Juan Genovés |
Además de lo que tardaremos en poder conquistar nuevamente la libertad y organizarnos como Estado con instituciones independientes que respeten las autonomías y autoridades elegidas, debemos sanar nuestras heridas que son múltiples y profundas. A mi manera de ver este segundo proceso tarda mucho más tiempo, de tal manera que debemos cargar con la rabia y los rechazos indignados a todo aquel que participó, directa o indirectamente, en esta barbarie. Una sociedad que no volverá a reír de la misma forma, una sociedad que perdió su lozanía, una sociedad que mutilaron y le arrancaron años de vida.
Estamos en una etapa de mayor incertidumbre y andamos desconcertados. Se ha concedido cierta apertura en la economía y en este renglón todo parece fluir sin tanta traba, pero todo mal planificado, todo improvisado y conducido por personas que nada saben sobre tan delicado proceso. Como era de esperarse la inflación sigue a sus anchas y en el camino van cayendo las empresas pequeñas y con poco soporte. Esto unido a que el autoritarismo se mantiene en su apogeo y las libertades civiles restringidas. Los gremios tímidamente comienzan a reclamar sus derechos y a luchar por lo que le fue arrebatado. Este enredo que produce un estado híbrido ha sumergido a la población en un desconcierto. Nos arrancaron de nuestra pertenencia natural para lanzarnos a una sociedad ajena que no conocemos.
Nos indicaba Arturo Peraza que nuestra nación está rota y rotos estamos los ciudadanos lo que dificulta enormemente la conciliación necesaria para volver armar nuestra casa y hacerla acogedora. Una sociedad civil impelida de construir nuevamente un Estado y sostenerlo con su trabajo. Pareciéramos flotar sin gravedad dando tumbos contra las paredes. Se nos hace muy difícil vivir y sostenernos en este estado de laberinto por lo que la diáspora va creciendo. Mientras mas gente se vaya buscando un mejor destino tendremos menos ciudadanos para emprender una difícil tarea de construcción. Por los momentos no se puede, los bandidos “ocupas” no dejan, se defienden con artimañas y permanecen en el poder escondiendo fechorías.
Insisto que atravesamos un período muy desconcertante, “como si” estuviéramos en una transición y no es así, no transitamos a nada solo se medio abrieron algunas rendijas para no terminar de asfixiarnos, pero igual nos están matando. De paso alimentan nuestras rabias sacando a la luz los desfalcos millonarios llevados a cabo por altos jerarcas. No creo que nos llevemos una sorpresa, lo sabíamos y lo hemos denunciado para ser callados a tiros. En esta lucha desigual murieron muchos ciudadanos que aun lloramos. Ahora, quien sabe cuál cuenta se están cobrando entre ellos, vociferan los asaltos como si los estuvieran descubriendo. Mientras cada vez nuestra rabia aumenta, le echan gasolina.
Momento de mucha incertidumbre y confusión. Momento especialmente difícil para transitarlo y para vivirlo. Momento en el que el leguaje no nos alcanza para pensarlo. Vivir de resolver las cotidianidades no es vivir, es sobrevivir. Algo nuestro murió y lo que muere no resucita.
Excelente Marina, te agradezco mucho que lo hayas escrito. Me haces sentir que no estoy solo. Gracias
ResponderEliminarMuy bueno, Marina. Deja al leerlo una mezcla de rabia y desolación .
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