Foto de Tito Caula. Sabana Grande 1970 |
Cumples nuevamente años Caracas, este año son 453. Tanto que
nos conocimos y disfrutamos con interminable y memorables noches de bohemia y
buena compañía. Ya no te reconozco, aparte del paisaje no encuentro tus rasgos
distintivos, aquellas queridas muestras de amor que nos dispensábamos sin
ahorros ni temores. Eras cálida y una anfitriona inigualable. Nunca en tu casa
me sentí mal, nunca me reprochaste nada porque te traté siempre con cuidado y
ternura. Permanecí siempre cerca de tu generosa hospitalidad y con dolor pude
observar de cerca como personas extrañas se dedicaron a destruirte. No me he despegado
de ti en ningún momento y oigo tus lamentos sin haber logrado rescatarte.
Hubiese querido construirte murallas de protección, haber podido librarte de
tan cruel secuestro pero hasta ahora solo oigo tus quejidos y los nuestros.
Estas molesta y no te quito la razón; quiero pensar que pronto te tendremos
nuevamente resplandeciente y llena de entusiasmo como siempre fuiste.
La primera señal que recuerdo de la transformación a la que
malvivientes te obligaron fue apagar los avisos luminosos de Sabana Grande.
Zona residencial pero sobre todo
comercial donde era costumbre los encuentros nocturnos en los cafés y bares
habitué. Quien no conoció el Gran Café, se perdió una muestra de lo que siempre
fue tu calidez cuando transitabas tus mejores años de madurez. En tu juventud y
niñez (1743) fuiste un lugar de tránsito de personas a caballo que
transportaban los alimentos cultivados en las grandes haciendas del este de
Caracas. Eso sí, siempre agraciada y vistosa. Recuerdo como un principio de
nuestras lamentables pérdidas como tu alegría y plenitud fueron apagadas y tus
calles a oscuras ahuyentaron a los alegres y festivos caraqueños. Poco a poco
se agazaparon en tus esquinas los malhechores. Nunca más te volví a ver, ya no
eras tú, eso que quedó daba miedo.
Otra muestra fehaciente de tu dolorosa transformación la viví
en el Metro de Caracas. Cuando se inauguró en 1983 era un ejemplo de pulcritud
y de amabilidad. Tenía una extensión de 11,5 km en donde los caraqueños, por la
novedad, iban a pasear de aquí para allá. Si bien el metro contribuyó en gran
parte a tu cambio fue una gran obra de ingeniera que alivió considerablemente
el tránsito que ya se tornaba insuficiente por autopistas y calles. Ya no es un
sitio amable, todo lo contrario se tornó hostil y peligroso, a tal punto que
los caraqueños evitan usarlo. Se encuentra prácticamente destruido por falta de
mantenimiento. El Metro no es una excepción es que te destruyeron y te tornaron
peligrosa.
Mucho se habla de las
grandes transformaciones que has sufrido en un relativo corto tiempo. Desde la
desaparición de tus grandes haciendas, los pocos trenes que funcionaron como el
del Encanto, los grupos musicales y las bandas en las plazas, las corridas de
toros y el famoso Hipódromo del Paraíso. Luego pasaste a hacer una Ciudad que
reunió a los mejores Chef del mundo y que disfrutó de una gastronomía digna de
las grandes capitales del mundo. Una envidiable vida nocturna de música, vinos
y manjares. Todo se fue apagando, los grandes restaurantes cerraron por falta
del movimiento que permitía un poder adquisitivo que fue mermando en los habitantes
de tu hermosa geografía.
Tus Universidades destacadas en el mundo entero por la
calidad profesional de los egresados con capacidad competitiva en cualquier
escenario académico. Tus Escuelas y Tecnológicos que permitieron que todo aquel
que quisiera formarse y salir de una vida monótona de trabajos rutinarios,
pudiera hacerlo. Dejaste de ser un pueblo de gente olvidada. Los Museos y la
vida cultural en general fueron siempre generosos en la formación del
ciudadano, se tenía acceso a cualquier ambiente que se eligiera. Esa fuiste y
así te queremos, no te instales en esta exhibición de ruinas y decadencia.
Mucho te debemos y aun no nos separamos, ni lo tenemos
pensado. Solo esperamos tu nueva transformación, aun tienes capacidad para
ello. Mientras tanto nos resguardamos porque, como si fuera poco, te infectaron
con un virus contagioso del que te tenemos que curar. Lástima que no se
encuentran cuidándote los que realmente te quieren y así como destruyen tus
árboles así quieren destruir en nosotros el recuerdo de lo que fuiste. Enumeré
solo algunas de tus virtudes inolvidables y quizás las más importantes se me
quedaron en el tintero, pero es imposible decir todo de quien es inseparable de
una intimidad que se resguarda.
ResponderEliminarCuanta tristeza arropan tus palabras, cuando me fui a estudiar a Mérida, la Caracas que conocí, fue cambiando en cada visita y en cada una de ellas el cambio era asombroso, luego me quede en Valencia y los cambios se hicieron más acentuados, solo recuerdos de aquella Caracas placida y rebosante de vida, que se fueron difuminando en los colores del Ávila, luego apareció como una plaga maligna el fantasma del desapego, gentes sin arraigo y sin escrúpulos arrasó lo que quedaba de ella, montados en los caballos de Zamora y Pérez Delgado.
Solo la canción de Billos y los recuerdos que comparto con mis amigos, ya setentones como yo, me reconfortan al saber que disfruté de ella mientras pude y que algún día recuperará lo que siempre fue suyo, el orgullo de ser la Sultana del Ávila.