Vasco Gargalo |
Es curioso observar que en un mundo cada vez menos disciplinado en cuanto a las normas de convivencia se tiende a elegir a hombres fuertes, autoritarios, mandones como presidentes de las naciones. Son figuras que gobiernan ejerciendo un nacionalpopulismo evidente y hasta exagerado que está desplazando a las democracias liberales. A pesar de las graves experiencias sufridas en carne propia con los “hombres fuertes” que causaron tanto daño, los seres humanos siguen suspirando por su macho, machote. El Juan Charrasqueado, pendenciero y jugador. No es la tendencia de las familias en las cuales se observa cada vez menos el padre de familia mandón, las mujeres ya no los soportan y los hijos no respetan ni obedecen. Pero un presidente Ay… que sea bien macho el tipo.
Vamos a denominarla la política del hombre fuerte, aunque de política tenga poco. Se presentan simpaticones, con discursos simplistas que todo el mundo entiende, por el interés de captar al hombre común y de convencerlo que deje en sus manos la solución de sus problemas. Solo ellos tienen la solución correcta y el hombre fuerte una vez que cuenta con el poder y las facultades de mando utiliza sus armas para callar y obligar a obedecer a estos ingenuos y cómodos ciudadanos. Es una tendencia primitiva que ya Freud había descrito como el Padre de la Horda. Este padre termina hartando a sus castrados hijos que luego desean su muerte y poder comérselo a pedacitos. La rabia desatada que convierte en salvaje a las hordas, las cuales ya no pensaban y que ahora piensan menos. Esa mezcla la vive nuestro Siglo XXI que es algo mas que “un despliegue de maldad insolente” salvajes devorándose e implorando a un hombre fuerte que castigue a los otros.
Es una visión binaria, en ese mundo no hay grises o estás allá o estás aquí. O se está con el nacionalpopulismo o se está con la debilidad y lo que se ha catalogado como “falta de carácter” con el bobalicón, con el necio. ¿El mundo se prepara para ponerle límites a personas como Putin, Orbán (Hungría), Salvini (Italia) Le pen (Francia) Maduro (Venezuela) y tantos otros que hoy observamos en el mundo? La resistencia cívica sería la única y con la elección de Trump, el último hombre fuerte elegido, pongo en duda a esta resistencia. Me recordó la pasión que se tuvo con Chávez, la mayoría de las personas que me rodean hubiesen votado por este “hombre fuerte” que esperan que nos saque a Maduro, cosa que no va a hacer. Y sobre todo, el fantasma que nos hace muy borrosa la realidad, el coco del comunismo. Las autocracias no aprenden con el tiempo.
Tiempos de cambios y de poco arraigo, tiempos de movimientos y de constante búsqueda, tiempos de vida práctica y de intentos constantes de un nuevo comienzo. Cambios profundos para aquellos que esperaban vivir en su comunidad y desarrollar sus planes dentro de sus costumbres, valores y la familiaridad de lo conocido. Nada de lo pasado ya puede enseñarnos como construir un futuro, las herramientas no son las mismas, el comportamiento de las sociedades son totalmente distintas y dentro de la plasticidad vertiginosa e impredecible del comportamiento humano las limitantes de advertencias de los viejos sabios se convierten en abismos insalvables. El “te lo dije” pierde todo sentido porque generalmente ese “te dije” no dio en el blanco de los acontecimientos, sucedió todo lo contrario bajo la mirada perpleja del que pensaba que sus pronósticos no fallaban. Es que resulta que nuestro mundo, si “nuestro mundo” es un perfecto extraño como lo están revelando los pensadores de la época. “El mundo entero como lugar extraño” de Néstor García Cunclini y “Vida liquida” de Zygmunt Bauman, que invitan a cambiar las preguntas con las cuales lo interrogamos.
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