La mayoría de los habitantes de esta tierra tenemos un deseo
común: queremos vivir. Tan simple y complicado como eso. Porque, no es
necesario redundar sobre lo tanta veces denunciado, esta barbarie no permite
vivir una vida propiamente humana. Todos encerrados y amenazados con las
libertades conculcadas. Todos desconocidos y abandonados en cada tragedia
individual y particular. Nos une el dolor, nos une un deseo colectivo. Pero el
deseo humano no es simple, el deseo humano no se dirige a los objetos, se
dirige a otros seres humanos y su demanda es por reconocimiento. El deseo tiene
historia y proviene de las necesidades pero no se estanca en pedir lo necesario,
en pedir objetos, sino que es ávido de símbolos, de significados, de lugares.
Una conciencia evolucionada no es servil y dependiente, se transforma en una
verdad autónoma. Las demandas se dirigen a un Otro, que debe ostentar un lugar
privilegiados de significaciones. Otro, un gran Otro, a quienes le atribuimos
poder y de quien queremos su deseo.
¿Qué nos está pasando? Que no contamos con un Otro en quien
confiar. Las personas que ocuparon un lugar estratégico para abrir caminos, erraron.
Las intervenciones fueron inapropiadas, provocaron todo tipo de actuaciones y
no fueron capaces de recogerlas e interpretarlas. Dejaron a la confianza caer,
dejaron de escuchar, dejaron de entender y perdieron su lugar. Guardaron un
silencio estrepitoso, aturdieron con el desprecio, se hundieron en sus propios
fantasmas de imposibilidades. Pero el deseo humano no se detiene y sigue
ávidamente buscando significados, busca y se da respuestas, a lo mejor
equivocadas, pero necesarias para mitigar la angustia que ya desborda. La
población, en su mayoría, dejó de creer en sus líderes y sus demandas dejaron
de dirigirse a ese Otro que se mató solito no fue necesario un parricidio, en
nuestro caso fue un suicidio. Quedó un vacío simbólico y poco escenario para un
despliegue imaginario. Se impuso un Real obsceno, un monstruo que nos devora.
Y en este vacío se nos
llama a unas elecciones. Momento para la toma de decisiones a las que
tramposamente somos empujados, contra todo razonamiento más o menos aceptable,
el estallido de la lógica en su máxima expresión, actos fallidos que no cesan
porque la carrera es para adelante, a puerta cerradas. Sin darse cuenta, sin
asumir que ya perdieron su lugar y que su llamado no será atendido. Pero no hay
metafísica, no hay un Otro del Otro, no hay garante. Caminamos sin orden
simbólico, sin la dimensión propiamente humana. Es por ello que comienzan a
hacerse llamados a seres con prestigio que ocupan otros lugares, a
representantes morales y a la comunidad internacional. Se recurre a nuevos
símbolos que dan más la sensación de ser oníricos, de no obedecer a una
realidad. Pero como todos los sueños están revelando a donde se está dirigiendo
el llamado de reconocimiento. Un deseo que se revela con la mediación de la
palabra.
Si queremos entender hay que oír más allá de los enunciados,
hay que prestar atención a la enunciación, hay que agudizar la escucha y no
despachar los gritos desesperados que emitimos con simples e irresponsables
calificaciones. Sí, es verdad que somos un tanto ligeros en los juicios que
como individuos hacemos; pero la mayor responsabilidad recae sobre el que se
colocó en un lugar privilegiado para la guía de acción y que debió cuidar con
celo, elegancia y táctica su prestigio. No lo hicieron, prefirieron permanecer
en un closet resguardando sus deseos de poder, abrazados a sus significantes
fálicos. Pues bien, estamos viendo los resultados. Solo conoceremos la libertad
dándonos la autorización de sacar nuestros deseos de las camisas de fuerzas,
desplegando un abanico de posibilidades, quitándonos de encima las trampas de
obediencia a lo irracional y adoptando patrones de conductas que dejen de
dañarnos. Allí está lo difícil.
Eso no lo vamos a lograr descalificando, denunciando, que no
son sino expresiones de seguir enganchados demandando a quien no puede dar
porque no tiene lo que se le pide. Llegó la hora de salir de patrones de
comportamiento ritualizados, repetitivos porque hay novedades. Aquí está, me
parece, el escollo en el que nos estancamos. Requiere, el momento, actos
creativos, inéditos y atrevidos. Dejar de estar respondiendo a las demandas del
adversario que es, precisamente, donde se estancó la MUD y la causa de la pérdida
de credibilidad. Comenzar a tener una voz, una propia. Oír a la población que
está hablando y actuar en consecuencia y con inteligencia. El debate
interesante no es ir o no a elecciones convocadas de forma ilegal, total
es lo mismo, los resultados ya son irreversibles. Debemos hacer una jugada
inesperada, de las que revierten situaciones y pone al otro a defenderse. Hasta
ahora hemos andado pidiendo perdón y castigados. Instalados en una posición de
imposibilidad, propio de los obsesivos. Destapemos nuestro lado femenino y
golpeemos por donde no lo esperan. ¿Será una mujer la que deba dirigir los
nuevos pasos?, no es mala la idea, pero no una mujer identificada a lo
masculino.
Una mujer no por su biología sino por la libertad de posibilidades,
por esa característica de salirse de lo correctamente establecido. Un mujer que
despliegue un abanico de significaciones que sea capaz de despertar a la
población de este letargo fatigoso y aburrido. Una postura femenina capaz de
imprimir un toque de locura e implosionar esa roca que está obturando toda
salida. Que provoque esa pregunta que aún está sin responder, qué coloque a ese
otro, que se muestra invencible, a vacilar y retroceder. Debemos encontrar una
respuesta desconcertante, una jugada fuera de las reglas establecidas.
Respuestas así surgen en momentos límites y en ese punto ya estamos.
Tremendo trabajo, Marina. Me gustó de principio a fin. Jugar como los buenos ajedrecistas, anticipando los movimientos del contrario y que la agenda esté de nuestro lado. Ingenio, creatividad, factor sorpresa. Los deseos están presentes, pero la imaginación ha mermado.
ResponderEliminarGracias querido amigo. No dejo de esperar jugadas magistrales. Un abrazo
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