29 de marzo de 2023

Qué queremos y a dónde vamos

Andy Wooldrige


En la modernidad se ha escindido el ser humano entre lo público y lo privado. En lo privado es el ámbito en el que se espera que se observen las virtudes éticas. En lo público se requiere comportarse como políticos no se espera un comportamiento moral. En ese quehacer el ser humano es ambicioso y la exigencia es negociar y luchar contra el opuesto, bien sea con argumentos o con las armas. Los esfuerzos que se han realizado para lograr un lugar coherente han sido infructuosos. El hombre político va a delinquir si no existen medios de protección. Si no hay instituciones ni sanciones, si no existe una oposición fuerte, en esa medida la corrupción será enorme.

E. Tugendhat, -quien falleció hace algunos días-, lo expresó con claridad. Es la perspectiva kantiana que se refiere a normas intersubjetivas, al contrario de la ética griega que se interrogaba por lo “qué debo hacer bueno para vivir bien”, la kantiana se interroga “por lo que es bueno para el otro”. Si me comporto de forma irregular, es “por tu bien”. Por esta escisión es que resulta perfectamente posible observar al político delinquiendo, robando, matando, ordenando torturar y ser con sus familiares y allegados extremadamente pulcros. Hoy las reformulaciones éticas tienen una perspectiva kantiana, son éticas del deber. Los actos pueden ser censurados en un momento dado pero la interrogante no se dirige al agente y a su condición moral. Si un agente en el ámbito público hace un acto inmoral en provecho de los ciudadanos, entonces su acto será virtuoso.

Estas contradicciones de la vida moderna nos han conducido a acciones realmente perversas. Una unidad en nuestra integridad como humanos solo la encontramos en los deseos religiosos ideales. Pero también sabemos que en estos relatos hay mucho engaño y confusión. No me gusta nada y cada vez menos esos políticos metidos en las iglesias dándose golpes de pecho. Siempre me pregunto ¿a quién engañan? Tapan con santurrería muchas tendencias perversas. Las virtudes éticas solo se sostienen cuando se tiene claro qué se quiere arraigados en claras tradiciones. Un pueblo sin tradición anda perdido y desorientado. Por eso no es inocuo esa tendencia de irnos cambiando todos los símbolos y tratando de borrarnos la memoria. Sin saber lo qué somos y qué queremos es imposible el acuerdo unitario. Lo bueno para nosotros como comunidad no se alcanza rezando, sino luchando.

MacIntyre lo expresó con claridad, la vida buena para el hombre es la que es libre de buscar su vida buena. Las virtudes son las cualidades humanas que nos sostienen y ayudan en esta búsqueda al darnos un contexto con significado, inteligible. Las tradiciones nos indican cual es el camino al que debemos apuntar. Se busca a partir de algo que ya hay en uno, decía Sócrates. Es decir, desde pequeños sabemos lo que es bueno para el otro porque fue bueno para mí. Mas tarde debemos encauzar nuestras tendencias por la razón. Pero es esencial este sentimiento moral de base, quien no lo posea pasa a engrosar la categoría de la psicopatía y no será propiamente humano. Hoy se hizo tan amplia esta categoría que obliga a cuestionarnos en qué fallamos. La ambición y la codicia le ganó a la vida buena y comenzamos a vivir muy mal. Llevados por la pasión no hay cabida para el razonamiento. Con solo las pulsiones marcando el camino errado y despreciando lo nuestro, era de esperarse que termináramos estrellados.

 

22 de marzo de 2023

Vida de termitas

Henry Moore


El ser humano como un instrumento que cada día puede ser más reducido. Solo importa su utilidad como material disponible. Se va despreciando cada vez más las manifestaciones propiamente humanas como son las artes y el conocimiento. Sin nuestro discurso propio y emancipador el mundo es una masa sin contenido ni significado. Tenemos que hablar, pedir, exigir, gritar, si es posible, para ser escuchados porque el día que callemos comenzaremos a vivir una vida de termitas, como decía Sándor Márai. Roeremos las maderas y caerán los pilares de las bibliotecas.

Así se expresaba Hannah Arendt acerca de lo propiamente humano y la cercanía de la amistad y el entendimiento. “Pues el mundo no es humano sólo porque está hecho por seres humanos, y no se vuelve humano sólo porque la voz humana resuene en él sino sólo cuando se ha convertido en el objeto de discurso.  Sin embargo, por mucho que nos afecten las cosas del mundo, por profundo que nos estimulen, sólo se tornan humanas para nosotros cuando podemos discutirlas con nuestros semejantes”. Mientras hablamos nos escuchamos y conocemos de nosotros mismos, es “principio del psicoanálisis” Di como te afecta este aberrante reduccionismo de la libertad. Di como te asfixia vivir con miedo y “cuidándose de las esquinas”.  Habla, habla, nunca calles porque ese día dejarás a otro lo más íntimo tuyo, te entregarás a los esbirros.

Aquello que no podemos convertirlo en práctica de nuestras vidas, lo esotérico, lo ominoso, lo sobrenatural, lo que rebasa nuestra capacidad y posibilidades no es propiamente humano, no podrá ser vivido con otros. Es el campo de lo inhumano. Ese hombre nuevo que en la utopía es inmaculado no es humano. Pero nos quieren torcer el brazo para que nos dediquemos a perseguir el “imperativo categórico”. Kant no pudo amar porque el amor está constituido de imperfecciones humanas. El mundo común permanece inhumano si lo concebimos poblado de ángeles asexuados. Pero tenemos la posibilidad de humanizar nuestro mundo, hablemos de ello, de lo que nos es común.

Rosa de Luxemburgo tardó mucho tiempo en entender que el verdadero desafío era el compromiso voluntario con nuestro mundo. Al quedar encerrados en una secta nuestro espíritu languidece. El compromiso es con el otro, con el amigo con los que no juegan a ser dioses y se empantana con la vida.

Estoy viendo una serie “Desplazados.” Creada y producida ´por Cate Blanchett, basada en eventos reales. Una mujer que enloquece por haber renunciado a sus afectos reales y tratar de encontrar en una secta quien la “quisiera”. La reducen a un objeto, la vejan y luego la botan como basura. Termina en un cetro de deportación de extranjeros indocumentados en su propio país, Australia, donde es tratada como una delincuente, aislada y maltratada hasta enloquecer. Así la encuentran los familiares, destruida, pero la rescatan. Se me antoja que muy bien podemos vernos en ese espejo porque estamos secuestrados y enloqueciendo. Dentro de poco sin identificación ni dignidad. Falta muy poco. 

Cuando ya no nos permitan hablar, ni expresarnos de ninguna manera antes de “ser termitas” debemos marcharnos sin aún tenemos fuerza.

 

15 de marzo de 2023

Seamos nuevamente sujetos

Yacek Yerka


Las guerras modernas tratan a sus soldados y población como materias primas a ser utilizadas como carne de cañón. Pueblos que fueron invadidos y redujeron a sus ciudadanos a objetos sometidos a la voluntad de poder. Son parte de una masa que se modela al antojo de un artesano macabro. La existencia autónoma se pierde y con ella el deseo de ser protagonista de la propia historia, es así como el dictador se convierte en una necesidad que guíe el destino de la gente. Inculcan el deseo belicista y la dificultad insuperable de acuerdos colectivos. En estas sociedades solo tiene cabida la obediencia y el silencio. Es por ello que pequeñas señales de rebeldía y protestas son signos de que no todo está perdido para recuperar nuevamente la democracia.

En la modernidad el individuo se encuentra muy solo y desprotegido y la democracia le exige responsabilidad, le impone deberes, no solo le otorga derechos. Lo obliga a tener iniciativas, de allí que la democracia no puede ser cómoda y tranquila. Está bajo una constante amenaza, que exige vivir como sujetos a inventar nuestra propia historia. No se puede escapar de sí mismo ni se puede dejar lo propio en manos de otros. El principal enemigo es uno mismo cuando se comienza a desear a un hombre fuerte y grande que haga lo que por irresponsabilidad dejamos de hacer. Ese hombre fuerte y grande somos cada quien cuando no hemos sido diluidos en masas líquidas sin forma. Si lo permitimos no comencemos a repartir las culpas en la búsqueda de chivos expiatorios y enemigos exteriores.

Hay conflictos que debemos enfrentar y momentos muy difíciles que también pasarán, es el precio a pagar por tanto desacierto e irresponsabilidad. Tenemos que prepararnos para las embestidas que ese animal salvaje nos tiene preparadas. No verá impasible y tranquilo como nos organizamos para sacarlo del poder. Ya se comienzan a oír los bufidos y a sentir algunos zarpazos.  Esa osadía tendrá su precio y tenemos que pagarlo sin saber si tendremos éxito. Mientras tanto creo que al fin nos encontramos en el camino correcto, aunque, por supuesto, con multitudes de escollos. Nadie nos dijo que sería fácil, no hay batallas fáciles con ningún dictador, poseen las armas y el poder para tratar de doblegarnos. Manejan a su antojo y sin piedad dos medios muy poderosos y eficientes como son el hambre y el miedo.

No sólo son las elecciones y la organización de las primarias. También están los gremios en la calle protestando y exigiendo sus derechos. Es un momento movido y por ello mismo de alto riesgo. Pero es nuestro movimiento libre y racional que requiere la competencia de sujetos capaces y creativos vinculados. María Zambrano tiene un pasaje muy acertado que habla de la vinculación indisoluble que siempre tenemos con otros para defender lo nuestro “De la soledad, de la angustia, no se sale de la existencia en un acto solitario, sino a la inversa, de la comunidad en que estoy sumergido salgo a mi realidad a través de alguien en quien me veo, en quien siento mi ser. Toda existencia es recibida. Amor y envidia son las pasiones del espejo, las pasiones de ese 'estadio del espejo' en el que recibo juntamente lo que me autonomiza, lo que me acompaña y lo que me tortura."

Castoriadis también nos invitó a ser los artesanos de nuestra sociedad “Se trata de mostrar a la gente que sólo ellos tienen una respuesta posible, que sólo ellos pueden inventarla, que todas las posibilidades y capacidades de organización de la sociedad se encuentran en ellos mismos.  Se trata de mostrar el cúmulo de absurdos y falacias sobre las que se apoyan todas las justificaciones del sistema actual y de todo sistema jerárquico-burocrático.  Se trata de destruir la idea de que el sistema es todopoderoso y omnisciente, y la tenaz ilusión de que los que gobiernan 'saben' y 'son capaces', cuando en realidad se demuestra cotidianamente su imbecilidad orgánica, lo que llamé hace mucho, imbecilidad de función”.

Con nuestros pensamientos y nuestras acciones, construyendo nuestro mundo volveremos a ser sujetos.