A pesar de que se esperaba el golpe anticonstitucional por
parte de las rectoras, cuando uno lo recibe es que se siente el dolor, la
indignación y es esperable y hasta sano las respuestas inmediatas y las ganas
de pelear los derechos desde escenarios más violentos. Darse una pausa ayuda a
razonar porque las emociones van aminorando pero no se pierde la certeza de que
es inaceptable las condiciones impuestas y adivinar las intenciones de los
irresponsables que ostentan el poder. Quieren que abandonemos nuestro empeño de
lograr un cambio con las herramientas que nos ofrece la constitución. Quieren
la división de la oposición y quieren nuestra desesperanza. Nos llegó,
entonces, la hora dura y delicada de trazarnos una acertada estrategia. ¿Con
qué contamos? con la población, con nuestro descontento y ahora con la fuerza
que da la rabia por los extremos de irrespeto con los que nos han tratado.
Llegó la hora de resistir y no abandonar el camino trazado.
Como lo planteó Gandhi, esta tiene que ser una resistencia activa.
“Resistencia y verdad” dos armas muy poderosas contra la injusticia y la
opresión y asumiendo plenamente la responsabilidad que ello implica. La
presencia de los ciudadanos bien sea en la calle, bien sea bajo forma de
desobediencia y no cooperación con un Estado forajido, bien sea con la
suspensión de actividades y la formación de grupos fuertes civiles que apunten
a un nuevo orden social, deberán ser nuestros pasos a seguir sin abandonar
nuestro objetivo de revocar a los indeseables. Es indispensable no abandonar la
indignación que causa sentir pisoteada nuestra dignidad. Actuar y de inmediato,
con claridad de miras y determinación. Que se sienta que se les acabó la hora
de las fechorías con impunidad. Que sientan que todo tiene un límite y este límite
lo hemos venido corriendo hasta lo insoportable. No cesan de agredir y están
débiles ya no cuentan con la población. No lo perdamos de vista. Un gobernante
gobierna hasta que nosotros permitamos ser gobernados. ¿Cómo se hace esto? Ya
lo vimos con el gremio de transporte, pararon la ciudad y la vicepresidencia se
vio obligada a atenderlos en su despacho, como se atiende a la gente.
No es un fracaso haberlos llevado al extremo de salirse de
las normas acordadas de forma tan clara, porque, por supuesto, ya lo venían
haciendo. Pero el paso dado por el CNE es de tal magnitud que los deja
totalmente sin disfraz. No es en absoluto un fracaso, al contrario un gran
éxito logrado por nuestras luchas recientes, por haber ido a votar el 6D, por
no ceder en nuestro derecho a la recolección de las firmas para activar el
Revocatorio, por haber sorteado todas las trampas para la validación de las
firmas, por la magnífica marcha del 1S. Tuvieron que pronunciarse, tarde y sin
dar la cara como hacen los delincuentes, tuvieron que hacerlo y firmaron su
sentencia, quedaron fuera del ámbito constitucional. La opinión Internacional
cada día está más alerta y clara sobre lo que está pasando en Venezuela y esto
es posible gracias a que los hemos obligado a desnudarse. Más bien en este
momento lo que están joropeando son los tiranos. Tirando flechas de forma
desorganizada, dando patadas de ahogado. El paso dado con la recolección del
20% de las firmas y con la elección de los Gobernadores es su sentencia de
muerte. Cerraron la vía electoral, precisamente el barniz que se echaron para
dar la apariencia de demócratas. No es hora de titubeos y desánimo. Los
gobiernos dictatoriales son mucho más rígidos que los demócratas y de esa forma
estallan como los cristales.
Debemos ser creativos e innovar nuestro momento; se hace
necesaria la colaboración y participación activa, no solo de los sectores
políticos sino del sector cultural que suelen ser muy ingeniosos en las lides de
movimientos de resistencia. Es el momento de la participación del sector
alimenticio que tan frágiles fueron al momento de acatar normas inaceptables
para sus clientes. Deben participar los diferentes gremios, empresarios y
sindicatos, lo que quede de ellos. Es indispensable la colaboración de la
Iglesia. Debemos convocar al sector que fue chavista y ya no lo es. Debe ser
una convocatoria a todo el país, a toda la sociedad y debemos responder, nos
llegó el momento.
Durante los años 1980-81 se desarrolla en Polonia un
extraordinario movimiento de liberación que comienza por el sector del trabajo
pero que termina implicando a toda la sociedad. Este movimiento logra sin
armas, sin violencia negociar con el poder dictatorial polaco-soviético, y logran grandes conquistas laborales,
sociales y políticas, centradas en la legalización de sindicatos
independientes. Movimiento que fue organizado y liderado por “solidaridad”.
Resisten el golpe militar de Varsovia el 13 de Diciembre de 1981 dirigido por
el general Jaruzelski. Lech Wallesa en el discurso que es leído por él, ya que
le fue impedido asistir, en la entrega del Premio Nobel de la Paz en 1983
manifiesta “la conclusión que he sacado de esta experiencia es que no podemos
oponernos eficazmente a la violencia sino cuando nosotros mismos no hacemos uso
de ella”. La clave de tal movimiento estuvo en la descentralización del
movimiento, cada esfera social puso en marcha un mecanismo de resistencia de
modo “que las autoridades controlarán los comercios vacíos, pero no el mercado;
los medios de difusión, pero no la circulación de información; las editoriales,
pero no las ediciones; correos y telégrafos, pero no las comunicaciones; las
escuelas, pero no la educación” expresó Wallesa. Una resistencia difusa difícil
de atacar porque sus líderes son múltiples y no están a la luz pública.
No pudieron deshumanizarnos, seguimos siendo sujetos
determinados por nuestras ansias de libertad. Nos quitaron el derecho de ser
amparados por la justicia pero no exterminaron la moral, esa es nuestra fuerza
indispensable para resistir. Diferentes como somos y unidos por nuestra causa,
rescatar a Venezuela de la barbarie.