6 de febrero de 2018

En un beso la vida




El beso cambia vidas, cambia costumbres, transforma una existencia anodina en un poema. No podemos nunca olvidar una buena novela con una maravillosa descripción de un beso. Como olvidar por ejemplo Rayuela con esa escena de un beso que hace estremecer al más insensible de los humanos. “Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acerca entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en su recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio”. Un beso de amor que no es sin sus olores, que no es sin que estallen cristales, que no es sin sinfonías celestiales. Dura un instante, dura toda la vida. Dice Octavio Paz “Un mundo nace cuando dos se besan” y podemos agregar también otro mundo muere.

Hay pintores cuyas obras sobre besos los inmortalizó. Edward Munch es comentado y exaltado no solo por su “Grito” sino por sus cuadros de amor y besos. Su cuadro de 1984 titulado Vampiro siendo su nombre original Amor y dolor, muestra a un hombre abrazado desesperadamente a una mujer “en el que la ambigüedad entre la protección y la ternura se confunde con la posesión representada como vampirización” nos relata Leonard Cohen. Porque también hay besos desesperados, momentos de despedidas y quizás para un por siempre, en el que se desea tragar con furia al otro, tenerlo sin  que pueda haber fuerzas que distancien a los amantes. Fantasías devoradoras que afortunadamente, en la mayoría de los casos, solo quedan reducidas a gritos de dolor. Porque vampirizar es una forma de matar. Besos que cambian la vida, besos que desgarran al ser. Ay, en fin, las historia personales podrían ser narradas con un antes y un después de aquel beso.

Como tantos otros gestos los besos han ido perdiendo ese impacto emocional que tuvieron. Aún recuerdo la cara de mi papá, su asombro y emoción cuando una amiga mía le dio un beso. Acostumbrado a ser besado por su mujer e hijos no podía creer que podía ser besado por otros. Esa era la Caracas de hace pocos años, no se besaba como ahora que nos hemos vuelto besucones, a mí me gusta. Debo confesar que por andar besando a quien no debía perdí un puesto de trabajo, mi jefe, un “notable” no pudo soportar el exceso de confianza que me atribuí un fin de año. Así comencé el año desempleada y con la única promesa de escoger más acertadamente a quien le plantaba mis ósculos en sus mejillas. Es que también uno se pasa, mira que besar a ese ser es como de locos. Me consuelo a veces porque no solo yo me equivoco.

Hasta el siglo VI solo era costumbre los besos entre madres e hijos, después se extendió entre los adultos como muestra de afecto; comprendieron los grandes que se querían y podían demostrarlo. Rápidamente se extendió por el mundo, porque naturalmente, cuando se trata de placer el ser humano no muestra demasiadas dificultades para el aprendizaje. Pero siempre llegan los tiranos a parar la fiesta, durante la Revolución Industrial, quedó prohibido besarse en público, lo que ocasionó rebeliones de besos públicos masivos e interminables. Los Hippies de la época, el beso libre. Es que cuando se habla de revolución se debe siempre prohibir algo, y a ellos se les ocurrió prohibir el beso, a nosotros se nos ha prohibido ya casi todo. Podíamos probar y salir masivamente a besarnos en las calles sin retorno. Para que no digan que no hay propuestas.

Bueno Julito, voy contigo. Haz lo que quieras, déjate golpear sin mandar tu derechazos, total no te enseñaron a pelear. Besa a quien quieras, cuando quieras y donde quieras. No hagas caso al público de galería que siempre espera otra cosa de ti, nada les gusta. Total, van a caerte de cualquier manera. Demuestra con tu ejemplo lo de “prohibido, prohibir”. Tenía ganas de darte un beso, pero temí a las represalias, quedé temerosa desde aquella experiencia, así que decidí dejar las cosas así. Pero aquí entre nos, hay aspectos que me intrigan, ¿A que huele la Delcy? ¿La oliste? Dicen las malas lenguas que no exhala olores agradables, sino más bien pestilentes. De ser así tomo tu gesto como un gran sacrificio. Menos mal no te dio por besar al hermano, tú sabes el “culto”. Allí no me quiero imaginar el cataclismo que hubieras ocasionado, y tampoco se trata de infartar a medio país. Todo tiene límite, menos la maldad y tú has demostrado que eres bueno, para algunos gustos demasiado bueno, no hagas caso, hay gustos para todo.

Menos mal que ya no estamos en la Edad Media cuando se obligaba al caballero a casarse con la dama después de un beso. Te salvaste, la cosa no pasó a mayores, eso hubiese sido la muerte para ti. ¿Te imaginas?  Horrible, borra ya de tu cabeza semejante idea torturante, ya suficiente mortificación te causó ese fotógrafo indiscreto, un paparazi pues. Tranquilo la vida continua igual porque fue un beso desangelado, allí no había pasión ni intención de entrega. No te estabas entregando, los vientos de la historia se lo llevó. Bueno, eso espero porque otros vientos hubieran causado una explosión, la damisela se las trae en cuanto a “ventorreas”  se trata. Le pido a la vida no te la vuelvas a encontrar cerca, no te vaya a dominar nuevamente tal impulso o se le ocurra a la pestilente de acusarte de acoso sexual, mira que está de moda.  Aprende, porque en un beso uno se juega la vida, el trabajo y el prestigio. Oye boleros de vez en cuando que enseñan mucho de besos no sé si también de política, no creo. Yo te dejo por ahora, y me quedo suspirando por un buen beso, de esos que hacen cantar “En un beso la vida”.  Porque también hay besos de muerte, cuidado.

2 comentarios:

  1. Acabo de leer sus dos artículos "Una respuesta desconcertante" y "En un beso la vida", por el primero llegué al segundo mencionado. Deseo felicitarle por la fluidez con la cual maneja ideas que son o pueden ser complejas. Me parece oportuna la expresión española "Enhorabuena".

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