El beso cambia vidas, cambia costumbres, transforma una
existencia anodina en un poema. No podemos nunca olvidar una buena novela con
una maravillosa descripción de un beso. Como olvidar por ejemplo Rayuela con
esa escena de un beso que hace estremecer al más insensible de los humanos. “Me
miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acerca entre
sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se
encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la
lengua en los dientes, jugando en su recintos donde un aire pesado va y viene con
un perfume viejo y un silencio”. Un beso de amor que no es sin sus olores, que
no es sin que estallen cristales, que no es sin sinfonías celestiales. Dura un
instante, dura toda la vida. Dice Octavio Paz “Un mundo nace cuando dos se
besan” y podemos agregar también otro mundo muere.
Hay pintores cuyas obras sobre besos los inmortalizó. Edward
Munch es comentado y exaltado no solo por su “Grito” sino por sus cuadros de
amor y besos. Su cuadro de 1984 titulado Vampiro siendo su nombre original Amor
y dolor, muestra a un hombre abrazado desesperadamente a una mujer “en el que
la ambigüedad entre la protección y la ternura se confunde con la posesión representada
como vampirización” nos relata Leonard Cohen. Porque también hay besos
desesperados, momentos de despedidas y quizás para un por siempre, en el que se
desea tragar con furia al otro, tenerlo sin
que pueda haber fuerzas que distancien a los amantes. Fantasías
devoradoras que afortunadamente, en la mayoría de los casos, solo quedan
reducidas a gritos de dolor. Porque vampirizar es una forma de matar. Besos que
cambian la vida, besos que desgarran al ser. Ay, en fin, las historia
personales podrían ser narradas con un antes y un después de aquel beso.
Como tantos otros gestos los besos han ido perdiendo ese
impacto emocional que tuvieron. Aún recuerdo la cara de mi papá, su asombro y
emoción cuando una amiga mía le dio un beso. Acostumbrado a ser besado por su
mujer e hijos no podía creer que podía ser besado por otros. Esa era la Caracas
de hace pocos años, no se besaba como ahora que nos hemos vuelto besucones, a
mí me gusta. Debo confesar que por andar besando a quien no debía perdí un
puesto de trabajo, mi jefe, un “notable” no pudo soportar el exceso de
confianza que me atribuí un fin de año. Así comencé el año desempleada y con la
única promesa de escoger más acertadamente a quien le plantaba mis ósculos en
sus mejillas. Es que también uno se pasa, mira que besar a ese ser es como de
locos. Me consuelo a veces porque no solo yo me equivoco.
Hasta el siglo VI solo era costumbre los besos entre madres e
hijos, después se extendió entre los adultos como muestra de afecto;
comprendieron los grandes que se querían y podían demostrarlo. Rápidamente se
extendió por el mundo, porque naturalmente, cuando se trata de placer el ser
humano no muestra demasiadas dificultades para el aprendizaje. Pero siempre
llegan los tiranos a parar la fiesta, durante la Revolución Industrial, quedó
prohibido besarse en público, lo que ocasionó rebeliones de besos públicos masivos
e interminables. Los Hippies de la época, el beso libre. Es que cuando se habla
de revolución se debe siempre prohibir algo, y a ellos se les ocurrió prohibir
el beso, a nosotros se nos ha prohibido ya casi todo. Podíamos probar y salir
masivamente a besarnos en las calles sin retorno. Para que no digan que no hay
propuestas.
Bueno Julito, voy contigo. Haz lo que quieras, déjate golpear
sin mandar tu derechazos, total no te enseñaron a pelear. Besa a quien quieras,
cuando quieras y donde quieras. No hagas caso al público de galería que siempre
espera otra cosa de ti, nada les gusta. Total, van a caerte de cualquier
manera. Demuestra con tu ejemplo lo de “prohibido, prohibir”. Tenía ganas de
darte un beso, pero temí a las represalias, quedé temerosa desde aquella
experiencia, así que decidí dejar las cosas así. Pero aquí entre nos, hay
aspectos que me intrigan, ¿A que huele la Delcy? ¿La oliste? Dicen las malas
lenguas que no exhala olores agradables, sino más bien pestilentes. De ser así
tomo tu gesto como un gran sacrificio. Menos mal no te dio por besar al
hermano, tú sabes el “culto”. Allí no me quiero imaginar el cataclismo que
hubieras ocasionado, y tampoco se trata de infartar a medio país. Todo tiene límite,
menos la maldad y tú has demostrado que eres bueno, para algunos gustos
demasiado bueno, no hagas caso, hay gustos para todo.
Menos mal que ya no estamos en la Edad Media cuando se
obligaba al caballero a casarse con la dama después de un beso. Te salvaste, la
cosa no pasó a mayores, eso hubiese sido la muerte para ti. ¿Te imaginas? Horrible, borra ya de tu cabeza semejante
idea torturante, ya suficiente mortificación te causó ese fotógrafo indiscreto,
un paparazi pues. Tranquilo la vida continua igual porque fue un beso
desangelado, allí no había pasión ni intención de entrega. No te estabas
entregando, los vientos de la historia se lo llevó. Bueno, eso espero porque
otros vientos hubieran causado una explosión, la damisela se las trae en cuanto
a “ventorreas” se trata. Le pido a la
vida no te la vuelvas a encontrar cerca, no te vaya a dominar nuevamente tal
impulso o se le ocurra a la pestilente de acusarte de acoso sexual, mira que
está de moda. Aprende, porque en un beso
uno se juega la vida, el trabajo y el prestigio. Oye boleros de vez en cuando
que enseñan mucho de besos no sé si también de política, no creo. Yo te dejo
por ahora, y me quedo suspirando por un buen beso, de esos que hacen cantar “En
un beso la vida”. Porque también hay
besos de muerte, cuidado.
Acabo de leer sus dos artículos "Una respuesta desconcertante" y "En un beso la vida", por el primero llegué al segundo mencionado. Deseo felicitarle por la fluidez con la cual maneja ideas que son o pueden ser complejas. Me parece oportuna la expresión española "Enhorabuena".
ResponderEliminarGracias por tu comentario
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