Michael Taylor |
Al fin llegamos al día después sin sorpresas. En esta casa destruida que nadie remodela, que se caiga otra pared no debe sorprender a nadie. Será que algún día los que se dicen expertos se sientan con sus planos para iniciar las obras. Si no es así debemos los dueños buscarnos otros profesionales que si conozcan su oficio y se dediquen a devolverle la amabilidad y belleza que una vez tuvo y donde vivimos plácidamente. Es la tarea principal que tenemos este nuevo año. No voy a renunciar a esa sensación fantasiosa que todo año que comienza algo fundamental y nuevo también comienza. Este año les deseo feliz remodelación en manos de verdaderos expertos.
No son los habitantes del país los responsables de tan predecibles resultados, es que ante nuevas grietas éstas se reparan con curitas y pabilo. Ya, está bueno aquí no hay quien viva, las termitas acaban las pocas puertas y ventanas que quedaban. Se atascan las cerraduras y volver a abrir las salidas se hace cada vez más dificultoso. Así que, definitivamente, ya está bueno ya. Qué querían, qué les exigen a los ciudadanos, muchos años atendiendo llamados engañosos y todavía quieren seguir con las mismas tácticas. Lo siento, tan descerebrados no somos. Quizás ésta sea la primera lección. Vengan acá siéntense en esos pupitres y atienda la primera y más fundamental lección: “entiendan que no se dirigen a borregos sino a seres inteligentes que tarde o temprano toman sus propias decisiones”. Una de ellas es no participar en elecciones donde sus candidatos opositores ponen su empeño en brindar espectáculos pestilentes.
Voy a recibir este nuevo año pensando en que desaparecerán esas caras de tablas, chapuceros. No volverlos a ver ni saber de ellos ya de por si es ganancia. Voy a despedirlos en un ritual de luces y champan, música de Billo y ese himno a la esperanza de su “Año Nuevo, vida nueva”. Solo con ese pequeño cambio de no ver más a tanto estafador tendremos vida nueva, más liviana y grata. La abstención fue el único monumento que supieron construir como homenaje a una democracia que asesinaron. Allí lo tienen, digo el monumento, resplandeciente y con su sonrisa malévola mirando un techo que se derrumba. Me contento que tanto mediocre no haya podido acceder a las cotas de poder ante las que salivaban como perros rabiosos. Me contento solo con un silencio que se debería producir si aún mantienen un ápice de dignidad.
Amigos que al igual que yo evitamos nos empampen las goteras haciendo malabarismos y milagros, les deseo de corazón una Felices Navidades y continuaremos el año entrante siguiéndole los pasos a tanto desacierto y dejando testimonios. Los abrazo de corazón.
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