Van Gogh |
En América Latina tenemos una larga y dolorosa experiencia de
lo que ha sido las luchas contra los autoritarismos. Han sido en todos los
casos luchas muy duras, difíciles e inciertas porque están cargadas de una
fuerte indignación por las atrocidades cometidas. Este componente altamente
emocional puede distorsionar los pasos que con acierto, cálculo y estrategia
deben darse. Generalmente estos procesos
son más lentos y cuidadosos que los deseos de los seres que han sufrido con los
atropellos a los DDHH y la destrucción del país. No todo régimen autoritario
destruye una economía y lanza a la población a sobrevivir con una inflación que
hace historia como una de las más brutales. Ha habido otros regímenes, igual de
perversos, que cuidaron los medios de producción y no destruyeron sus
economías. Ambas deben ser combatidas pero, hay que admitirlo, son diferentes
combates y diferentes herencias.
Una de las peores es la que desafortunadamente nos tocó
sufrir durante largos 20 años. No parecía que pudiera llegar a su fin. Estamos,
quizás, presenciando el comienzo del
fin. Lo digo hasta con temor porque en otras oportunidades lo he creído y no
fue así. El éxito de un movimiento que comienza a gestarse dependerá en gran
parte de la actitud de los ciudadanos. Yo diría que es lo más peligroso y
delicado porque la AN ha entendido que no puede dar un paso en falso fuera de
las atribuciones que le confieren las leyes. Para ello se ha rodeado de los
mejores juristas del país que están asesorando adecuadamente. No es el caso de
la población que está indignada, maltratada y muy sufrida. Empuja para que esto
reviente de una vez, quieren que ya Guaidó sea presidente interino, quieren que
se llame a elecciones libres y justas, quieren que se liberen los presos
políticos y quieren que una democracia sólida comience a regir sus destinos.
Quieren un imposible por lo inmediato.
No tenemos aún el poder que se requiere para desplazar a
estos sátrapas, torpes, a mi parecer, pero con las armas. Factor decisivo e
indispensable, tienen nada menos que la fuerza bruta y no les tiembla el pulso
para usarla, lo sabemos. El ejército es una caja oscura difícil de descifrar.
Probablemente hay sectores opuestos a esta barbarie en las filas castrenses
pero no se han manifestado. No se vale que lo hagan fuera del país lo que no
deja de ser un llamado timorato y lejano a sus compañeros de armas. De resto lo
que tenemos son rumores y falsas noticias emanadas desde los laboratorios encargados
de generar confusión y pasos en falso. Pero en estas lides algo hemos
aprendido. Estos hombres uniformados se encuentran fuertemente amenazados y son
asesinados por cualquier gesto sospechoso. El régimen está incurso en muchos
delitos y una vez que pierdan el poder perderán la vida en libertad. La
justicia, tarde o temprano, los alcanzará. Ellos lo saben.
Hoy 23 de Enero, fecha cargada de mucho simbolismo para los
venezolanos, será muy importante para demostrarle a AN nuestro apoyo y
confianza. Fundamental pero no decisivo, no va a caer el régimen ese día a
menos que sucedan acontecimientos imposibles de prever. Siempre la vida puede
sorprender. Es indispensable que la población democrática acuda a la cita. Es
una cita con nuestro porvenir. Así como el 10E se produce un importante
movimiento el 23E será un paso relevante en su fuerza y consolidación.
La emoción que produce las posibilidades del derrocamiento de
los criminales debe ser transformada en sagacidad y sensatez. Hay que guardar
mucha calma y comprensión del proceso para poder emprender lo más difícil que
es volver a estructurar una democracia como sistema político. Sea cual sea el
gobierno que elijamos no lo tendremos nada fácil. La realidad es dura, el país
está acabado. Todo es posible, enderezar la economía, controlar la
delincuencia, organizar la red de salud y educación. De todo ello lo más
difícil es formar a los ciudadanos como verdaderos y fuertes ciudadanos,
respetar las leyes y concientizar que construir este país es tarea de todos.
Sin el trabajo de los hombres comprometidos todo será imposible. Formar al
hombre republicano y a sus gobernantes respetuosos de las leyes, lo que se
viene trasgrediendo por mucho más de 20 años. Nadie, óigase bien, nadie está
fuera de la ley. Una justicia no corrupta que este vigilante y no deje de
complacer a hombres con poder. Si esto no se logra, nunca tendremos una
verdadera democracia sólida. Y siempre seremos susceptibles de volver a caer en
manos crueles.
Para ello necesitamos ciudadanos demócratas no solo de
pensamiento sino de acción. Se observa en el país mucho talante autoritario,
desde el portero de un Ministerio hasta el vulgar usurpador. Dar órdenes sin
cortesía ni explicación tampoco es nuevo en nuestro carácter, a veces de una
forma tan caricaturesca que puede invitar a una carcajada. Guillermo O’Donnell
coloca este factor como fundamental en la consolidación de una democracia que
siempre tendrá que cuidarse porque el
autoritarismo estará siempre al acecho. “Si hay dirigentes adecuados con las
dosis de virtud y de fortuna de la que hablaba Maquiavelo, y si un segmento
importante de la clase política se ha vuelto receptivo a las nuevas prácticas y
discursos, la probabilidad de llegar a un régimen democrático aumentan
considerablemente”.
Las democracias en el mundo se hacen agua precisamente porque
a las poblaciones les ha dado por querer a un hombre fuerte que calme sus
incertidumbres. No son verdaderos demócratas ni sus dirigentes serán hombres
probos.
Bien hoy estaremos en la calle en reclamo de nuestras
libertades.
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