28 de julio de 2020

Caracas


Foto de Tito Caula. Sabana Grande 1970

Cumples nuevamente años Caracas, este año son 453. Tanto que nos conocimos y disfrutamos con interminable y memorables noches de bohemia y buena compañía. Ya no te reconozco, aparte del paisaje no encuentro tus rasgos distintivos, aquellas queridas muestras de amor que nos dispensábamos sin ahorros ni temores. Eras cálida y una anfitriona inigualable. Nunca en tu casa me sentí mal, nunca me reprochaste nada porque te traté siempre con cuidado y ternura. Permanecí siempre cerca de tu generosa hospitalidad y con dolor pude observar de cerca como personas extrañas se dedicaron a destruirte. No me he despegado de ti en ningún momento y oigo tus lamentos sin haber logrado rescatarte. Hubiese querido construirte murallas de protección, haber podido librarte de tan cruel secuestro pero hasta ahora solo oigo tus quejidos y los nuestros. Estas molesta y no te quito la razón; quiero pensar que pronto te tendremos nuevamente resplandeciente y llena de entusiasmo como siempre fuiste.

La primera señal que recuerdo de la transformación a la que malvivientes te obligaron fue apagar los avisos luminosos de Sabana Grande. Zona residencial pero  sobre todo comercial donde era costumbre los encuentros nocturnos en los cafés y bares habitué. Quien no conoció el Gran Café, se perdió una muestra de lo que siempre fue tu calidez cuando transitabas tus mejores años de madurez. En tu juventud y niñez (1743) fuiste un lugar de tránsito de personas a caballo que transportaban los alimentos cultivados en las grandes haciendas del este de Caracas. Eso sí, siempre agraciada y vistosa. Recuerdo como un principio de nuestras lamentables pérdidas como tu alegría y plenitud fueron apagadas y tus calles a oscuras ahuyentaron a los alegres y festivos caraqueños. Poco a poco se agazaparon en tus esquinas los malhechores. Nunca más te volví a ver, ya no eras tú, eso que quedó daba miedo.

Otra muestra fehaciente de tu dolorosa transformación la viví en el Metro de Caracas. Cuando se inauguró en 1983 era un ejemplo de pulcritud y de amabilidad. Tenía una extensión de 11,5 km en donde los caraqueños, por la novedad, iban a pasear de aquí para allá. Si bien el metro contribuyó en gran parte a tu cambio fue una gran obra de ingeniera que alivió considerablemente el tránsito que ya se tornaba insuficiente por autopistas y calles. Ya no es un sitio amable, todo lo contrario se tornó hostil y peligroso, a tal punto que los caraqueños evitan usarlo. Se encuentra prácticamente destruido por falta de mantenimiento. El Metro no es una excepción es que te destruyeron y te tornaron peligrosa.

Mucho se habla  de las grandes transformaciones que has sufrido en un relativo corto tiempo. Desde la desaparición de tus grandes haciendas, los pocos trenes que funcionaron como el del Encanto, los grupos musicales y las bandas en las plazas, las corridas de toros y el famoso Hipódromo del Paraíso. Luego pasaste a hacer una Ciudad que reunió a los mejores Chef del mundo y que disfrutó de una gastronomía digna de las grandes capitales del mundo. Una envidiable vida nocturna de música, vinos y manjares. Todo se fue apagando, los grandes restaurantes cerraron por falta del movimiento que permitía un poder adquisitivo que fue mermando en los habitantes de tu hermosa geografía.

Tus Universidades destacadas en el mundo entero por la calidad profesional de los egresados con capacidad competitiva en cualquier escenario académico. Tus Escuelas y Tecnológicos que permitieron que todo aquel que quisiera formarse y salir de una vida monótona de trabajos rutinarios, pudiera hacerlo. Dejaste de ser un pueblo de gente olvidada. Los Museos y la vida cultural en general fueron siempre generosos en la formación del ciudadano, se tenía acceso a cualquier ambiente que se eligiera. Esa fuiste y así te queremos, no te instales en esta exhibición de ruinas y decadencia.

Mucho te debemos y aun no nos separamos, ni lo tenemos pensado. Solo esperamos tu nueva transformación, aun tienes capacidad para ello. Mientras tanto nos resguardamos porque, como si fuera poco, te infectaron con un virus contagioso del que te tenemos que curar. Lástima que no se encuentran cuidándote los que realmente te quieren y así como destruyen tus árboles así quieren destruir en nosotros el recuerdo de lo que fuiste. Enumeré solo algunas de tus virtudes inolvidables y quizás las más importantes se me quedaron en el tintero, pero es imposible decir todo de quien es inseparable de una intimidad que se resguarda.

1 comentario:


  1. Cuanta tristeza arropan tus palabras, cuando me fui a estudiar a Mérida, la Caracas que conocí, fue cambiando en cada visita y en cada una de ellas el cambio era asombroso, luego me quede en Valencia y los cambios se hicieron más acentuados, solo recuerdos de aquella Caracas placida y rebosante de vida, que se fueron difuminando en los colores del Ávila, luego apareció como una plaga maligna el fantasma del desapego, gentes sin arraigo y sin escrúpulos arrasó lo que quedaba de ella, montados en los caballos de Zamora y Pérez Delgado.
    Solo la canción de Billos y los recuerdos que comparto con mis amigos, ya setentones como yo, me reconfortan al saber que disfruté de ella mientras pude y que algún día recuperará lo que siempre fue suyo, el orgullo de ser la Sultana del Ávila.

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