palabras, desfiles rígidos contra acertijos conceptuales, órdenes contra convicciones. Escojamos las tareas que necesariamente tenemos que emprender en tiempos de combate.
En su libro “Tierra, tierra” Sándor Márai nos relata como vivió la sangrienta invasión rusa a su país, Hungría. Márai supo con certeza que el cerco se le cerraba y no le quedaba más remedio que callar, por ello se va de su país. El silencio se torna insoportable para quien es vital la comunicación y exposición de sus vivencias. Si bien siempre se calla sobre intimidades inconfesables, el silencio impuesto no es tolerable. Sándor se va antes de que “le arrebaten el alma”, pero la pérdida que sufre es tan grande que termina acabando con su vida tiempo después. Un alma sensible de un gran escritor pisoteada por botas criminales. No hay mundos ajenos para la gran literatura ni convicción que pueda ser callada así cueste amistades o lugares. Cuando Octavio Paz expuso su tesis mas preciada y sorprendió a sus pares no fue poca la controversia que se armó, “el régimen de Fidel Castro es tan perverso e inhumano como la dictadura de Pinochet” saltaron de sus sillas los adoradores del barbudo que se sentaban junto a él.
Paz se defendía argumentando que no se puede apoyar ninguna dictadura “si uno critica a una dictadura tiene que criticar a las otras también. No dudó en levantar su voz para defender las democracias, “es un buen método de control del poder y de los políticos. Lo que se llama en el siglo XX por un colosal equívoco histórico, socialismo, es una nueva forma de dominación sobre los hombres”. Entre el arte y la vida existe una relación profunda, en realidad el arte es una expresión estética de la vida para sentirla en su contagiosa plenitud. “El bien, quisimos el bien: / enderezar el mundo. / No nos faltó entereza: / nos faltó humildad. / Lo que quisimos no lo quisimos con inocencia”.
No es tarea fácil la que suele emprender un pensador que no traiciona su verdad porque el ser humano suele oponer una feroz resistencia a los procesos de desmitificación que destrozan sus sueños. Muchos “pierden su alma” en este difícil despertar y dan traspiés irreversiblemente en su laberinto ideológico. De repente se ven envueltos en una malla de mentiras, falsedades, engaños y perjurios. En el umbral del siglo XXI se reunieron mas de 40 pensadores en un Congreso “La experiencia de la libertad” en México para debatir sobre la libertad, la religión, los nacionalismos, la economía, la justicia y el socialismo. Allí Vargas Llosa opinó que la dictadura perfecta “no es la de Cuba es la de México porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer que no lo es, pero de hecho tiene, si uno escarba, todas las características de una dictadura”. De hecho, Vargas Llosa tuvo que abandonar México de una manera apresurada. Enrique Krause advirtió sobre Venezuela “Perseveren. Resistan… No pueden dejarlo de hacer ni un minuto, el objetivo del gobierno no es tanto suprimirlos o matarlos, que lo hace, sino desanimarlos. El objetivo de la propaganda oficial en Venezuela es desanimar a quienes creemos en la democracia y libertad. Quienes se desaniman son como una empresa que decide unilateralmente quebrar, le está cerrando la puerta al azar”.
La cultura con sus expresiones artísticas como el teatro, la pintura, la música, la poesía tienen el mismo efecto promotor que la literatura. No son accesorios decorativos o puro entretenimiento, como a veces se ve en los estados democráticos, sino "un arma con la que podemos emprender la lucha contra los agravios en nuestras sociedades". Por esta potente razón son tan perseguidos los artistas e intelectuales en una dictadura. Asumamos nuestras destrezas y sigamos que todo cuenta.