Albena Vatchevia |
Si acordamos con Max Weber que un líder político es el responsable de guiar a otros por el camino correcto para conseguir objetivos específicos comunes, debemos reconocer que en Venezuela han surgido últimamente muchos líderes valiosos. Se hacía perentorio porque nos hundieron en una terrible crisis y lo que es peor en una profunda desmoralización. Tenemos nuevos liderazgos haciendo lo que era necesario hacer. Tenemos motivos para creer que saldremos de esta oscura etapa si logramos mantener el entusiasmo y la organización.
Además de guiar por buen camino el proceso, un líder debe ser capaz de conectar y comunicarse con sus seguidores. De manera sorpresiva, por lo menos para mí, María Corina Machado logró los cambios necesarios en ella misma y ahora tiene la gran responsabilidad de trasmitir a los ciudadanos los significados de su búsqueda. La libertad requerida para tener las condiciones necesarias para trabajar y percibir un salario suficiente, vivir en condiciones higiénicas y poder descansar sin constantes sobresaltos. Un líder debe gozar de credibilidad. Ella junto a Edmundo Gonzales están haciendo una campaña distinta con personalidad propia, inédita en nuestro país y sin estar tirando objetos desde un camión a personas que se atropellan para atajarlas. Símbolo de respeto que muestra claramente que no es de dádivas otorgadas por “superiores” de lo que se vive.
Tenemos motivos para no fallar el día de la votación, cada ciudadano es una pieza clave en un acto que está muy amenazado. No es fácil adversar con éxitos a estos dictadores de nuevo cuño, nadie sabe con certeza como proceder para tener éxito, así que somos una suerte de proyecto experimental. El mundo entero debería estar atento a nuestro proceso. Todo un país de repente se une para gritar un buen “NO” a estos agentes criminales, teniendo en cuenta que no están solos, al contrario, pertenecen a un grupo muy peligroso y fuerte. Una característica esencial de un buen liderazgo es la honestidad, necesitamos y queremos saber la verdad de lo que enfrentamos para evitar el triunfalismo y aflojar las estrategias. Entusiasmo si, ingenuidad no.
Estábamos deseosos de valores éticos porque hemos pasado mucho tiempo dentro de la basura de las mentiras, el engaño, el saqueo y la ruina. Personas sin educación ninguna dirigiendo nuestro destino nos tienen horrorizados porque se conducen de una forma vergonzosa, no estábamos acostumbrados. Así que estos nuevos líderes están cargados de un capital simbólico importante en educación y honestidad. Es necesario que cese el saqueo y los ciudadanos vuelvan a una vida productiva que permita enderezar la economía. Es admirable como permanecemos aún luchando cuando hemos sido estrangulados con el congelamiento de los ingresos en una inflación brutal.
Weber nos muestra la importancia del carisma y destaca la importancia de las acciones de los individuos en la historia de las sociedades. Enfatiza esta importancia durante procesos de cambios sociales. Si queremos volver a una democracia debemos comportarnos como demócratas, debemos acabar la dicotomía del discurso por un lado y la acción por otro. Ese carisma debe ser uno humanizador que puede con su potencia transformar, renovar y mejorar nuestra sociedad. Lo que Freud entendió como la sugestionabilidad y contagio de las masas. Un ambiente que sea el catalizador de los significados demócratas que los ciudadanos aun no los tienen concientizados, mucho menos verbalizados. Si nos conducimos en un ambiente amable, seremos también amables.
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