Una serie que nos relata de una forma absolutamente original
el funcionamiento de las mentes criminales. Dirigida y producida por David
Fincher quien es considerado el principal exponente en el género de suspenso
moderno. El espectador es eximido de presenciar escenas cruentas o hechos
desagradables, una que otras fotografías son las únicas muestras de la crueldad
de los crímenes que cometieron los peores asesinos seriales de los Estados
Unidos en los años setenta. Todos presos en cárceles de alta seguridad donde
son interrogados por un joven agente del FBI Holden Ford (Jonathan Groff) y su
compañero algo mayor Bill Tench (Holl McCallany). La serie se estrenó en 2017 y
tenemos solo la primera temporada. Para finales de este año se anuncia la
segunda.
Presenciamos en cada capítulo entrevistas con cada uno de los
asesinos en la que observamos al entrevistador, una grabadora y el ambiente
donde se va desarrollando el juego psicológico entre el asesino y el joven
detective Holden. Juegos de seducciones con diferentes intereses, el
entrevistado pretendiendo seducir y así reducir a su entrevistador y este
último seduciendo a un monstruo con la finalidad de obtener sus secretos más
íntimos. Es un proyecto que se plantea Holden basado en su convicción de que
para ser efectivos en la captura de estos asesinos hay que saber cómo funcionan
sus mentes. Comienza su proyecto sin la aprobación de sus superiores y con un
solo compañero que lo acompaña Bill, al principio con mucho escepticismo y
manteniendo la distancia. Lo secunda solo para protegerlo porque sabe del
peligro que este joven corre. Poco a poco se va involucrando más de cerca y
acude también a las entrevistas pero siempre desde la distancia. Más viejo más
cauteloso.
Una pareja dispareja pero con la determinación que da el
saber por qué están haciendo lo que hacen. Bill sabe que no puede dejar solo a
Holden, lo protege como un padre aunque lo exaspera y a veces escandaliza.
Holden lo necesita como un ancla para no enloquecer y trata de explicarle porque
hace los cambios que progresivamente exhibe en su conducta. Sin embargo estos
no siempre se entienden, no lo entiende Bill que muestra su desacuerdo y
preocupación; tampoco lo entiende a cabalidad el espectador que teme que Holden
esté enloqueciendo. No se hacen necesarios efectos espectaculares para sostener
la tensión necesaria que hace de esta serie una realmente fuera de serie. La
dirección de las escenas no pierde un solo detalle y la actuación tanto de los
detectives como la de los reos es extraordinaria. Destaca la de Happy Anderson
interpretando a Jerry Brudos, un siniestro asesino serial de la vida real.
Holden va logrando introducirse cada vez más en estas cabezas
de oscuros y profundos infiernos pero cada vez más se va perdiendo en sus oscuridades
y abismos. Se observa asustado y teme por la posibilidad de que albergue en él
estos terribles fantasmas. Comienza a contaminar con sus obsesiones la relación
con su novia y a temer por la posibilidad de poder dañarla. Aun no tiene claro
si estos monstruos nacen o se hacen pero ya ha descubierto que en la historia
personal de estos asesinos se encuentra como una constante el no haber sido querido
por los padres y el tener una madre perversa. El mismo no creció con su
familia, aunque no sabemos los detalles. Así mismo observa la meticulosidad
como llevan a cabo sus asesinatos y las relaciones instrumentales y calculadas
como se relacionan con sus allegados. Mientras el propio Holden presenta rasgos
obsesivos muy marcados y una tendencia al control y cálculo en su relación de
pareja. Se va estableciendo, de este modo, un juego de espejos, que no sabe
distanciar y comienza a verse horrorizado en esos espejos distorsionados. Solo
Bill le ira haciendo ver con una presencia incuestionable su propia realidad que
se le escapa. Sin embargo nadie sale ileso de este peligroso pero excitante
experimento.
Esta serie puede disfrutarse como una detectivesca sin duda,
pero su gran valor estriba en el manejo psicológico que magistralmente se
sostiene en todos sus capítulos. Es el motor de la trama, las interrogantes que
surgen en el espectador son dirigidas a la psique de los personajes, tanto de
los asesinos como la de la pareja de investigadores. La locura en el ambiente
es quizás la principal protagonista. Tanto es así que la temporada termina con
el colapso de Holden. Recuerda la magistral dirección de Jhonattan Demme en El
silencio de los inocentes, en la cual Clarisse Starling mantenía conversaciones
con Hannibal Lecter para entender su mente mientras éste se fue metiendo en la
suya.
Una serie altamente recomendable y de la que estaremos esperando
por la nueva temporada.
Mientras tanto
mantenemos la preocupación por el futuro de este simpático pero confuso
joven detective.
Disponible en Netflix.
Nos anotamos a verla. Un análisis que seduce. Saludos, Marina.
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